Cuentos de Amistad

El Árbol Amistoso

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo lleno de niños felices, un árbol muy peculiar. Este árbol estaba en medio del patio de la escuela, y aunque estaba seco, sin hojas ni ramas, tenía un lugar especial en el corazón de una niña llamada Lupe.

Lupe era una niña de cabello castaño y dos trenzas que siempre llevaba en el pelo. Todos los días, después de las clases, corría hacia el árbol y lo abrazaba con mucho cariño. Aunque el árbol parecía no tener vida, Lupe sentía algo especial cuando lo tocaba, como si le estuviera susurrando que no estaba solo.

Un día, la maestra Paz, una mujer de cabello rizado y rojo, notó que Lupe siempre se acercaba al árbol seco. Preocupada por la salud de la niña y porque el árbol estaba lleno de polvo, la maestra le dijo a Lupe: «Lupe, no deberías tocar ese árbol, te puedes ensuciar. Es mejor que juegues con los otros niños.»

La maestra Paz incluso puso unas vallas alrededor del árbol para que nadie se acercara. Pero Lupe no podía evitar sentir un gran cariño por el árbol. Ella creía que, de alguna manera, el árbol necesitaba su amor para volver a vivir. Así que, aunque las vallas estaban ahí, Lupe encontraba maneras de pasar por debajo o entre ellas para poder abrazar al árbol todos los días.

Sebas, un amigo de Lupe que tenía el cabello corto y negro, notó lo que hacía Lupe y decidió ayudarla. «No te preocupes, Lupe. Yo te ayudaré a cuidar del árbol,» le dijo con una sonrisa. Juntos, comenzaron a cuidar del árbol, regándolo y hablándole con cariño.

Los días pasaron y, aunque al principio no había ningún cambio, Lupe y Sebas no se rindieron. Seguían cuidando del árbol con dedicación. La maestra Paz los observaba de lejos, intrigada por la determinación de los niños, pero no dijo nada, dejando que siguieran con su tarea.

Un día, algo maravilloso sucedió. Cuando Lupe y Sebas llegaron al árbol, notaron que pequeñas hojas verdes empezaban a brotar. «¡Mira, Sebas! ¡El árbol está reviviendo!» exclamó Lupe con alegría. Los dos niños saltaron de felicidad, y la maestra Paz, quien vio el milagro desde la ventana de su aula, salió corriendo para ver de cerca.

«No puedo creerlo,» dijo la maestra Paz. «Pensé que este árbol estaba completamente muerto, pero parece que el amor y cuidado que le han dado le ha devuelto la vida.»

El árbol continuó floreciendo día tras día. Las ramas crecieron fuertes y llenas de hojas verdes, y pronto comenzaron a aparecer flores de colores brillantes. Los demás niños de la escuela, al ver el cambio, también empezaron a acercarse al árbol, admirándolo y cuidándolo.

Lupe y Sebas se sentían muy felices de haber seguido su corazón y haber cuidado del árbol. La maestra Paz, ahora comprendiendo el poder del amor y la amistad, quitó las vallas y animó a todos los niños a seguir cuidando del árbol juntos.

El árbol se convirtió en un símbolo de amistad y perseverancia en la escuela. Los niños aprendieron que, con amor y dedicación, incluso lo que parece imposible puede hacerse realidad. Y así, el árbol que una vez estuvo seco y sin vida, ahora estaba lleno de vida y rodeado de amigos.

Todos en el pueblo comenzaron a llamar al árbol «El Árbol Amistoso». Los días pasaron y el árbol seguía creciendo, fuerte y hermoso, recordándoles a todos que la verdadera amistad puede transformar cualquier cosa.

La historia del Árbol Amistoso se convirtió en un cuento que se contaba de generación en generación, enseñando a los niños la importancia de la amistad, el amor y la perseverancia. Y así, Lupe, Sebas, y la maestra Paz vivieron felices, sabiendo que habían hecho una gran diferencia, no solo en la vida del árbol, sino en la de todos los niños de la escuela.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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