Cuentos de Amistad

Juan Cruz y su Gran Aventura en un Nuevo País

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez un niño llamado Juan Cruz. Juan Cruz tenía el cabello castaño corto y siempre vestía una camiseta azul brillante y unos pantalones cortos rojos. Vivía en un pequeño pueblo donde tenía muchos amigos y jugaba todos los días en el jardín de infantes. Pero un día, sus padres le dijeron que iban a mudarse a otro país.

—Juan Cruz, vamos a vivir en un lugar nuevo— le dijo su mamá con una sonrisa. —Allí tendrás muchas aventuras y harás nuevos amigos.

Aunque Juan Cruz estaba un poco triste por dejar su hogar y a sus amigos, también estaba emocionado por conocer un nuevo lugar. Empacaron sus cosas y se subieron a un avión que los llevó a una ciudad vibrante y colorida. Había edificios altos, parques enormes y mucha gente amable.

El primer día en su nueva casa, Juan Cruz salió a explorar el vecindario con sus padres. Todo era tan diferente y emocionante. Mientras caminaban por el parque, vieron globos de colores, cometas volando y niños corriendo y riendo. Juan Cruz sintió un poco de timidez, pero sus padres lo animaron a jugar.

—Ve, Juan Cruz. ¡Haz nuevos amigos!— le dijo su papá.

Juan Cruz respiró hondo y se acercó a un grupo de niños que jugaban con una pelota.

—Hola, soy Juan Cruz. ¿Puedo jugar con ustedes?— preguntó con una sonrisa.

—¡Claro!— respondió uno de los niños. —Yo soy Marcos, y estos son Ana y Luis.

Juan Cruz se unió al juego y pronto se sintió como en casa. Corrieron, saltaron y rieron juntos. Marcos le mostró a Juan Cruz cómo volar una cometa, y Ana le enseñó a hacer figuras con globos. Luis, que tenía un perro muy simpático llamado Max, dejó que Juan Cruz le acariciara.

Cada día, Juan Cruz descubría algo nuevo. Conoció más amigos en el parque y en su nueva escuela. La maestra, la señora López, era muy amable y siempre tenía actividades divertidas para la clase. Hacían dibujos, cantaban canciones y aprendían sobre cosas nuevas y emocionantes.

Un día, la señora López les pidió que trajeran algo especial de sus hogares para mostrar a la clase. Juan Cruz decidió llevar un pequeño barco de juguete que su abuelo le había regalado. Era muy especial para él porque le recordaba su antiguo hogar.

Cuando llegó su turno, Juan Cruz se levantó con su barco de juguete y les contó a sus compañeros sobre su vida antes de mudarse. Les habló del río donde solía jugar con su abuelo y de los amigos que dejó atrás.

—Este barco me recuerda a todas las aventuras que tuve en mi antiguo hogar. Y ahora, estoy emocionado por tener nuevas aventuras aquí con ustedes— dijo Juan Cruz con una sonrisa.

Todos los niños aplaudieron y le dijeron a Juan Cruz que estaban felices de tenerlo como amigo. La maestra López también sonrió y le dijo:

—Juan Cruz, estás haciendo un gran trabajo adaptándote a tu nuevo hogar. Estamos muy contentos de tenerte aquí.

A medida que pasaban los días, Juan Cruz se sentía cada vez más feliz y cómodo en su nuevo país. Exploraba los parques, visitaba los museos y aprendía sobre las tradiciones y la cultura de su nuevo hogar. Sus padres estaban muy orgullosos de él y de cómo había enfrentado el cambio con valentía y entusiasmo.

Una tarde, mientras Juan Cruz jugaba en el parque con sus amigos, vieron a un niño nuevo sentado solo en un banco. Parecía triste y un poco asustado. Juan Cruz recordó cómo se había sentido cuando llegó por primera vez y decidió acercarse.

—Hola, soy Juan Cruz. ¿Quieres jugar con nosotros?— le preguntó amablemente.

El niño levantó la mirada y sonrió tímidamente.

—Me llamo Daniel. Acabo de mudarme aquí y no conozco a nadie.

—No te preocupes, Daniel. Nosotros te enseñaremos todo y serás nuestro amigo— dijo Juan Cruz, extendiéndole la mano.

Daniel se unió al grupo y pronto estaba riendo y corriendo con los demás. Juan Cruz se dio cuenta de que, al ayudar a Daniel, también estaba fortaleciendo sus propias amistades y haciendo de su nuevo hogar un lugar aún más especial.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Juan Cruz pensó en todas las cosas maravillosas que había experimentado desde su mudanza. Había aprendido que, aunque los cambios pueden ser difíciles, también traen nuevas oportunidades y amistades.

—Mamá, papá— dijo Juan Cruz mientras se acurrucaba en su cama. —Estoy muy feliz de estar aquí. Gracias por esta gran aventura.

Sus padres lo abrazaron y le dieron un beso de buenas noches.

—Nosotros también estamos muy orgullosos de ti, Juan Cruz. Has sido muy valiente y has encontrado amigos maravillosos. Este es solo el comienzo de muchas más aventuras.

Y así, en su nuevo hogar, Juan Cruz continuó explorando, aprendiendo y haciendo amigos, siempre con una sonrisa en su rostro y la certeza de que, sin importar dónde estuviera, siempre encontraría la manera de ser feliz.

Fin

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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