Cuentos de Amistad

La Búsqueda Desesperada de Sultán el Amigo Fiel

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era una mañana soleada cuando Jorge se despertó con una sonrisa enorme. Sabía que ese día iba a ser especial porque iba a salir al parque con su mejor amigo, Sultán, su perro inseparable. Sultán era un perro cariñoso, juguetón y muy fiel. Siempre estaba al lado de Jorge, y los dos compartían aventuras todos los días. Jorge, con sus ocho años, sentía que Sultán no solo era un perro, sino un verdadero amigo.

Después de desayunar, Jorge le pidió a su papá, Adán, que los acompañara al parque. Mamá, Susan, estaba preparando unas deliciosas galletas para la merienda. Todo parecía perfecto, pero nadie sabía que ese día, sin darse cuenta, estaba a punto de comenzar una búsqueda agotadora y llena de emoción.

Cuando llegaron al parque, Jorge soltó a Sultán para que corriera libremente. Sultán saltaba, perseguía mariposas y jugaba con otros perros. Jorge reía y a veces lanzaba la pelota para que su amigo la atrapara. Papá Adán y mamá Susan se sentaron en una banca cercana para observarlos y charlar tranquilamente.

Después de un rato, Jorge fue a comprar un helado de vainilla en el puesto del parque. Como estaba tan emocionado, sin darse cuenta, dejó la correa de Sultán en el banco. Sultán estaba muy concentrado en las hojas que caían de los árboles y en la tierra que revoloteaba con el viento.

De repente, un fuerte ruido de bicicletas pasando velozmente cercanas asustó a Sultán. El perro soltó un pequeño ladrido y, en un momento, salió corriendo sin rumbo fijo. Cuando Jorge regresó con su helado y volteó a mirar, no vio a Sultán por ningún lado. Su corazón se apretó al instante.

—¡Sultán! —gritó Jorge con desesperación, llamando al perro sin respuesta.

Mamá Susan y papá Adán se levantaron rápidamente al escuchar el grito de su hijo.

—¿Qué pasa, Jorge? —preguntó mamá preocupara.

—¡Sultán se perdió! Se escapó corriendo y no lo podemos encontrar —respondió Jorge con los ojos llenos de lágrimas.

Papá Adán respiró profundo para tranquilizar a Jorge y a mamá Susan. Sabía que tenían que actuar rápido.

—No te preocupes, hijo. Vamos a encontrarlo juntos —dijo con firmeza y cariño.

Los cuatro comenzaron a caminar por el parque, llamando a Sultán por su nombre. Buscaron detrás de los arbustos, subieron y bajaron pequeñas colinas y preguntaron a otros niños y adultos si habían visto a un perro marrón claro con manchas blancas. Pero nadie lo había visto.

La familia decidió dividirse para cubrir más terreno. Papá Adán fue hacia el área del lago, que estaba al final del parque, mientras mamá Susan se dirigió a la zona de los juegos infantiles con Jorge. Los dos últimos se mantuvieron muy cerca, porque Jorge estaba muy triste y necesitaba el apoyo de su mamá.

Jorge no podía dejar de pensar en Sultán, recordaba todos los momentos felices que habían compartido. Desde que Sultán había llegado a casa siendo un cachorro pequeño hasta cómo siempre lo protegía y lo hacía reír. La idea de que su amigo fiel estuviera solo y asustado le rompía el corazón.

Mientras caminaban, mamá Susan le dijo:

—¿Sabes, Jorge? A veces cuando nos sentimos tristes o perdidos, nuestros amigos también se sienten igual. Pero si seguimos buscándolo, Sultán sabrá que no ha perdido a sus amigos, que todos lo esperan con mucho amor.

Jorge asintió, agarrando la mano de su mamá con fuerza. Sentía que no debía rendirse.

Por otro lado, papá Adán caminaba con determinación alrededor del lago. Miró debajo de los árboles, revisó los arbustos y llamó a Sultán con voz suave pero constante.

De repente, un ruido sutil llamó su atención. Un ladrido suave vino desde detrás de un grupo de árboles cerca del lago. Papá Adán se acercó con cuidado, y allí, casi escondido entre las ramas y hojas caídas, encontró a Sultán. El perro estaba un poco sucio y parecía cansado, pero cuando vio a papá Adán, movió la cola rápidamente y corrió hacia él.

—¡Sultán! —exclamó Adán con alegría.

Papá Adán tomó a Sultán en brazos y lo abrazó fuerte. Luego llamó a Jorge y a mamá Susan por teléfono para decirles la buena noticia.

Cuando Jorge y mamá llegaron corriendo al lugar, sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad.

—¡Sultán está aquí! —gritó Jorge mientras abrazaba a su amigo peludo.

Mamá Susan sonrió y acarició a Sultán, feliz de que todo terminaría bien.

—Gracias a papá por buscar tan lejos —dijo Jorge.

Papá Adán respondió con una sonrisa:

—Todos ponemos nuestro esfuerzo cuando queremos de verdad a alguien.

Ya reunidos, la familia decidió que era hora de regresar a casa. Sultán parecía muy contento de estar con ellos y cansado de la aventura.

De camino a casa, Jorge le contaba a Sultán todas las cosas que hicieron para encontrarlo. Sultán parecía escuchar con atención y movía la cola, feliz de estar seguro nuevamente.

Al llegar, mamá Susan sacó las galletas que había preparado y se las dio a Jorge y a papá Adán, mientras que Jorge le ofreció un poco de agua fresca a Sultán. Todos estaban cansados, pero felices.

—Hoy aprendimos lo importante que es la amistad y el cariño —dijo Jorge mientras comía su galleta—. Sultán no es solo mi perro, es mi mejor amigo, y nunca voy a dejar que se pierda otra vez.

Mamá Susan abrazó a Jorge y agregó:

—Y nosotros, como familia, siempre estaremos juntos para ayudarnos, cuidarnos y apoyarnos, porque cuando hay amor y amistad, todo es posible.

Papá Adán miró a su hijo y a Sultán con una sonrisa de orgullo.

—Este día nos recordó que debemos estar atentos y cuidar lo que más queremos con responsabilidad —dijo.

Jorge, con los ojos brillantes, acarició a Sultán y prometió que desde ese día, siempre pondría la correa cuando salieran a caminar. Sultán, con su ladrido feliz, parecía estar de acuerdo.

Esa noche, antes de dormir, Jorge le dio un beso a Sultán y le susurró:

—Eres mi amigo fiel para siempre. Gracias por confiar en mí.

Sultán respondió con un suave ladrido y se acomodó a su lado. En ese momento, Jorge entendió que la amistad verdadera no solo se demuestra con juegos y risas, sino también con el esfuerzo, el amor y la perseverancia de nunca rendirse cuando uno quiere a alguien.

Y así, la familia de Jorge aprendió una valiosa lección: juntos, con amor y paciencia, pueden superar cualquier problema y encontrar siempre el camino de regreso a casa, porque en la amistad, como en la vida, lo más importante es no perder nunca la esperanza.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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