Cuentos de Amistad

Entre colores y melodías, un corazón que late al unísono

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un rincón mágico del bosque, donde los árboles hablaban y las flores danzaban con el viento, vivían tres grandes amigos: Blu, el pájaro de plumas azules; Nina, la mariposa de colores brillantes; y Pica, el conejo de suaves orejas largas. Estos tres amigos compartían juegos, risas y aventuras todos los días. A veces, cantaban juntos en el claro del bosque, mientras que otras veces contaban historias a la sombra de un gran roble.

Un día soleado, mientras Blu volaba alto en el cielo, notó que algo brillante resplandecía en el suelo. Decidió bajar para investigar y, al hacerlo, se dio cuenta de que era un tambor pequeño, decorado con dibujos de estrellas y lunas. Intrigado, lo levantó con su pico y se lo llevó a sus amigos.

—¡Nina, Pica! ¡Miren lo que encontré! —gritó Blu, emocionado.

Nina, que estaba posándose en una florecita, aleteó hacia donde estaba Blu y Pica, que se encontraba mordisqueando una zanahoria.

—¡Es un tambor! —exclamó Nina, llenando el aire de chispa.

—Podemos tocar música con él —sugirió Pica, frunciendo el ceño al pensar en lo que podría hacer.

—Ya sé cómo tocarlo —dijo Blu, rememorando melodías armoniosas que había escuchado de otros pájaros—. Pero también necesitamos una canción. ¡Vamos a inventar una juntos!

Y así, en una tarde llena de luz y alegría, los tres amigos empezaron a crear su propia canción. Nina volaba en círculos, mientras escrituraba letras que rimaban al ritmo del tambor. Pica, saltando de aquí para allá, comenzaba a dar ideas sobre el tema. Así fue como, poco a poco, nació una melodía mágica que resonó en el claro.

Sin embargo, mientras ensayaban, se dieron cuenta de que necesitaban algo más. Su canción necesitaba un instrumento adicional, algo que hiciera sonidos suaves y armoniosos. Mientras pensaban, una pequeña ardilla llamada Tico apareció, saltando entre las ramas.

—¿Qué están haciendo? —preguntó Tico curioso, deteniéndose a un lado.

—Estamos creando una canción, pero nos falta un instrumento —respondió Pica, con un brillo de esperanza en sus ojos.

—¿Tienen algo en mente? —inquirió Tico, moviendo su cola rápidamente.

Blu pensó por un momento y luego dijo: —¡Podrías ser nuestra ayuda! Tu voz puede ser un hermoso instrumento. ¿Quieres unirte a nosotros?

Tico, emocionado con la propuesta, asintió con energía. Se acomodó en una rama baja y comenzó a cantar con dulzura, añadiendo melodías a la canción que ellos habían creado. Juntos, los cuatro amigos, cada uno con su propio estilo, comenzaron a tocar y cantar.

La tarde pasó volando entre acordes y risas. Crearon una canción que hablaba sobre la amistad, de cómo cada uno era especial a su manera y de lo hermoso que era crear algo juntos. Comenzaron a tocar más fuerte y, al hacerlo, notaron cómo otras criaturas del bosque se acercaban, atraídas por la música. Las mariposas aleteaban, las flores se movían con el ritmo y hasta los árboles parecían bailar al son de su melodía.

Aunque improvisaron un poco, cada uno de los amigos aportó su toque especial: Blu con su canto alegre, Nina con sus notas brillantes, Pica con sus saltos divertidos y Tico con su voz suave y armoniosa. Juntos, formaban un grupo mágico que reflejaba la alegría de su amistad.

Al finalizar su canción, los aplausos de los habitantes del bosque resonaron: los ciervos asintieron con sus cabezas, las ardillas hacían piruetas y las aves revoloteaban con entusiasmo. Fue un momento especial que jamás olvidarían. La alegría y la música unieron a todos en el bosque, recordándoles que, aunque eran diferentes, podían lograr cosas maravillosas si trabajaban juntos.

Con el tiempo, los amigos se volvieron famosos en el bosque por su canción de la amistad. Decidieron organizar un gran espectáculo para compartir su melodía con todos. Invitaron a todos los animales y prepararon un escenario hecho de ramas y hojas brillantes. Nina, con su belleza y colores, adornó el lugar con flores. Pica, con su energía contagiosa, se ocupó de que todo estuviera en orden. Blu invitó a sus amigos pájaros, mientras que Tico no dejaba de cantar para animar a la audiencia.

Finalmente, llegó el gran día. Todos los animales del bosque estaban allí, emocionados por ver la actuación. Los cuatro amigos se miraron entre sí y sintieron sus corazones latir al unísono. Empezaron a tocar su canción y, a medida que la melodía llenaba el aire, todos se unieron en un hermoso coro que resonaba en cada rincón.

La canción hablaba de la importancia de la amistad, de ser diferentes, pero juntos, creando una armonía perfecta. Cada uno aportaba algo especial, y eso era lo que hacía que todo fuera posible. Al terminar su actuación, los aplausos llenaron el claro y los corazones de todos se sintieron llenos de alegría.

Desde ese día, el bosque nunca dejó de resonar con la música de la amistad. Y así, Blu, Nina, Pica y Tico se convirtieron en los mejores amigos, creando melodías y compartiendo risas, aprendiendo que, al final de todo, la verdadera magia de la vida se encuentra en los lazos que formamos con aquellos que amamos. Cantando y tocando juntos, demostraron que la amistad es un tesoro que puede hacer brillar incluso los días más oscuros, y que, cuando un corazón late al unísono, se pueden lograr cosas maravillosas.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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