Era una soleada mañana de verano cuando Julia llegó a la granja de su abuela. Había estado esperando estas vacaciones durante meses y finalmente había llegado el día.
Justo cuando bajaba del coche, un pequeño gato la saludó con un suave ronroneo, mientras a lo lejos, las gallinas cacareaban y las vacas mugían.
Mientras Julia admiraba el vasto terreno verde y los animales, una voz tímida detrás de ella preguntó: «¿Eres la nieta de la señora Rosa?». Julia se giró y vio a un niño de su edad, con pecas en la nariz y un sombrero de paja. Era Tomás, el hijo de los vecinos de la granja.
Al principio, ambos niños se mostraron tímidos, pero el hielo se rompió cuando Tomás mostró a Julia su caballo favorito, Relámpago. Mientras cepillaban al caballo, compartieron historias y risas, y pronto se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común.
La abuela de Julia les propuso un desafío: «Necesito que me ayuden a construir un nuevo gallinero. Si trabajan juntos, creo que podrán hacerlo en un día». Aunque al principio dudaron, la idea de construir algo juntos los emocionó.
A lo largo del día, Julia y Tomás tuvieron que cooperar y ayudarse mutuamente. Hubo momentos de frustración: clavos que no se clavaban derecho, piezas de madera que no encajaban. Pero cada vez que surgía un problema, uno de ellos encontraba una solución y la compartía con el otro. La risa y el trabajo en equipo llenaron el aire.
Entre martillazo y martillazo, hicieron pausas para jugar con los conejos, alimentar a las cabras y correr por los campos de maíz. Cada actividad los unía más y más.
Al atardecer, con las manos sucias y la ropa manchada, miraron con orgullo su obra: un hermoso y robusto gallinero. Exhaustos, pero felices, se sentaron a descansar bajo un árbol, disfrutando de limonada fresca que la abuela les había preparado.
Conclusión:
Mientras el sol se ponía, Julia y Tomás, mirando su gallinero, comprendieron algo valioso: aunque al principio eran extraños, habían formado un lazo de amistad a través del trabajo en equipo y la cooperación.
A veces, los mejores amigos se encuentran en los lugares más inesperados, y juntos pueden superar cualquier desafío.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.