Cuentos de Amistad

La Gran Aventura de María, Juan y Sara

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, tres amigos inseparables llamados María, Juan y Sara. María era una niña con largo cabello castaño y una sonrisa que iluminaba el día. Juan, con su cabello corto y negro, siempre estaba lleno de energía y listo para cualquier aventura. Sara, con sus rizos rubios y ojos brillantes, tenía una imaginación sin límites y siempre estaba inventando juegos nuevos.

Un soleado día de primavera, los tres amigos decidieron ir al parque, un lugar lleno de colores y diversión. El parque tenía columpios, toboganes, un arenero y un enorme árbol que era perfecto para trepar. María, Juan y Sara corrían por el parque, riendo y disfrutando del aire fresco. Decidieron que ese día sería especial, un día lleno de nuevas aventuras.

Primero, se dirigieron a los columpios. María se subió al columpio más alto y pidió a Juan que la empujara. «¡Más alto, Juan, más alto!» gritaba María mientras se balanceaba hacia el cielo. Juan la empujaba con todas sus fuerzas, y María sentía como si pudiera tocar las nubes. Sara, mientras tanto, estaba en el columpio de al lado, imaginando que era una pájaro volando libremente.

Después de un rato, decidieron explorar el tobogán más grande del parque. Sara, siendo la más valiente, subió primero y se deslizó a toda velocidad, gritando de emoción. «¡Es tu turno, Juan!» dijo Sara cuando llegó al final del tobogán. Juan subió rápidamente y se deslizó con una gran sonrisa en su rostro. María los siguió, y los tres amigos se reían mientras repetían la aventura una y otra vez.

Más tarde, se dirigieron al arenero. Sara sugirió que construyeran un castillo de arena. «Será el castillo más grande y hermoso que jamás hayamos visto,» dijo con entusiasmo. Los tres amigos comenzaron a trabajar juntos, cavando, moldeando y decorando su castillo con flores y hojas que encontraron alrededor del parque. Cuando terminaron, se sintieron muy orgullosos de su creación.

Mientras descansaban bajo el gran árbol, María tuvo una idea. «¿Y si hacemos una búsqueda del tesoro?» propuso. Sara y Juan estuvieron de acuerdo, emocionados por la nueva aventura. María tomó una hoja de papel y comenzó a dibujar un mapa del parque, marcando con una «X» el lugar donde esconderían el tesoro. Luego, escondieron un pequeño cofre lleno de piedras brillantes y conchas que habían recogido del río.

La búsqueda del tesoro comenzó, y los tres amigos siguieron el mapa, buscando pistas y resolviendo acertijos que ellos mismos habían creado. Cada pista los llevaba más cerca del tesoro, y finalmente, después de mucho buscar, encontraron el cofre escondido bajo un arbusto. «¡Lo encontramos!» gritaron al unísono, celebrando su éxito con abrazos y risas.

Al caer la tarde, los amigos se sentaron en el césped, cansados pero felices. María, Juan y Sara sabían que siempre tendrían esas aventuras y recuerdos juntos. Sabían que la amistad que compartían era especial y que, sin importar lo que pasara, siempre se apoyarían y se cuidarían mutuamente.

El parque comenzó a vaciarse, y los tres amigos supieron que era hora de regresar a casa. «Hoy ha sido el mejor día,» dijo Juan, mientras se levantaban para irse. «Sí, ha sido increíble,» agregó Sara, tomando la mano de María. «Siempre seremos amigos,» dijo María, y los tres se abrazaron una vez más antes de partir.

De camino a casa, Juan, María y Sara no podían dejar de hablar sobre las aventuras del día. Hicieron planes para más búsquedas del tesoro, más castillos de arena y más momentos llenos de risas y juegos. La amistad entre ellos se fortalecía con cada risa compartida, cada juego inventado y cada momento juntos.

Y así, en el pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, María, Juan y Sara continuaron siendo los mejores amigos. Aprendieron que la verdadera amistad es un tesoro más valioso que cualquier cofre lleno de piedras brillantes. Entendieron que la amistad significa estar allí el uno para el otro, compartir aventuras y crear recuerdos que durarán para siempre.

Y colorín colorado, este cuento de amistad se ha terminado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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