Cuentos de Amistad

El Lago de la Amistad

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Tomás, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y bosques. Su lugar favorito era un hermoso lago que se encontraba a las afueras del pueblo. Tomás solía pasar sus tardes allí, disfrutando de la tranquilidad del agua y la sombra de los árboles. Un día, mientras exploraba la orilla del lago, Tomás encontró algo inusual: un pequeño robot plateado, medio cubierto de barro y hojas.

Tomás, siempre curioso, decidió llevarse el robot a casa. Después de limpiarlo y revisarlo, descubrió que el robot estaba dañado pero no irreparable. Con la ayuda de algunos libros de su padre y un par de herramientas, Tomás logró reparar al robot. Para su sorpresa, el robot cobró vida y se presentó como Robo, un robot creado para ayudar y ser amigo de los niños.

Desde ese día, Tomás y Robo se volvieron inseparables. Pasaban horas jugando junto al lago, inventando aventuras y explorando los alrededores. Robo tenía muchas habilidades especiales: podía volar cortas distancias, tenía una fuerza increíble y una memoria fotográfica que les permitía recordar cada detalle de sus aventuras. Pero lo más importante era su capacidad para comprender y compartir emociones, lo que lo hacía el mejor amigo que Tomás podría tener.

Un verano, sin embargo, ocurrió algo inesperado. Una fuerte tormenta azotó el pueblo y, con ella, vino una gran inundación. Las aguas del lago subieron y arrasaron con todo a su paso, incluyendo a Robo, que fue arrastrado por la corriente. Tomás buscó desesperadamente a su amigo durante días, pero Robo había desaparecido sin dejar rastro.

Pasaron los años y Tomás nunca olvidó a su amigo robot. A medida que crecía, seguía visitando el lago, esperando encontrar alguna pista sobre el paradero de Robo. Sin embargo, el tiempo pasó y Tomás comenzó a perder la esperanza. Se hizo mayor y, aunque el recuerdo de Robo seguía vivo en su corazón, aceptó que quizás nunca lo volvería a ver.

Un día, muchos años después, Tomás, ya convertido en un joven adulto, decidió hacer una última visita al lago antes de mudarse a la ciudad para trabajar. Mientras caminaba por la orilla, algo brilló bajo el agua. Tomás se acercó y, para su sorpresa, encontró a Robo, parcialmente cubierto de algas y barro. Con el corazón latiendo con fuerza, Tomás sacó a su viejo amigo del agua y lo llevó a casa.

Después de limpiarlo y hacer algunas reparaciones, Robo volvió a encenderse. Aunque había pasado mucho tiempo, el robot seguía recordando a Tomás. Ambos amigos se abrazaron, felices de haberse reencontrado. Tomás decidió que no volvería a perder a Robo y se las arregló para llevarlo con él a la ciudad.

Juntos, enfrentaron nuevos desafíos y vivieron muchas más aventuras, pero siempre recordando aquel lago que los había unido y separado. La amistad entre Tomás y Robo demostró ser más fuerte que el tiempo y las adversidades, y ambos aprendieron que los verdaderos amigos nunca se olvidan, sin importar cuán lejos estén o cuánto tiempo haya pasado.

Así, Tomás y Robo continuaron su vida, agradecidos por haberse encontrado de nuevo y más unidos que nunca. Y aunque la ciudad era un lugar completamente diferente al tranquilo lago de su infancia, la esencia de su amistad perduró, mostrando que los lazos formados en el corazón nunca se rompen.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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