Cuentos de Amistad

Entre Risas y Disputas

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño y acogedor pueblo, donde las casas de colores brillantes parecen sacadas de un cuento, vivían Gabriel y Sofía, dos hermanos que, aunque se querían mucho, tenían una peculiar manera de demostrarlo: discutiendo por casi todo.

Gabriel, el mayor por apenas dos años, era conocido en su escuela por su espíritu aventurero y un sentido del humor que a veces sólo él entendía. Sofía, por su parte, era una niña inteligente y creativa, famosa entre sus amigos por inventar juegos y contar historias fascinantes.

Un soleado sábado por la mañana, los dos hermanos se encontraron en una situación más familiar de lo que les gustaría admitir. En el centro de su luminoso salón, rodeados de juguetes, libros y dibujos esparcidos por el suelo, ambos se habían fijado en el mismo objeto: un robot de juguete con luces y sonidos que su tío les había regalado recientemente.

«¡Me toca jugar con el robot, Sofía! ¡Hoy es mi turno!» exclamó Gabriel con una seguridad que rozaba la exasperación.

«No es justo, ¡ayer apenas lo usaste y ya me lo quitaste!» replicó Sofía, con sus rizos rubios rebotando a medida que gesticulaba para enfatizar su punto.

La discusión escaló con cada réplica, como un juego de tenis en el que las palabras eran la pelota, y ninguno de los dos quería perder el punto. Entre acusaciones sobre quién había jugado más el día anterior y quién había sido el responsable de que el robot casi se perdiera bajo el sofá, la madre de Gabriel y Sofía decidió intervenir.

«Gabriel, Sofía, ¿no creen que hay una mejor manera de resolver esto?» preguntó su madre, mientras les mostraba un gran reloj de arena. «Vamos a usar el reloj de arena. Cada uno tendrá treinta minutos para jugar con el robot, y cuando se acabe el tiempo, será el turno del otro.»

A regañadientes, pero sin mejores opciones, ambos aceptaron la solución. Gabriel fue el primero, y mientras jugaba, Sofía observaba, preparando las aventuras que ella viviría con el robot en cuanto le tocara. Para su sorpresa, al cabo de unos minutos, Gabriel le dijo:

«Sabes, Sofía, podríamos construir una base espacial para el robot. Tú eres buena construyendo cosas. ¿Me ayudas?»

Lo que comenzó como un juego solitario se transformó en un proyecto en equipo. Juntos, construyeron la base espacial más impresionante que una caja de cartón y unos cuantos rollos de cinta adhesiva podrían sostener. Había una torre de control, un área de lanzamiento y hasta un pequeño dormitorio para que el robot pudiera «descansar» entre misiones.

Durante horas, los dos hermanos jugaron sin recordar las peleas anteriores. Inventaron historias de galaxias lejanas y planetas por descubrir, y el robot fue el héroe de mil y un peligrosos rescates y exploraciones espaciales.

Al caer la tarde, cuando el sol comenzaba a esconderse y las sombras alargaban la silueta de los árboles en el jardín, Gabriel y Sofía se sentaron exhaustos pero felices en medio de su sala de juegos convertida en estación espacial.

«Sabes, pelear por quién juega primero no es tan divertido como jugar juntos,» dijo Sofía, mientras recogía un astronauta de plástico del suelo.

«Tienes razón,» admitió Gabriel. «Creo que cuando trabajamos juntos, las cosas salen mucho mejor.»

Desde ese día, las discusiones entre Gabriel y Sofía no desaparecieron del todo, pero sí aprendieron algo muy importante: a veces, compartir no solo significa dar turno, sino también crear juntos algo mucho mejor de lo que cualquiera de ellos podría haber hecho solo. Y así, entre risas y alguna que otra disputa, los dos hermanos descubrieron que el verdadero juego comenzaba cuando decidían jugar juntos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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