Cuentos de Amistad

La Fiesta Soñada de Alaia: Un Día de Alegría y Amor entre Hermanos y Amigos

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez una niña llamada Alaia que vivía en un alegre hogar lleno de amor y risas. Alaia era una pequeña con grandes sueños, y uno de sus más grandes deseos era tener una fiesta especial con todos sus amigos y seres queridos. Siempre había deseado una fiesta donde pudiera jugar, reír y compartir momentos felices con sus hermanos y amigos.

Un día soleado, mientras Alaia jugaba en el jardín, corrió hacia su mamá y su papá con una brillante idea. «¡Quiero hacer una fiesta en mi casa!», exclamó con entusiasmo. Su papá, que era un hombre divertido y siempre apoyaba las ideas de sus hijos, sonrió y dijo: «¡Eso suena genial, Alaia! ¿Qué tipo de fiesta quieres hacer?». Alaia pensó por un momento y dijo: «Quiero una fiesta de amistad, donde todos podamos jugar y compartir cosas ricas». Su mamá, que siempre estaba lista para ayudar, se unió a la conversación. «Podemos preparar deliciosos bocadillos y juegos divertidos. ¡Va a ser una fiesta maravillosa!».

Alaia estaba tan emocionada que corrió a contarles a sus hermanas y hermanos. Tenía tres hermanas llamadas Lía, Sofía y Clara, y dos hermanos llamados Mateo y Diego. Cuando Alaia entró en la habitación, las llamó a todas. «¡Chicas! ¡Chicos! ¡Voy a organizar una fiesta de amistad!», dijo con una gran sonrisa. Sus hermanas y hermanos se miraron entre sí, llenos de alegría. «¡Eso suena increíble! ¿Cómo podemos ayudar?», preguntó Lía, la mayor de las hermanas, que siempre quería participar en todo lo que hacía Alaia.

«Podemos hacer decoraciones, preparar juegos y elegir la música», sugirió Mateo, que siempre tenía buenas ideas. Sofía, con su pequeña voz, dijo: «Yo puedo hacer invitaciones para que vengan nuestros amigos». Clara añadió con entusiasmo: «Y yo puedo ayudar a mamá en la cocina». Diego, que a veces se mostraba un poco travieso, dijo: «¡Yo me encargaré de que todos se diviertan!».

Así fue como Alaia y sus hermanos comenzaron a planear la fiesta soñada. Prepararon un gran cartel que decía «Fiesta de Amistad» y luego hicieron invitaciones coloridas para sus amigos. Alaia eligió a su amiga más cercana, una perrita llamada Lula, para que también viniera a la fiesta. Lula era una perra muy juguetona y le encantaba estar con los niños. Alaia estaba segura de que la fiesta sería mucho más divertida con Lula presente.

Los días pasaron volando mientras todos se preparaban con gran entusiasmo. El día de la fiesta llegó, y Alaia se despertó muy temprano. Miró por la ventana y vio que el sol brillaba en el cielo. «¡Es el día perfecto!», pensó, mientras se vestía con su vestido favorito. Mamá y papá estaban en la cocina, preparando deliciosos bocadillos como galletas, mini sándwiches y un gran pastel de colores. Alaia ayudaba a poner los globos y las banderitas en el jardín, mientras sus hermanas y hermanos se aseguraban de que todo estuviera listo.

Cuando llegó la hora de la fiesta, los amigos empezaron a llegar. Alaia sintió una gran emoción al ver a todos sus amigos entrar por la puerta. Lula también llegó saltando y moviendo la cola, emocionada por la fiesta. Todos jugaban en el jardín, corriendo, riendo y disfrutando del aire fresco.

Los niños jugaron varios juegos, desde la cuerda hasta una búsqueda del tesoro que había planeado Lía. Cada vez que un niño encontraba un tesoro escondido, todos aplaudían y reían de alegría. Mientras tanto, en la mesa, Sofía servía las galletas y los sándwiches, y Clara se aseguraba de que cada niño tuviera algo delicioso para comer. «¡Esto es lo mejor!», gritaba uno de los amigos mientras disfrutaba de un bocadillo.

Después de un rato de juegos y risas, llegó el momento de cantar. Todos se reunieron alrededor de la mesa para cantar «Feliz Cumpleaños» al gran pastel que Alaia había elegido, aunque no era su cumpleaños. Era solo una forma de celebrar la amistad. Alaia cerró los ojos y pidió un deseo: que la amistad siempre estuviera presente en sus vidas. Cuando sopló las velas, sus amigos aplaudieron y se sintieron muy felices.

Después de comer, todos se sentaron en el césped para escuchar música y contar historias. Fue un momento mágico, lleno de risas y ternura. Alaia se dio cuenta de que la verdadera belleza de la fiesta no solo estaba en los juegos y la comida, sino en los momentos compartidos con sus hermanos y amigos. Mientras contemplaba a todos felices y sonriendo, Alaia sintió una calidez en su corazón. «La amistad es lo más importante», pensó.

Cuando la fiesta fue terminando y los amigos comenzaron a marcharse, Alaia se sintió triste pero al mismo tiempo llena de alegría. Había compartido momentos inolvidables con las personas que amaba. Sus hermanos y hermanas la abrazaron, y todos estaban tan contentos de haber trabajado juntos para hacer de esa fiesta un momento especial. «Gracias por ayudarme a preparar la fiesta soñada», dijo Alaia con una sonrisa.

«¡Siempre estaremos aquí para ti!», respondieron sus hermanos y hermanas a la vez. Era un recordatorio de que, sin importar lo que sucediera, siempre tendrían el uno al otro.

Así, el día terminó con el corazón de Alaia lleno de amor y gratitud. Se dio cuenta de que la amistad era el regalo más hermoso que podía tener y que siempre habría oportunidades para crear momentos maravillosos juntos. Todos se acomodaron en el sofá con Lula acurrucada entre ellos, felices y satisfechos, sabiendo que en los corazones de cada uno de ellos, la amistad brilla siempre y jamás se apaga.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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