En un rincón muy especial del mundo, escondido entre nubes de algodón y arcoíris que brillan incluso de noche, se encuentra un lugar mágico conocido como el «Hogar de los Sueños». Aquí, en este hogar lleno de risas y colores, vivía una niña llamada Laia junto con su hermana pequeña, Helga, y sus inseparables amigas, India y Tati.
Laia tenía cuatro años, ojos brillantes como estrellas fugaces y un corazón grande lleno de valentía y bondad. Helga, con solo dos años, seguía a su hermana a todas partes, admirando cada uno de sus pasos. India y Tati, ambas de la misma edad que Laia, compartían su amor por la aventura y la exploración, haciendo de cada día una nueva oportunidad para descubrir los secretos que esconde el «Hogar de los Sueños».
Un día soleado, como sacado de un cuento de hadas, Laia y sus amigas decidieron que era el momento perfecto para una expedición. Se pusieron sus sombreros más coloridos, ataron firmemente los cordones de sus zapatos de aventura, y con una determinación digna de verdaderas exploradoras, se adentraron en el vasto jardín del hogar.
El jardín era un tapiz de mil colores, donde las flores susurraban historias antiguas al viento, y los árboles se erguían majestuosos, protectores de aquel pequeño paraíso. Mientras caminaban, un sendero secreto, oculto detrás de unos arbustos frondosos, captó su atención. Sin pensarlo dos veces, decidieron seguirlo, guiadas por la curiosidad y el anhelo de aventura.
El sendero serpenteante las llevó a un lugar aún más mágico, si eso era posible. Un claro iluminado por la luz suave del sol, donde las flores brillaban con luz propia y los árboles parecían tocar el cielo. Laia, liderando a sus amigas, se adentró con valentía en este nuevo mundo, sus ojos llenos de asombro y emoción.
De pronto, un suave murmullo los detuvo. Un pequeño pajarito, de plumas suaves como la seda y ojos grandes y asustados, estaba atrapado en una rama, llamándolos con su canto triste. Laia, sin dudarlo, se acercó, seguida de cerca por Helga, India y Tati. Juntas, evaluaron la situación, sus mentes trabajando a toda velocidad para encontrar una solución.
Recordando un truco que había visto en uno de los libros de aventuras del «Hogar de los Sueños», Laia cogió una rama pequeña del suelo. Con cuidado y precisión, la usó para levantar la rama que aprisionaba al pajarito, liberándolo. El pequeño pajarito, agradecido, batió sus alas y, con un canto alegre, se elevó hacia el cielo, dejando tras de sí un rastro de brillo y alegría.
Las amigas, emocionadas por su éxito, se abrazaron, saltando de felicidad. Habían salvado a un amigo del bosque y, en ese momento, se sintieron verdaderas heroínas. Con el corazón lleno de orgullo y satisfacción, decidieron regresar al «Hogar de los Sueños», ansiosas por compartir su aventura.
Al llegar, fueron recibidas con una ovación. Tere y Noemí, sus queridas educadoras, las abrazaron fuerte, llenas de orgullo. Las historias de sus aventuras y de cómo habían salvado al pajarito se extendieron como la pólvora, y pronto, todos en el «Hogar de los Sueños» sabían de su valentía y bondad.
Esa noche, mientras las estrellas brillaban más fuerte en el cielo en honor a su hazaña, Laia y sus amigas se acurrucaron bajo las mantas, sus mentes aún reviviendo la aventura del día. Se prometieron que este sería solo el comienzo de muchas más aventuras juntas, explorando cada rincón del «Hogar de los Sueños» y más allá.
Y así, rodeadas de sueños y con el corazón lleno de amistad, Laia, Helga, India y Tati se adentraron en el mundo de los sueños, sabiendo que, juntas, podían enfrentar cualquier desafío que les presentara la vida. Porque en el «Hogar de los Sueños», no solo se cuidaban y protegían, sino que se enseñaba el valor de la amistad, la valentía y la bondad, pilares que sostendrían sus corazones para siempre.
Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.