Cuentos de Amistad

La Amistad en el Corazón del Bosque

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

Puntuación:

0
(0)
 

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico
0
(0)

En un bosque lleno de vida, donde los árboles se balanceaban suavemente con un suave viento que decía: “shhh… shhh…”, y los pajaritos cantaban cada mañana con trinos alegres que sonaban: “pío pío pío”, vivían tres amigos inseparables: Lila la ardilla, Toto el conejo y Bruno el oso pequeño. Estos tres amigos disfrutaban mucho explorar el bosque, jugar entre las hojas crujientes y reír juntos.

Un día, mientras saltaban entre las hojas secas que crujían bajo sus patitas con un sonido de “crac crac crac”, escucharon un ruido muy extraño que nunca antes habían oído. Sorprendidos, se detuvieron y prestaron mucha atención. Era un golpeteo suave sobre la madera, muy pausado y diferente: “toc… toc… toc…”.

Los tres amigos se miraron preocupados.
—¿Escucharon eso? —preguntó Toto, con las orejas bien paradas y muy atento.
—Sí —respondió Lila—, parece que alguien necesita ayuda.

Sin pensarlo mucho, comenzaron a seguir el sonido entre los arbustos, con cuidado para no hacer mucho ruido. Sus pasos se escuchaban “rustle rustle” mientras movían las ramas con cuidado. Al poco tiempo, llegaron hasta un gran árbol donde vieron a Piko, un pájaro carpintero, que estaba triste y que parecía tener un ala lastimada.

—Intentaba hacer mi casa en este árbol —dijo Piko con voz débil—, pero una rama cayó y me golpeó. No puedo terminar mi nido.
Se escuchó un suave quejido del ave mientras movía el ala con dificultad.

Los amigos se quedaron pensando. No querían que Piko se quedara sin hogar, y además, la noche ya comenzaba a llegar, con los grillos que cantaban: “cri cri cri”.

Lila observó con cuidado el árbol y dijo animada:
—¡Yo puedo subir y acomodar las ramitas!
Mientras tanto, se escuchaba un leve raspado ligero de ramas cuando Lila empezaba a escalar.
Toto añadió emocionado:
—¡Y yo puedo traer ramitas y hojas secas para que Piko tenga un nido calentito!
Bruno el oso pequeño, que era fuerte, dijo con voz dulce:
—Y yo puedo buscar ramas grandes para que el nido sea fuerte y seguro.

Los cuatro amigos enseguida se pusieron a trabajar. Lila, rápida y ágil, subía por el tronco, recogiendo ramitas y colocando con cuidado las que ya estaban sueltas en el nido de Piko. Mientras tanto, Toto saltaba adelante y atrás, recogiendo ramas pequeñas y las mejores hojas secas que encontraba. Bruno arrastraba las ramas más grandes con cuidado, no quería lastimar a nadie ni hacer daño a los árboles.

Piko miraba todo con gratitud, aunque no podía volar, se sentía muy feliz de que sus amigos quisieran ayudarlo.
—Muchas gracias —dijo con una sonrisa—, me siento muy afortunado de tener amigos como ustedes.

Mientras trabajaban, el bosque se llenó de sonidos suaves: las hojas crujían bajo los pies de Toto (“crac crac”), el viento susurraba entre las ramas (“shhh… shhh…”), y el canto de los pajaritos seguía acompañándolos (“pío pío pío”).

Pero la tarea no era fácil. Cuando Lila estaba a punto de colocar una ramita en lo alto del árbol, el viento la hizo tambalear un poco, y casi se cae. Bruno, que estaba abajo, levantó sus patitas para ayudarla si necesitaba.
—Ten cuidado, Lila —le dijo con suavidad—, yo te cuido.
—Gracias, Bruno —respondió la ardilla con una sonrisa—, me haces sentir valiente.

Toto, por su parte, encontró una hoja seca muy grande y bonita. Pensó que sería perfecta para cubrir el nido y que Piko no se mojará si llovía. Brincó hasta el lugar donde Lila acomodaba las ramitas y le pasó la hoja con mucho cuidado.
—¡Mira, Lila! —exclamó Toto—, esto lo hará más cómodo.
—¡Buena idea! —dijo la ardilla—. Este nido va a quedar genial.

Mientras terminaban de trabajar, Piko les contó que siempre había soñado con hacer un nido especial, donde sus bebés pájaros se sintieran seguros y felices. Los amigos escuchaban atentos, sintiendo en su corazón lo importante que era ese hogar para Piko.

El sol comenzó a ocultarse y el bosque se volvió más tranquilo. La luz naranja iluminaba el nido recién reparado, que ahora parecía muy fuerte y amable.
—¡Listo! —dijo Lila desde la rama—, creo que ahora puedes descansar bien en tu nido, Piko.
—¡Gracias, amigos! —respondió él, muy contento—. Sin ustedes no habría podido.

Justo en ese momento apareció una pequeña luciérnaga, que voló cerca de Bruno y dijo:
—¡Qué buena labor han hecho! La amistad siempre puede crear cosas maravillosas.
Los amigos sonrieron, felices por las palabras de la luciérnaga, que iluminaba la noche con su pequeña luz.

Antes de despedirse, Piko les hizo una promesa:
—Cuando me recupere, voy a ayudarles siempre que necesiten algo. La amistad es un regalo precioso, y ustedes son mis mejores amigos.

Lila, Toto y Bruno se sintieron muy felices y seguros, porque sabían que en el bosque siempre podrían contar los unos con los otros, para cuidar sus hogares y sus sueños.

Desde ese día, cada vez que escuchaban el viento susurrando “shhh… shhh…” o el canto de los pajaritos “pío pío pío”, sonreían pensando en la aventura que vivieron juntos, y en cómo la amistad había hecho que el bosque fuera un lugar aún mejor, lleno de corazones unidos.

Y así, los cuatro amigos aprendieron que ayudar y estar juntos es el comienzo de la amistad más fuerte y verdadera. Que cuando nos preocupamos por los demás, creamos un hogar en el corazón del bosque, lleno de amor y alegría.

Y así termina esta hermosa historia, con la certeza de que, siempre, juntos, todo es posible.

image_pdfDescargar Cuentoimage_printImprimir Cuento

¿Te ha gustado?

¡Haz clic para puntuarlo!

Comparte tu historia personalizada con tu familia o amigos

Compartir en WhatsApp Compartir en Telegram Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir por correo electrónico

Cuentos cortos que te pueden gustar

autor crea cuentos e1697060767625
logo creacuento negro

Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

Deja un comentario