En un soleado pueblo, vivían cuatro amigos: Marta, Lucas, Julia y Diego. Un día, mientras jugaban en el ático de Marta, encontraron un antiguo mapa desgastado. Era un mapa del tesoro que conducía a un lugar secreto en el bosque cercano.
Con ojos brillantes y corazones llenos de aventura, decidieron buscar ese tesoro escondido.
Al día siguiente, con mochilas llenas de bocadillos y una brújula, empezaron su aventura. El sol brillaba y los pájaros cantaban mientras caminaban por el bosque. Lucas, que sostenía el mapa, dijo: “Debemos seguir este camino hasta encontrar la gran roca en forma de luna.”
Llegaron a la roca y Julia, la más curiosa, señaló hacia un sendero estrecho. “El tesoro debe estar por allí,” exclamó. Diego, con su linterna en mano, lideró el camino.
De repente, se encontraron con un río caudaloso. Marta, un poco asustada, dijo: “¿Cómo vamos a cruzar?” Lucas, mirando alrededor, encontró unas maderas y sugirió: “Podemos construir un puente.” Trabajando juntos, lograron cruzar el río con éxito.
Después de caminar un poco más, un gran árbol caído bloqueaba su camino. Julia, siempre pensativa, propuso: “Podemos usar esa rama para trepar.” Con ayuda de todos, superaron el obstáculo.
Finalmente, llegaron a un claro donde un antiguo cofre descansaba bajo la sombra de un árbol. “¡El tesoro!” Gritaron emocionados.
Al abrir el cofre, encontraron dentro no oro ni joyas, sino un espejo antiguo con la inscripción: “El verdadero tesoro es la amistad y los recuerdos compartidos.”
Diego, con una sonrisa, dijo: “No necesitamos tesoros, tenemos algo mejor: nuestra amistad.” Marta, Lucas y Julia asintieron, entendiendo que la verdadera riqueza era la aventura que habían vivido juntos y la amistad que los unía.
Conclusión:
Regresaron a casa con el cofre como recuerdo de su aventura. Aunque no encontraron oro, descubrieron que juntos, como amigos, podrían superar cualquier desafío. Y cada vez que veían el espejo, recordaban la maravillosa aventura del rescate del tesoro perdido.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.