Había una vez, en una hermosa sabana llena de árboles, flores y un gran río, tres amigos muy especiales. Uno de ellos era un Oso llamado Bruno, que tenía un pelaje suave y marrón. Bruno era muy amistoso y siempre estaba dispuesto a ayudar a sus amigos. Su risa era contagiosa y siempre lograba hacer sentir bien a los que lo rodeaban.
El segundo amigo era una Zebra llamada Zara. Zara era muy creativa y le encantaba dibujar. Siempre llevaba consigo un cuaderno donde dibujaba la belleza de la naturaleza. Sus rayas blancas y negras la hacían ver muy elegante, y su energía era desbordante. Era la más traviesa del grupo y siempre se inventaba juegos para jugar con sus amigos.
El tercer amigo era León, un majestuoso león llamado Leo. Leo tenía una melena dorada que brillaba bajo el sol, y su rugido era fuerte, pero era un león de buen corazón. Siempre protegía a sus amigos y mantenía la paz en la sabana. Él era el líder del grupo, pero en vez de ser rígido, siempre escuchaba las ideas y preocupaciones de sus amigos.
Un día, mientras jugaban cerca del río, observaron a un grupo de cebras que parecían asustadas. Zara dejó su cuaderno a un lado y se acercó un poco más. «¿Qué les pasa, amigas cebras?», preguntó con curiosidad. Las cebras, que tenían un aspecto muy triste, respondieron: «Hola, Zara. Nos sentimos muy preocupadas. Desde hace unos días, un gran depredador ha estado merodeando por nuestra area y no nos deja comer tranquilas. Tememos que algo malo nos suceda».
Bruno, al escuchar esto, frunció el ceño. «No podemos permitir que eso continúe. Debemos hacer algo por ellas», dijo decidido. Leo, que siempre pensaba en cómo proteger a su comunidad, asintió. «Tienes razón, Bruno. Debemos ayudar a las cebras a sentirse seguras».
Así que los tres amigos comenzaron a pensar en un plan. Zara sugirió: «Tal vez podamos crear una trampa para asustar al depredador. Si lo hacemos bien, estaremos a salvo». Aunque la idea de hacer una trampa sonaba emocionante, Leo pensaba que podría ser arriesgado. «No debemos lastimar al depredador. Tal vez podemos encontrar una manera de que se vaya sin lastimarlo», propuso el león.
Los tres amigos se quedaron en silencio unos momentos, pensando en la mejor manera de proceder. De repente, Bruno tuvo una brillante idea. «¿Y si hacemos mucho ruido y lo asustamos? Se irá corriendo», sugirió con entusiasmo. Zara sonrió y dijo: «¡Esa es una gran idea, Bruno! Podemos hacer un gran escándalo que lo sorprenda».
Entonces, los tres amigos comenzaron a planear su estrategia. Zara se encargó de hacer unos carteles con dibujos coloridos y divertidos que anunciaban el gran evento. La Zebra invitó a otros animales de la sabana a participar. «¡Vamos a hacer el ruido más grande que hayamos hecho!», exclamó emocionada. Muchos animales se unieron al plan, sintiendo el entusiasmo de sus amigos.
Cuando llegó el día del evento, la sabana estaba llena de vida. Oso Bruno hizo vibrar su cuerpo y mediante un fuerte rugido, Leo comenzó a alentar a todos los animales a hacer mucho ruido. Las aves cantaban, los elefantes hacían sonar sus trompetas, las ranas croaban, y hasta los insectos zumbaban. Era una fiesta de sonidos y colores. Los animales estaban todos juntos, demostrando que la amistad era un poderoso motor para lograr algo increíble.
Las cebras se sintieron muy felices al ver que todos sus amigos estaban allí para apoyarlas. El ruidoso espectáculo llegó a oídos del depredador, que era un temible tigre llamado Tano. Tano, al escuchar el bullicio de toda la sabana, se sintió tan sorprendido que decidió que no valía la pena quedarse allí. «No me gusta esto», pensó, sintiéndose incómodo. «No quiero enfrentarme a todos esos animales».
Así que Tano decidió alejarse y buscar un lugar más tranquilo donde pudiera descansar. Cuando el tigre se marchó, los amigos sintieron una gran alegría. Zara, Bruno, Leo y las cebras celebraron su victoria. «¡Lo logramos!», gritó la Zebra emocionada. «Hemos protegido a todas las cebras gracias a nuestra amistad y trabajo en equipo».
Los animales de la sabana se unieron a la celebración, bailarines y cantores, llenando el aire de risas y felicidad. Pero no solo fue una fiesta, sino también una lección sobre la importancia de la amistad y la colaboración. Al fin y al cabo, juntos eran más fuertes.
Bruno, que siempre tenía razones para reír, miró a sus amigos y dijo: «¿Ven lo que se puede lograr cuando trabajamos juntos?». Zara asintió y añadió: «No solo hemos asustado a Tano, sino que juntos hemos hecho que todos en la sabana se sientan seguros y felices». Leo, con su gran sonrisa, concluyó: «Siempre habrá desafíos, pero si permanecemos unidos y ayudamos unos a otros, podremos superar cualquier cosa».
Así, los amigos continuaron viviendo felices en la sabana, siempre listos para ayudar a los demás y disfrutar de cada momento juntos. Aprendieron que la amistad era la mayor fuerza de todas y que cada uno era especial a su manera. E hicieron un pacto: siempre estarían ahí para apoyar a sus amigos, sin importar lo que sucediera. La amistad era su mayor tesoro, y juntos podían enfrentar cualquier desafío que se interpusiera en su camino. Por siempre y para siempre, los amigos en la sabana vivieron llenos de alegría, aventuras y grandes risas.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.