En un pequeño pueblo mágico llamado Vallesombrío, donde las leyendas de inventores y sus increíbles creaciones cobraban vida, vivían tres amigos inseparables: Jhoan, Santiago y Mateo. Estos amigos compartían una curiosidad insaciable por cómo funcionaban las cosas y un espíritu aventurero que los hacía destacar entre los demás niños del pueblo.
Un día, mientras estaban en la escuela, el viejo profesor Elías les habló de una antigua leyenda que decía que en lo profundo del Bosque Encantado se encontraba una piedra mágica que otorgaba poderes extraordinarios a quien la poseyera. Según la leyenda, esta piedra podía dar la habilidad de ver el futuro, volar, tener fuerza sobrehumana y hasta teleportarse. La noticia llenó de emoción a los tres amigos, y decidieron que ellos serían quienes encontrarían esa piedra.
Lo que los chicos no sabían era que cada uno ya poseía un poder especial: Jhoan podía viajar en el tiempo gracias a un antiguo reloj que había heredado de su abuelo; Santiago tenía la habilidad de estirar su cuerpo como si fuera de goma, y Mateo podía multiplicarse a voluntad, creando copias de sí mismo. Aunque aún no dominaban completamente estos poderes, sabían que serían esenciales en su aventura.
Armados con un mapa que el profesor Elías les había dado, salieron de la escuela directo al corazón del Bosque Encantado. El bosque era un lugar de maravillas y peligros, con criaturas y plantas que no existían en ningún otro lugar del mundo. Los árboles eran tan altos que parecían tocar el cielo y las flores brillaban con luz propia en la oscuridad del bosque.
A medida que avanzaban, Jhoan usaba su reloj para evitar los peligros que ya habían sucedido en el pasado, mientras que Santiago usaba su elasticidad para ayudar a sus amigos a cruzar ríos y barrancos. Mateo, por su parte, enviaba a sus copias en diferentes direcciones para explorar el camino más seguro.
Después de varias horas de caminata, los amigos se encontraron con su primer gran desafío. En un claro del bosque, había una trampa que parecía casi imposible de cruzar. Era un gran abismo con un puente colgante que se veía demasiado frágil. Sin embargo, con la ayuda de los poderes de Santiago y Mateo, lograron cruzar. Santiago se estiró para formar un puente con su propio cuerpo, y las copias de Mateo distribuyeron el peso de manera uniforme para que no fuera demasiado para Santiago.
Una vez superado el abismo, continuaron su caminata hasta que llegaron a una cueva oculta detrás de una cascada. Dentro de la cueva, encontraron la piedra mágica, pero estaba protegida por un enigma que debían resolver para poder acceder a ella. El enigma decía: «Solo aquellos que trabajan juntos pueden cruzar el verdadero puente hacia la magia».
Trabajando juntos, los tres amigos descifraron el enigma: necesitaban combinar sus poderes para alcanzar la piedra. Jhoan viajó brevemente en el tiempo para entender la historia de la piedra, Santiago creó un puente con su cuerpo para alcanzar la plataforma donde estaba la piedra, y las copias de Mateo se unieron para formar una torre humana que permitiera a Jhoan alcanzar la piedra.
Al tomar la piedra, se dieron cuenta de que su verdadero poder no era el de otorgar habilidades mágicas, sino el de fortalecer la amistad y el trabajo en equipo entre ellos. Con una nueva comprensión de su amistad y sus habilidades, regresaron al pueblo como héroes, no solo por haber encontrado la piedra, sino por haber demostrado el valor de la unidad y el compañerismo.
Desde ese día, Jhoan, Santiago y Mateo no solo fueron vistos como niños curiosos del pueblo, sino también como ejemplos de lo que se puede lograr cuando se trabaja juntos. Y así, en cada nueva aventura, siempre recordaban que la verdadera magia residía en su amistad, una amistad que los llevaba a enfrentar juntos cualquier desafío que Vallesombrío les presentara.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.