En un mundo donde la fantasía y la realidad se entrelazan, existían dos reinos muy especiales. En el Reino del País de la Maravilla, vivía un niño llamado Jhoan. Él tenía el cabello corto y rojo, y siempre vestía un traje del mismo color que resaltaba su personalidad valiente y aventurera. Sus padres, William y Arlet, eran conocidos por su sabiduría y bondad. William era un mago poderoso, y Arlet era una sanadora respetada en todo el reino.
A muchas millas de distancia, en el hermoso Reino de Château d’Ussé, vivía una niña llamada Celeste. Celeste era una niña dulce y amable, siempre vestida con un hermoso traje rosa. Sus padres, Aurora y Felipe, eran los reyes del reino y gobernaban con justicia y amor. Aurora, la madre de Celeste, era conocida por su belleza y su canto encantador, mientras que Felipe, su padre, era un valiente guerrero.
A pesar de la distancia que los separaba, Jhoan y Celeste compartían un lazo mágico que los unía. Este lazo había sido creado por un antiguo hechizo lanzado por un hada madrina cuando ambos eran bebés. El hechizo decía que, sin importar cuán lejos estuvieran, siempre podrían comunicarse y sentirse cerca uno del otro.
El Reino del País de la Maravilla y el Reino de Château d’Ussé no solo compartían lazos de amistad y magia, sino también una academia muy especial: la Academia de Villanos del Mundo. Esta academia era un lugar donde los hijos de los villanos más conocidos del mundo acudían para aprender a usar sus habilidades de manera correcta. Aquí es donde la historia de Jhoan y Celeste toma un giro inesperado.
En la academia, había hijos de muchos villanos famosos. Jafar, el hechicero oscuro, tenía un hijo llamado Junio. Maléfica, la poderosa hechicera, tenía una hija llamada Mía. El temido Capitán Garfio tenía un hijo llamado Camilo. Gastón, el cazador arrogante, tenía un hijo llamado Gustavo, y Úrsula, la malvada bruja del mar, tenía una hija llamada Uriana. Aunque sus padres eran conocidos por sus maldades, estos niños tenían la oportunidad de aprender a usar sus habilidades para el bien.
Un día, Jhoan estaba explorando el bosque encantado cercano a su hogar cuando encontró un espejo antiguo y polvoriento. Al limpiarlo, se dio cuenta de que no era un espejo común. Este espejo era un portal mágico que podía conectarlo con cualquier lugar del mundo. Decidió probarlo y, con gran sorpresa, vio el rostro sonriente de Celeste en el espejo.
—¡Celeste! —exclamó Jhoan, emocionado—. ¿Cómo estás?
Celeste, igualmente sorprendida, respondió:
—¡Jhoan! ¡Qué alegría verte! Estoy bien, pero aquí en Château d’Ussé han ocurrido cosas extrañas últimamente.
Jhoan frunció el ceño.
—¿Qué tipo de cosas extrañas?
—Hay rumores de que un hechizo oscuro está creciendo en el reino —explicó Celeste—. Mis padres están preocupados, y creo que tiene algo que ver con la Academia de Villanos.
Jhoan decidió que debía ayudar a su amiga.
—No te preocupes, Celeste. Voy a viajar a tu reino y juntos descubriremos qué está pasando.
Al día siguiente, Jhoan se preparó para su viaje. Sus padres, William y Arlet, le dieron su bendición y algunos consejos mágicos para mantenerse a salvo. Usando el espejo portal, Jhoan viajó rápidamente al Reino de Château d’Ussé.
Al llegar, fue recibido calurosamente por Celeste y sus padres. Aurora y Felipe estaban agradecidos de tener a Jhoan allí para ayudar. Juntos, los niños comenzaron a investigar los rumores del hechizo oscuro.
Descubrieron que los hijos de los villanos en la academia estaban actuando de manera extraña. Junio, el hijo de Jafar, parecía estar más reservado que nunca. Mía, la hija de Maléfica, había dejado de hablar con sus amigos. Camilo, Gustavo y Uriana también mostraban comportamientos inusuales.
