Cuentos de Amistad

El Día de Nieve Falso

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era una mañana fría y tranquila en la pequeña ciudad de Canterlot. En la casa de Jhoan, cinco amigos se despertaban después de haber pasado toda la noche estudiando para un examen escolar muy importante. Jhoan, Hellen, Celes, Mateo e Iker estaban exhaustos. Habían repasado matemáticas, historia y ciencias, pero la falta de sueño los había dejado sin energías y con la sensación de que no estaban preparados.

Jhoan bostezó mientras se estiraba en su cama. «No puedo creer que tengamos que hacer el examen hoy. No dormí nada,» dijo con voz cansada.

Hellen, que estaba sentada en el borde de la cama, asintió. «Yo tampoco. Me siento como un zombi,» respondió, frotándose los ojos.

Celes, siempre optimista, trató de animarlos. «Vamos chicos, hemos estudiado mucho. ¡Podemos hacerlo!»

Mateo, sin embargo, no parecía tan convencido. «Espero que no sea muy difícil. No quiero reprobar,» dijo mientras se levantaba lentamente.

Iker, quien miraba por la ventana, de repente sonrió. «¡Miren eso!» exclamó, señalando hacia afuera. «Está nevando ligeramente.»

Los demás se acercaron a la ventana y vieron los pequeños copos de nieve caer suavemente. Fue entonces cuando a Iker se le ocurrió una idea brillante.

«¡Tengo una idea! ¿Qué tal si hacemos un día de nieve falso para que la directora Carol cancele las clases?» propuso, con los ojos brillando de emoción.

Los amigos se miraron entre sí, sorprendidos. «¿Cómo haríamos eso?» preguntó Jhoan, curioso.

Iker empezó a explicar su plan con entusiasmo. «Podríamos montar una exhibición de un día de nieve falso afuera de la escuela secundaria. Hellen, tú podrías hacer un muñeco de nieve con patatas. Celes, podrías pintar un gran retrato del patio de la escuela cubierto de nieve. Mateo, tú podrías ordenar a tus amigos animales que hagan nieve con bloques de hielo. Jhoan, tú podrías esparcir la nieve por el patio. Y yo… bueno, yo puedo tejer una bufanda para el muñeco de nieve de patata.»

Los amigos se entusiasmaron con la idea y rápidamente se pusieron manos a la obra. Sabían que tenían poco tiempo antes de que comenzaran las clases, pero estaban decididos a hacer que su plan funcionara.

Primero, Hellen se dirigió a la cocina y buscó las patatas más grandes que pudo encontrar. Con cuidado y paciencia, comenzó a apilar las patatas y a darle forma a su muñeco de nieve. Pero justo cuando estaba terminando, un mapache hambriento apareció de la nada y comenzó a mordisquear las patatas.

«¡No! ¡Fuera de aquí!» gritó Hellen, espantando al mapache. A pesar de la interferencia del travieso animal, Hellen logró terminar su muñeco de nieve de patatas.

Mientras tanto, Celes estaba en el patio de la escuela con sus pinceles y pinturas. Con trazos rápidos y seguros, pintó un hermoso paisaje invernal, cubriendo el patio de la escuela con una capa de nieve blanca y brillante. Su obra maestra era tan realista que casi se podía sentir el frío al mirarla.

Mateo, por su parte, había reunido a sus amigos animales: conejos, ardillas y hasta un par de pájaros. Con su ayuda, empezaron a cortar bloques de hielo y a triturarlos para crear nieve falsa. Los animales trabajaron diligentemente bajo la dirección de Mateo, y pronto tenían una gran cantidad de nieve lista para esparcir.

Jhoan tomó la nieve falsa y comenzó a distribuirla por todo el patio de la escuela. Esparcía los trozos de hielo triturado con cuidado, asegurándose de que todo el terreno estuviera cubierto de nieve. A pesar del frío y del cansancio, no dejó de trabajar hasta que el patio parecía un verdadero paisaje invernal.

Finalmente, Iker se sentó con su bufanda medio terminada y comenzó a tejer rápidamente. Quería que el muñeco de nieve de patatas tuviera la bufanda más bonita y cálida posible. Sus dedos se movían con destreza mientras tejía, y en poco tiempo, la bufanda estuvo lista.

Con todo en su lugar, los amigos se apartaron para admirar su obra. El patio de la escuela secundaria Canterlot parecía un verdadero paraíso invernal. Estaban seguros de que la directora Carol cancelaría las clases al ver la impresionante exhibición.

Desde su oficina, la directora Carol y la subdirectora Lusi miraban asombradas por la ventana. «¡Qué increíble! Nunca había visto tanta nieve aquí,» comentó Lusi.

Carol asintió, impresionada. «Parece que tendremos que cancelar las clases hoy,» dijo, tomando el teléfono para hacer el anuncio.

Sin embargo, justo cuando iba a hablar, apareció Fernando, un compañero de clase de los chicos, y descubrió el truco. «¡Espera! ¡Esto no es nieve de verdad!» exclamó, señalando la nieve falsa.

La directora Carol y la subdirectora Lusi salieron para investigar. Examinaron el patio y pronto se dieron cuenta de que la nieve era falsa. Los amigos fueron llamados a la oficina de Carol, donde fueron regañados por su engaño.

«Entendemos que no querían hacer el examen, pero esto no está bien,» dijo Carol con firmeza. «Como castigo, tendrán que hacer el examen y además quedarse en detención después de las clases.»

Los chicos bajaron la cabeza, arrepentidos. Sabían que habían hecho mal, pero también se sentían un poco orgullosos de su ingenio y trabajo en equipo. Al final del día, hicieron el examen y luego cumplieron con su castigo en detención.

A pesar de todo, habían aprendido una valiosa lección sobre la honestidad y la importancia de enfrentar sus responsabilidades. Y aunque su plan no había salido como esperaban, sabían que siempre podrían contar unos con otros, porque la verdadera amistad es más fuerte que cualquier truco o engaño.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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