Cuentos de Amistad

La Aventura Mágica en la Escuela Primaria Los Colores

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Era un hermoso día de primavera, y en la Escuela Primaria Los Colores, los estudiantes estaban entusiasmados por comenzar una nueva jornada. Los pájaros cantaban, el cielo era de un azul brillante, y el sol llenaba de luz y alegría el patio de recreo. Entre todos los niños, había cinco amigos muy especiales: Jhoan, Iker, Celeste, Hellen y Santiago. Estos niños no solo compartían una gran amistad, sino que también tenían poderes mágicos que los hacían únicos.

Jhoan era un niño reflexivo y amable. Su poder especial era la empatía, lo que significaba que podía sentir las emociones de las personas con solo tocarlas. Esto le ayudaba a ser muy comprensivo con sus amigos, ya que siempre sabía cuándo alguien estaba triste, feliz o preocupado. Sin embargo, aquel día, mientras caminaba hacia el aula, Jhoan se dio cuenta de que algo extraño estaba sucediendo. Podía escuchar los pensamientos de sus compañeros sin siquiera tocarlos. Primero pensó que lo estaba imaginando, pero pronto se dio cuenta de que podía oír claramente los pensamientos de todos a su alrededor. Esto lo desconcertó y decidió contárselo a sus amigos.

Iker, por su parte, era completamente diferente a Jhoan. Siempre estaba lleno de energía y en constante movimiento. Su superpoder era la súper velocidad, lo que le permitía moverse tan rápido que apenas se le podía ver. Iker adoraba usar su poder para hacer pequeñas travesuras, como mover libros de un estante a otro en un abrir y cerrar de ojos, o correr por el campo de fútbol antes de que alguien se diera cuenta de que ya había cruzado de un lado al otro. Cuando Jhoan le contó sobre los pensamientos que escuchaba, Iker se detuvo, sorprendido, lo cual no era algo que sucediera a menudo.

—¡Eso es increíble, Jhoan! —exclamó Iker, moviéndose de un lado a otro—. ¡Podemos averiguar qué piensan todos!

Celeste, la más tranquila y serena del grupo, también tenía un poder especial: podía levitar. Podía elevarse suavemente del suelo y flotar a su antojo. Aunque era tímida, a sus amigos les encantaba verla volar por el patio como una suave brisa. Celeste escuchaba atentamente lo que Jhoan decía, y aunque le parecía un poco extraño, confiaba en él.

—Quizá tus poderes están cambiando —sugirió Celeste con una sonrisa amable mientras flotaba ligeramente sobre el suelo—. Tal vez ahora puedas hacer más cosas.

Hellen, siempre entusiasta y curiosa, tenía la habilidad de crear luz con sus manos. Podía hacer brillar sus manos como si fueran pequeñas lámparas, lo que a veces les venía muy bien cuando se quedaban a jugar hasta tarde y empezaba a oscurecer. Al escuchar lo que le pasaba a Jhoan, Hellen sintió una chispa de emoción.

—¡Tenemos que investigar esto! —dijo Hellen, haciendo brillar sus manos con entusiasmo—. Tal vez sea el comienzo de una nueva aventura.

Finalmente, Santiago, el más calmado y observador del grupo, tenía la capacidad de mover objetos con la mente. Aunque nunca hacía alarde de su poder, lo utilizaba cuando era necesario, como para alcanzar algo en lo alto de un estante o mover una pelota que se había quedado atrapada. Al escuchar la situación de Jhoan, Santiago simplemente asintió, pensativo.

—Si podemos descubrir por qué tus poderes han cambiado, podríamos aprender más sobre los nuestros también —dijo Santiago, moviendo una pequeña piedra con su mente para ilustrar su punto.

Decididos a descubrir qué estaba sucediendo, los cinco amigos se reunieron en el patio durante el recreo. Jhoan estaba preocupado por este cambio en sus habilidades, pero con sus amigos a su lado, sentía que todo sería más fácil de entender. Comenzaron a probar qué podía hacer Jhoan ahora. Él se concentró y, con solo mirar a sus compañeros, podía sentir sus pensamientos más profundos.

—Esto es increíble, Jhoan —dijo Celeste, flotando a su lado—. Puedo sentir que estás escuchando lo que pienso, pero no es incómodo. Es como si supieras exactamente cómo ayudarme.

Hellen, siempre la más entusiasta, propuso una idea:

—¿Y si usamos tus nuevos poderes para ayudar a los demás? Podríamos hacer que las clases sean más divertidas y ayudar a nuestros amigos cuando lo necesiten.

Jhoan asintió, aunque aún estaba un poco inseguro. No quería abusar de su nueva habilidad, pero también sabía que, con cuidado, podría ser algo positivo. Sin embargo, Iker, siempre el más travieso, ya estaba pensando en cómo podrían usar los poderes de Jhoan para hacer algunas bromas inofensivas.

—Podríamos averiguar qué va a decir el profesor antes de que lo diga —sugirió Iker, con una sonrisa traviesa—. ¡Imagínate lo divertido que sería!

Los amigos se rieron, pero Santiago, siempre más serio, advirtió:

—Debemos ser responsables con nuestras habilidades. Podemos hacer cosas maravillosas, pero también debemos asegurarnos de no causar problemas.

Todos estuvieron de acuerdo con Santiago. Sabían que sus poderes eran un regalo, pero también comprendían que debían usarlos de manera correcta. Así que, en lugar de hacer bromas o aprovecharse de los pensamientos de sus compañeros, decidieron centrarse en ayudar a los demás y en aprender más sobre cómo funcionaban sus poderes.

El primer lugar donde decidieron usar sus habilidades fue en el aula. Durante una de las clases, el profesor de ciencias, el señor García, estaba enseñando sobre el sistema solar. Aunque a todos les gustaba mucho la ciencia, la explicación del señor García era un poco complicada y algunos de los compañeros de clase parecían estar teniendo dificultades para entender.

Jhoan, que ahora podía escuchar los pensamientos de sus amigos, sintió que varios niños estaban confundidos. Algunos no entendían bien cómo funcionaban las órbitas de los planetas, y otros estaban demasiado tímidos para hacer preguntas.

—Creo que puedo ayudar —susurró Jhoan a sus amigos.

Con cuidado, levantó la mano y preguntó al profesor:

—Señor García, ¿podría explicar de nuevo cómo los planetas giran alrededor del sol?

El profesor, sin saber que Jhoan estaba siendo un portavoz de las dudas de varios compañeros, sonrió y comenzó a explicar de manera más clara, utilizando dibujos en la pizarra. Poco a poco, los rostros de los estudiantes empezaron a iluminarse, comprendiendo mejor la lección.

—¡Funcionó! —dijo Celeste en voz baja—. Usaste tu poder para ayudar a los demás.

Jhoan sonrió, sintiendo que había hecho algo bueno. Pero esa no fue la única vez que utilizaron sus poderes para el bien de la clase.

Más tarde, en la clase de educación física, Hellen notó que una de las niñas, Clara, tenía miedo de saltar por encima de una cuerda alta durante una actividad de saltos. Clara era muy tímida y siempre intentaba pasar desapercibida, pero Hellen sintió que podía hacer algo para darle más confianza.

—Déjamelo a mí —dijo Hellen, sonriendo.

Se acercó a Clara y, con un gesto amable, encendió una pequeña luz en sus manos. Aunque era solo una luz suave y pequeña, hizo que los ojos de Clara se iluminaran. Hellen le susurró:

—Puedes hacerlo. Solo tienes que intentarlo una vez. Yo estaré aquí para ayudarte.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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