Jhoan y Celeste decidieron que debían hablar con los hijos de los villanos directamente. Primero, se acercaron a Junio. Lo encontraron practicando magia en un rincón solitario de la academia.
—Hola, Junio —saludó Jhoan con una sonrisa—. ¿Podemos hablar contigo?
Junio levantó la vista y asintió.
—Claro, ¿qué quieren saber?
Celeste dio un paso adelante.
—Hemos escuchado que hay un hechizo oscuro en nuestro reino. ¿Sabes algo al respecto?
Junio suspiró.
—Sí, lo sé. Mi padre, Jafar, dejó un libro de hechizos oscuros en la academia. Pensé que podría usarlo para impresionar a mis amigos, pero algo salió mal.
Jhoan y Celeste se miraron con preocupación.
—¿Dónde está el libro ahora? —preguntó Jhoan.
—Lo escondí en la biblioteca de la academia —confesó Junio—. No sabía qué más hacer.
Con esta nueva información, Jhoan y Celeste decidieron buscar el libro de hechizos en la biblioteca. Al entrar, encontraron a Mía, la hija de Maléfica, sentada sola con un libro en las manos.
—Hola, Mía —dijo Celeste—. Estamos buscando un libro de hechizos oscuros que podría estar causando problemas en el reino.
Mía levantó la vista, sorprendida.
—¿Un libro de hechizos oscuros? Creo que vi uno en el estante más alto, pero no lo toqué. Me da miedo la magia oscura.
Jhoan y Celeste buscaron en los estantes altos y finalmente encontraron el libro de hechizos oscuros de Jafar. Era un tomo grande y pesado, lleno de páginas envejecidas y cubierto de polvo.
—Lo tenemos —dijo Jhoan con determinación—. Ahora, debemos encontrar la manera de deshacer el hechizo oscuro.
Mientras examinaban el libro, notaron que muchos de los hechizos requerían ingredientes raros y complicados. Decidieron pedir ayuda a sus padres. Aurora y Felipe, junto con William y Arlet, se reunieron en el castillo para discutir cómo deshacer el hechizo.
—La magia oscura siempre tiene un punto débil —explicó William—. Si encontramos el contrahechizo adecuado, podemos revertir el daño.
Trabajando juntos, los padres de Jhoan y Celeste encontraron un contrahechizo que requería la colaboración de todos los habitantes del reino. Debían reunir ingredientes de todo el reino y realizar una ceremonia de purificación.
Con la ayuda de Junio, Mía, Camilo, Gustavo y Uriana, quienes también querían enmendar sus errores, Jhoan y Celeste comenzaron a recolectar los ingredientes. Fue una tarea ardua, pero con esfuerzo y determinación, lograron reunir todo lo necesario.
Finalmente, el día de la ceremonia llegó. Todos los habitantes del reino se reunieron en el gran salón del castillo de Château d’Ussé. William y Aurora lideraron la ceremonia, recitando las palabras del contrahechizo mientras los demás sostenían los ingredientes alrededor de un gran caldero.
Mientras el hechizo se deshacía, una luz brillante envolvió el salón. Los rostros de todos se iluminaron con esperanza y alegría. El hechizo oscuro se disipó y el reino volvió a la normalidad.
Jhoan y Celeste se abrazaron, felices de haber superado juntos esta aventura.
—Lo logramos —dijo Celeste con una sonrisa—. Gracias por estar aquí, Jhoan.
—Siempre estaré aquí para ti, Celeste —respondió Jhoan—. Somos amigos, y nada puede cambiar eso.
Los habitantes del reino celebraron con una gran fiesta, agradeciendo a Jhoan y Celeste por su valentía y amistad. Los hijos de los villanos también aprendieron una lección importante sobre la responsabilidad y el uso correcto de la magia.
A partir de ese día, Jhoan y Celeste continuaron siendo amigos inseparables. Aunque vivían en reinos diferentes, el lazo mágico que los unía se hizo más fuerte que nunca. Sabían que, sin importar las distancias o los desafíos, siempre podrían contar el uno con el otro.
El Reino del País de la Maravilla y el Reino de Château d’Ussé florecieron en armonía y paz, recordando siempre la gran aventura que unió a dos niños valientes en una amistad eterna.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.