En la escuela Canterlot, un lugar lleno de vida y aventuras, existía un club muy especial: el Club de Magia. Este club estaba formado por un grupo de amigos que compartían una pasión por los trucos mágicos y los espectáculos. Jhoan, un niño alegre de cabello castaño corto, fue el último en unirse al club. Sus amigos Mateo, Julieta, Hellen y Santiago ya eran miembros desde hacía tiempo y estaban emocionados de tener a Jhoan con ellos.
Mateo, con su cabello rizado y su camiseta roja, era el líder del grupo. Siempre tenía una sonrisa en el rostro y una idea nueva para sus trucos de magia. Julieta, una niña tímida de cabello negro largo y vestido amarillo, era la más reservada, pero tenía un talento especial para la magia con cartas. Hellen, una chica enérgica con dos coletas rubias, vestía un conjunto verde y siempre estaba llena de entusiasmo. Santiago, un niño con gafas y camisa a rayas, era el encargado de las ilusiones ópticas y los trucos de desaparición.
Un día, se acercaba el gran partido de fútbol entre los Wondercolts y los Shadowbolts, los dos equipos más populares de la escuela. El Club de Magia decidió que sería una excelente oportunidad para animar al equipo local, los Wondercolts, y mostrar su espíritu escolar. Jhoan estaba especialmente emocionado, ya que era su primer evento grande con el club.
El día del partido, el estadio de la escuela estaba lleno de estudiantes y profesores. Los colores azul y dorado de los Wondercolts brillaban por todas partes, mientras que los Shadowbolts vestían sus uniformes negros y morados. Jhoan, Mateo, Julieta, Hellen y Santiago se prepararon para animar al equipo y hacer que la multitud se entusiasmara.
Santiago, con su entusiasmo habitual, comenzó a liderar los cánticos. Su voz resonaba fuerte y clara, y la multitud respondía con gritos y aplausos. Hellen, siempre enérgica, saltaba y agitaba pompones, contagiando su energía a todos los presentes. Mateo, con su carisma, inventaba rimas y cánticos que hacían reír a todos. Sin embargo, Julieta, a pesar de su esfuerzo, no lograba que su voz se escuchara más allá de un susurro.
Después del juego, los amigos se reunieron para evaluar cómo había ido todo. Los Wondercolts habían ganado el partido, y todos estaban de buen humor, excepto Julieta. Ella se sentía un poco frustrada por no haber podido animar tan bien como sus amigos.
—No te preocupes, Julieta— le dijo Hellen con una sonrisa reconfortante. —Puedo enseñarte algunas técnicas para que tu voz se escuche más fuerte. Solo necesitas un poco de práctica.
Julieta asintió, agradecida por el apoyo de su amiga. Decidieron que practicarían juntos en las sesiones del club. Mientras tanto, Mateo tuvo una idea brillante.
—¿Qué les parece si animamos al club de ajedrez en su próximo torneo?— sugirió. —Será un reto interesante porque tenemos que animar sin hacer ruido.
Todos estuvieron de acuerdo. Animar al club de ajedrez sería una nueva experiencia y una oportunidad para mejorar sus habilidades. Además, sería una forma de apoyar a más estudiantes en la escuela.
Durante las siguientes semanas, Hellen trabajó con Julieta para mejorar su técnica de animación. Practicaron en el gimnasio de la escuela, usando diversos ejercicios para proyectar la voz y ganar confianza. Julieta comenzó a sentirse más segura y su voz empezó a resonar con más fuerza.
Finalmente, llegó el día del torneo de ajedrez. El gimnasio de la escuela había sido transformado en una sala de competencia, con mesas y tableros de ajedrez alineados en filas. Los jugadores estaban concentrados, y el silencio era absoluto. Jhoan, Mateo, Hellen, Julieta y Santiago entraron silenciosamente, listos para apoyar a su equipo.
En lugar de los típicos gritos y cánticos, el Club de Magia había preparado pancartas coloridas y gestos de ánimo silenciosos. Santiago, con su creatividad, había diseñado carteles que decían “¡Vamos, equipo!” y “¡Ustedes pueden!” en letras grandes y brillantes. Jhoan, Mateo y Hellen agitaban las pancartas con entusiasmo, mientras Julieta sonreía y mostraba una pancarta con un dibujo de un caballo ganador, el símbolo de los Wondercolts.
Aunque el ambiente era tranquilo, los jugadores del equipo de ajedrez sintieron el apoyo de sus amigos. Cada vez que hacían una buena jugada, los miembros del Club de Magia levantaban sus pancartas y sonreían ampliamente. La energía positiva era palpable, y los jugadores se sentían motivados para dar lo mejor de sí mismos.
El torneo avanzó, y finalmente, el equipo de Canterlot ganó. Los jugadores de ajedrez estaban encantados y agradecieron al Club de Magia por su apoyo. A pesar de haber tenido que guardar silencio, el club había encontrado una manera creativa de animar y mostrar su amistad.
Esa noche, los amigos se reunieron en la casa de Mateo para celebrar. Habían aprendido una valiosa lección sobre la importancia de la amistad y el apoyo mutuo. Jhoan, sentado en el sofá junto a sus amigos, se sintió afortunado de ser parte de un grupo tan especial.
—Hoy demostramos que la magia de la amistad es lo más poderoso de todo— dijo Jhoan con una sonrisa. —Y que siempre podemos encontrar maneras de apoyarnos unos a otros, sin importar las circunstancias.
Los demás asintieron, sabiendo que sus aventuras juntos apenas comenzaban. Habían descubierto que la verdadera magia no estaba solo en los trucos y espectáculos, sino en la fuerza de su amistad y en cómo se apoyaban mutuamente para superar cualquier desafío.
A medida que la noche avanzaba, continuaron compartiendo historias y risas, fortaleciendo aún más los lazos que los unían. Sabían que, sin importar qué desafíos enfrentaran en el futuro, siempre tendrían el apoyo de sus amigos y la magia de su amistad para guiarlos.
Con el tiempo, el Club de Magia de Canterlot se convirtió en un símbolo de unidad y amistad en la escuela. Más estudiantes se unieron, inspirados por las historias de Jhoan, Mateo, Julieta, Hellen y Santiago. Juntos, siguieron creando recuerdos inolvidables y demostrando que, con amigos verdaderos, cualquier cosa era posible.
Fin
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.