Cuentos de Amistad

La aventura de Lia y Laura

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Lia y Laura eran amigas inseparables desde que tenían memoria. Habían crecido juntas en la misma ciudad, compartiendo risas, sueños y aventuras. Lia, con su pelo castaño rizado y largo, ojos azules y piel blanca, era conocida por su espíritu aventurero. Laura, por otro lado, tenía el pelo largo y liso castaño, también con ojos azules, y siempre aportaba una calma y sabiduría que equilibraba perfectamente la energía de Lia.

El día en que Lia cumplió 21 años, ambas amigas decidieron celebrar de una manera especial. Habían escuchado sobre un pintoresco pueblo en las montañas donde se podía hacer rafting, una actividad que ambas habían querido probar desde hacía tiempo. Sin pensarlo dos veces, empacaron sus mochilas y se embarcaron en el viaje hacia ese nuevo destino lleno de promesas de aventura.

El camino hacia el pueblo fue emocionante. Atravesaron paisajes de verdes colinas, bosques frondosos y ríos cristalinos. A medida que se acercaban, el murmullo del río se hacía más fuerte, llenándolas de anticipación. Al llegar, fueron recibidas por la vista de un encantador pueblito con casas de colores brillantes y techos de tejas rojas. Las calles adoquinadas y los puestos de artesanías les dieron la bienvenida a un lugar que parecía salido de un cuento de hadas.

Tras instalarse en una acogedora posada, Lia y Laura se dirigieron al centro de actividades al aire libre donde se organizaban las excursiones de rafting. Allí, un guía experimentado les explicó las normas de seguridad y les entregó los equipos necesarios: cascos, chalecos salvavidas y remos. Las chicas escuchaban atentamente, emocionadas pero conscientes de la importancia de seguir todas las indicaciones.

El río corría con fuerza, y al verlo por primera vez, ambas sintieron una mezcla de nervios y entusiasmo. Subieron al bote inflable junto con su guía y otros aventureros, y el viaje comenzó. Al principio, los rápidos eran suaves, permitiéndoles disfrutar del paisaje y acostumbrarse al movimiento del agua. Pero pronto, la corriente se hizo más intensa, y el bote comenzó a moverse a gran velocidad.

Lia gritaba de emoción mientras remaba con fuerza, disfrutando cada momento de la adrenalina que sentía. Laura, aunque un poco más reservada, no podía evitar sonreír al ver la felicidad de su amiga y la belleza del entorno. El río las llevó a través de cañones estrechos, bajo puentes de madera y junto a cascadas impresionantes.

De repente, una ola más grande de lo esperado golpeó el bote, y Lia perdió momentáneamente el equilibrio, cayendo al agua. Laura, con el corazón en un puño, vio cómo su amiga desaparecía bajo la superficie por unos segundos que parecieron eternos. Pero el entrenamiento y las indicaciones de seguridad del guía surtieron efecto. Lia emergió rápidamente, aferrándose al borde del bote mientras el guía y los demás la ayudaban a subir de nuevo.

Con una sonrisa nerviosa pero aliviada, Lia agradeció a todos y se sentó, empapada pero sin perder el ánimo. Laura le dio un fuerte abrazo, contenta de que todo hubiera salido bien. El resto del viaje transcurrió sin mayores incidentes, y las chicas disfrutaron de cada rápido y cada remanso, trabajando juntas para mantener el bote en la dirección correcta.

Al llegar al final del recorrido, fueron recibidas con aplausos por otros aventureros y guías. La experiencia las había unido aún más, y ambas sabían que tenían una historia increíble que contar. De regreso en la posada, se cambiaron de ropa y se dirigieron a la plaza del pueblo, donde encontraron un pequeño café con una terraza que daba al río.

Mientras tomaban chocolate caliente y pastel de frutas, hablaron sobre la aventura del día. Lia no podía dejar de reírse al recordar su caída al agua, y Laura la acompañaba con una risa contagiosa. El sol comenzaba a ponerse, pintando el cielo con tonos de naranja y rosa, y las chicas se sentían en paz.

Esa noche, de vuelta en su habitación, Lia y Laura se prometieron seguir explorando el mundo juntas, enfrentando nuevos retos y viviendo nuevas aventuras. Sabían que, sin importar los obstáculos, siempre podrían contar la una con la otra.

Al día siguiente, decidieron explorar el pueblo y sus alrededores. Visitaron el mercado local, donde compraron recuerdos y probaron deliciosos platillos típicos. También hicieron una caminata por los senderos cercanos, descubriendo cascadas escondidas y miradores con vistas espectaculares.

Cada momento que pasaban juntas reforzaba su amistad. Habían aprendido que, aunque las aventuras podían ser emocionantes y a veces peligrosas, lo más importante era tenerse la una a la otra. Su amistad era su mayor fortaleza, y sabían que juntas podían enfrentar cualquier desafío.

El último día de su estancia en el pueblo, Lia y Laura se despidieron del lugar con una mezcla de nostalgia y gratitud. Habían vivido una experiencia inolvidable, y estaban listas para regresar a casa y compartir sus historias con sus amigos y familiares. Mientras el autobús las llevaba de regreso a la ciudad, comenzaron a planear su próxima aventura, soñando con nuevos lugares por descubrir y nuevas experiencias por vivir.

Y así, Lia y Laura continuaron su viaje por la vida, sabiendo que la verdadera aventura no estaba solo en los lugares que visitaban, sino en la amistad que las unía y en los recuerdos que creaban juntas.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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