Era un día soleado en la ciudad, y cinco amigos se preparaban para vivir una de las experiencias más emocionantes de sus vidas. Jhoan, Iker, Celeste, Mateo y Santiago estaban emocionados porque iban a ver a su banda favorita, Forbos, en concierto. Llevaban semanas hablando de ello y finalmente el día había llegado.
Jhoan era un chico lleno de energía, con el cabello corto y castaño. Iker, su mejor amigo, era muy curioso y llevaba siempre unas gafas que le daban un aire de investigador. Celeste era una niña alegre con una coleta que saltaba con cada paso que daba. Mateo, el más alto del grupo, siempre llevaba una gorra y tenía una gran sonrisa. Santiago, por otro lado, era reflexivo y siempre tenía un libro en las manos.
Los cinco amigos se encontraron temprano en la plaza y caminaron juntos hacia el estadio donde se realizaría el concierto. La emoción era palpable. Hicieron fila pacientemente, aunque esta se movía muy lentamente. Jhoan e Iker no podían dejar de hablar sobre cómo sería ver a Forbos en vivo.
Sin embargo, mientras esperaban, Iker comenzó a distraerse. Sus ojos se desviaban constantemente hacia las atracciones y puestos de comida que había alrededor. En un momento, vio un puesto de helados y no pudo resistir la tentación. “¡Chicos, miren! ¡Helados!” exclamó Iker, señalando el puesto.
Celeste, siempre dispuesta a una aventura, sugirió: “¿Por qué no compramos unos helados mientras esperamos? Aún tenemos tiempo antes de que empiece el concierto.”
Todos estuvieron de acuerdo y se dirigieron al puesto de helados. Cada uno eligió su sabor favorito: Jhoan optó por chocolate, Iker por vainilla, Celeste por fresa, Mateo por menta y Santiago por limón. Se sentaron en un banco cercano a disfrutar de sus helados mientras seguían hablando del concierto.
De repente, Mateo notó algo extraño. “Oigan, ¿no les parece que la fila se está moviendo más rápido ahora?” preguntó, señalando hacia el estadio.
“¡Tienes razón!” exclamó Jhoan. “¡Vamos, no queremos perdernos nada!”
Rápidamente, los cinco amigos se levantaron y se unieron de nuevo a la fila. A medida que se acercaban a la entrada, la emoción crecía. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, llegaron al control de entradas. Mostraron sus boletos y entraron al estadio.
El estadio estaba lleno de gente, todos ansiosos por ver a Forbos. Los amigos encontraron un buen lugar cerca del escenario y se acomodaron. La música de fondo llenaba el aire y las luces del escenario brillaban intensamente.
Mientras esperaban a que comenzara el concierto, Jhoan notó que Iker seguía mirando a su alrededor, como si buscara algo. “¿Qué pasa, Iker?” preguntó Jhoan.
“No sé, tengo la sensación de que algo emocionante va a pasar,” respondió Iker con una sonrisa misteriosa.
Justo en ese momento, las luces del estadio se apagaron y una voz anunció: “¡Damas y caballeros, por favor den la bienvenida a Forbos!”
El estadio estalló en aplausos y gritos mientras la banda subía al escenario. La música comenzó a sonar y los amigos no podían contener su emoción. Bailaron y cantaron junto con la banda, disfrutando cada momento.
A mitad del concierto, la banda hizo una pausa y el vocalista habló al público. “Queremos agradecer a todos por estar aquí esta noche. Tenemos una sorpresa especial para algunos de nuestros fans más jóvenes. ¿Dónde están Jhoan, Iker, Celeste, Mateo y Santiago?”
Los cinco amigos se miraron sorprendidos. “¡Estamos aquí!” gritaron al unísono, levantando las manos.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.