Había una vez, en un lugar muy especial llamado Kinder Ignacio L Figueroa, dos pequeños amigos llamados Joshua Mateo y Arisbeth. Joshua Mateo era un niño con el cabello castaño y una sonrisa muy juguetona. Arisbeth era una niña con rizos negros y una expresión siempre alegre. Los dos adoraban jugar juntos en el kinder y compartían muchas aventuras cada día.
Una mañana, Joshua Mateo llegó al kinder muy emocionado. Traía consigo un juguete nuevo, un coche rojo brillante que podía correr muy rápido. Arisbeth, al ver el coche, también se emocionó y quiso jugar con él.
—¡Qué bonito coche, Joshua! —dijo Arisbeth, sonriendo.
—Gracias, Arisbeth. Vamos a jugar juntos —respondió Joshua Mateo, extendiéndole el coche.
Los dos amigos comenzaron a jugar, haciendo que el coche corriera por todas partes. Se reían y se divertían mucho. De repente, escucharon a la maestra llamándolos para la hora del cuento. Ambos dejaron el coche a un lado y se sentaron en círculo con los demás niños.
La maestra, con una voz suave y amable, comenzó a leer un cuento sobre un perrito aventurero que se perdía en el bosque y encontraba el camino de regreso gracias a sus amigos. Joshua Mateo y Arisbeth escuchaban atentamente, imaginándose ellos mismos en la historia, ayudando al perrito a encontrar su hogar.
Después del cuento, era hora de la merienda. Todos los niños se dirigieron a las mesitas para comer frutas y galletas. Joshua Mateo y Arisbeth se sentaron juntos, compartiendo sus galletas y riendo mientras comían.
—Arisbeth, ¿quieres venir a jugar a mi casa después del kinder? —preguntó Joshua Mateo, mientras tomaba un sorbo de su jugo.
—¡Sí, me encantaría! —respondió Arisbeth, emocionada—. Podemos seguir jugando con tu coche y también con mis muñecas.
La tarde pasó rápidamente entre juegos, risas y canciones. Finalmente, llegó la hora de ir a casa. Los padres de Joshua Mateo y Arisbeth llegaron para recogerlos, y los dos amigos se despidieron con un gran abrazo.
—¡Hasta mañana, Arisbeth! —dijo Joshua Mateo, agitando su mano.
—¡Hasta mañana, Joshua! —respondió Arisbeth, con una sonrisa.
Al día siguiente, Joshua Mateo y Arisbeth estaban listos para otra aventura en el kinder. Esta vez, decidieron construir una gran torre con bloques de colores. Trabajaron juntos, apilando cuidadosamente los bloques uno sobre otro.
—Mira qué alta está quedando nuestra torre, Joshua —dijo Arisbeth, admirando su obra.
—Sí, es la torre más alta de todo el kinder —respondió Joshua Mateo, orgulloso.
De repente, uno de los bloques de la base comenzó a tambalearse y la torre se derrumbó con un gran estruendo. Ambos niños se quedaron en silencio por un momento, sorprendidos. Luego, comenzaron a reírse a carcajadas.
—¡Vamos a construirla de nuevo! —exclamó Joshua Mateo, levantando los bloques del suelo.
—Sí, pero esta vez haremos la base más fuerte —sugirió Arisbeth, ayudando a recoger los bloques.
Trabajaron juntos una vez más, esta vez asegurándose de que la base fuera lo suficientemente fuerte para sostener la torre. Aprendieron que trabajando en equipo y ayudándose mutuamente podían lograr grandes cosas.
Al final del día, la maestra felicitó a Joshua Mateo y Arisbeth por su trabajo en equipo y su gran amistad. Los dos amigos se sintieron muy orgullosos y felices.
Pasaron los días, y cada uno estaba lleno de nuevas aventuras y aprendizajes. Un día, la maestra organizó una búsqueda del tesoro en el patio del kinder. Joshua Mateo y Arisbeth se unieron como un equipo para encontrar todas las pistas.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.