Cuentos de Amistad

El Día Infinito de Jhoan

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Un día soleado en la ciudad, cinco amigos se preparaban para vivir una de las experiencias más emocionantes de sus vidas. Jhoan, Iker, Celeste, Mateo y Santiago estaban emocionados porque iban a ver a su banda favorita, Forbos, en concierto. Llevaban semanas hablando de ello y finalmente el día había llegado.

Jhoan era un chico lleno de energía, con el cabello corto y castaño. Iker, su mejor amigo, era muy curioso y llevaba siempre unas gafas que le daban un aire de investigador. Celeste era una niña alegre con una coleta que saltaba con cada paso que daba. Mateo, el más alto del grupo, siempre llevaba una gorra y tenía una gran sonrisa. Santiago, por otro lado, era reflexivo y siempre tenía un libro en las manos.

Los cinco amigos se encontraron temprano en la plaza y caminaron juntos hacia el estadio donde se realizaría el concierto. La emoción era palpable. Hicieron fila pacientemente, aunque esta se movía muy lentamente. Jhoan e Iker no podían dejar de hablar sobre cómo sería ver a Forbos en vivo.

Sin embargo, mientras esperaban, Iker comenzó a distraerse. Sus ojos se desviaban constantemente hacia las atracciones y puestos de comida que había alrededor. En un momento de descuido, Iker se alejó de la fila para ver más de cerca un puesto de globos. Jhoan, al darse cuenta, corrió tras él, dejando el lugar en la fila. Al volver, se dieron cuenta de que habían perdido su lugar y ahora tendrían que esperar aún más tiempo.

Jhoan estaba frustrado. «Iker, ¡si no te hubieras distraído, ya estaríamos más cerca de la entrada!», le reprochó.

Iker bajó la cabeza, sintiéndose culpable. «Lo siento, Jhoan. No quería que esto pasara.»

Celeste, Mateo y Santiago intentaron calmar a Jhoan, pero él seguía enfadado. Finalmente, después de una larga espera, cuando casi estaban por entrar, un guardia les informó que las entradas estaban agotadas y que no podrían ver el concierto. La decepción en los rostros de los amigos era evidente.

Esa noche, Jhoan no podía dejar de pensar en lo que había pasado. Se sentía triste y enojado. «Ojalá pudiera ver a Forbos», murmuró antes de quedarse dormido. De repente, una luz mágica llenó su habitación y todo se volvió blanco.

A la mañana siguiente, Jhoan se despertó con una extraña sensación de déjà vu. Todo parecía repetirse exactamente igual que el día anterior. Al principio pensó que era una coincidencia, pero cuando llegó al estadio con sus amigos y todo sucedió de la misma manera, comprendió que algo mágico estaba ocurriendo.

Durante las siguientes semanas, Jhoan revivió el mismo día una y otra vez. Siempre terminaba perdiendo su lugar en la fila debido a las distracciones de Iker y nunca lograban ver el concierto. Cada día que pasaba, Jhoan se sentía más y más frustrado.

Un día, mientras caminaba solo por el parque, Jhoan encontró un libro antiguo tirado entre los arbustos. El libro parecía muy viejo y estaba cubierto de polvo. Curioso, lo recogió y comenzó a leerlo. Descubrió que el libro hablaba sobre un «Girador del Tiempo», un objeto mágico que podía detener el ciclo interminable de días repetidos.

Jhoan decidió que debía encontrar ese Girador del Tiempo para detener el hechizo. Pero sabía que no podría hacerlo solo. Reunió a sus amigos y les explicó lo que estaba sucediendo. Al principio, no podían creerle, pero cuando Jhoan les contó detalles específicos de los días que se repetían, comenzaron a creer en su historia.

Los cinco amigos comenzaron su búsqueda. Decidieron que el primer lugar donde buscarían sería la biblioteca de la ciudad, donde tal vez podrían encontrar más información sobre el Girador del Tiempo. Pasaron horas buscando entre libros polvorientos y documentos antiguos, hasta que finalmente, Santiago encontró una pista en un libro de leyendas locales.

El libro decía que el Girador del Tiempo estaba escondido en una cueva secreta en las afueras de la ciudad. Sin perder tiempo, los amigos se dirigieron hacia allí. Caminando por el bosque, siguieron el mapa que encontraron en el libro de leyendas. La cueva estaba bien escondida entre los árboles y las rocas.

Entraron en la cueva con cautela, sus corazones latiendo con fuerza. La cueva era oscura y fría, y solo tenían una linterna para iluminar su camino. Después de caminar durante lo que parecieron horas, encontraron una puerta de piedra con extraños símbolos grabados en ella. Jhoan recordó que había visto esos símbolos en el libro que encontró en el parque.

«Estos son los símbolos del Girador del Tiempo», dijo Jhoan emocionado. «Debemos descifrarlos para abrir la puerta.»

Trabajaron juntos, utilizando todas sus habilidades y conocimientos. Santiago, siendo el más estudioso, fue clave para entender los símbolos. Después de un arduo trabajo, lograron descifrar el código y la puerta se abrió con un crujido.

Dentro de la sala oculta, encontraron un pedestal con un objeto brillante en forma de reloj de arena. Era el Girador del Tiempo. Jhoan lo tomó con cuidado, sintiendo su poder mágico.

«Ahora, ¿cómo usamos esto?», preguntó Mateo.

El libro de leyendas había mencionado un hechizo que debía recitarse para detener el ciclo de días repetidos. Jhoan, con la ayuda de sus amigos, recitó las palabras mágicas que había memorizado del libro. El Girador del Tiempo comenzó a brillar intensamente, y de repente, una luz cegadora los envolvió.

Cuando la luz se desvaneció, Jhoan y sus amigos se encontraron de nuevo en el parque, pero esta vez, todo parecía diferente. El día había cambiado. El hechizo había funcionado y el ciclo se había roto.

Al día siguiente, los amigos se dirigieron nuevamente al estadio, pero esta vez, todo fue diferente. No hubo distracciones, y pudieron entrar sin problemas. Finalmente, vieron a Forbos en concierto, disfrutando cada momento de la experiencia que tanto habían esperado.

Jhoan se dio cuenta de lo importante que eran sus amigos y cómo, trabajando juntos, pudieron superar cualquier obstáculo. Iker se disculpó nuevamente, y Jhoan lo abrazó, diciendo: «No importa lo que pasó antes, lo importante es que estamos aquí ahora y lo estamos disfrutando juntos.»

Esa noche, después del concierto, los amigos se reunieron en la plaza para hablar sobre su increíble aventura. Jhoan les agradeció por creer en él y ayudarlo a encontrar el Girador del Tiempo.

«Sin ustedes, no hubiera podido romper el hechizo. Gracias por ser mis amigos y estar siempre ahí para mí,» dijo Jhoan con una sonrisa.

Los amigos sabían que siempre podrían contar unos con otros, sin importar lo que sucediera. La amistad que compartían era más fuerte que cualquier magia, y juntos, podían enfrentar cualquier desafío.

Desde ese día, Jhoan, Iker, Celeste, Mateo y Santiago siguieron disfrutando de muchas aventuras juntos. Aprendieron que la paciencia, la cooperación y la amistad eran las claves para superar cualquier dificultad. Y aunque ya no tenían que enfrentar días repetidos, cada día nuevo se convirtió en una oportunidad para vivir nuevas experiencias y fortalecer su amistad.

Y así, los cinco amigos vivieron felices, siempre juntos y siempre listos para la próxima aventura que la vida les presentara.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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