Era una tarde cálida de verano, y el cielo comenzaba a teñirse de tonos naranjas y rosados. El parque de las flores, conocido por sus coloridos campos y aromas dulces, brillaba con la luz dorada del sol que se desvanecía lentamente. En el centro del parque, bajo un gran árbol, se encontraban la tía y el tío de una mariposa muy especial.
Esta mariposa, llamada Mariposa, no era como las demás. Tenía unas alas de colores vibrantes que parecían cambiar con la luz del día, y siempre estaba acompañada por sus amigas, las Abejas. Juntas, Mariposa y las Abejas pasaban sus días volando entre las flores, disfrutando del néctar y compartiendo historias sobre sus aventuras en el parque.
Aquella tarde, sin embargo, algo era diferente. Unas nubes grises comenzaron a aparecer en el horizonte, y una ligera brisa trajo consigo el suave olor a lluvia. Mariposa, que estaba posada en una gran margarita, miró hacia el cielo y sonrió.
—Parece que va a llover —dijo, batiendo sus alas suavemente.
—Sí, pero no será una lluvia cualquiera —respondió una de las Abejas—. He oído que esta será una lluvia caliente. Dicen que cuando caiga, el parque se llenará de vapor y la noche se volverá mágica.
Mariposa se emocionó al escuchar aquello. Le encantaban las historias sobre la magia que ocurría en el parque durante la lluvia caliente. Había oído que las estrellas brillaban más fuerte, y que incluso los árboles parecían susurrar secretos antiguos a quienes estuvieran dispuestos a escucharlos.
La tía y el tío, que observaban a Mariposa desde la distancia, se acercaron al oír la conversación.
—No te preocupes por la lluvia, querida —dijo la tía con una sonrisa—. Algunas de las mejores aventuras suceden cuando menos las esperas.
El tío, que era más reservado, asintió con la cabeza y añadió:
—A veces, la lluvia trae consigo sorpresas que cambian la forma en que vemos el mundo.
Y así, con la promesa de una noche especial por delante, Mariposa y las Abejas decidieron quedarse en el parque para ver qué maravillas traería la lluvia.
Poco después, las primeras gotas comenzaron a caer, tibias y suaves, como caricias sobre las flores. Mariposa extendió sus alas y sintió el calor de las gotas sobre ellas. Las Abejas revolotearon a su alrededor, emocionadas por la sensación única de la lluvia caliente.
—¡Es tan agradable! —exclamó una de las Abejas mientras se sacudía las gotas de su cuerpo peludo.
De pronto, el aire comenzó a llenarse de vapor, y el parque entero se transformó en un paisaje onírico. Las flores brillaban bajo la luz tenue de las estrellas que comenzaban a aparecer en el cielo. El vapor subía del suelo, creando un manto de niebla que envolvía todo a su alrededor, dándole un aspecto mágico al parque.
Mariposa, maravillada por el espectáculo, voló hacia lo alto, buscando ver todo desde una nueva perspectiva. Desde allí arriba, podía ver cómo el parque entero resplandecía bajo el manto de estrellas. Las hojas de los árboles susurraban suavemente al viento, y Mariposa sintió que, de alguna manera, el parque estaba vivo, compartiendo con ellas su magia.
Las Abejas, mientras tanto, se quedaron en el suelo, zumbando alegremente entre las flores que ahora brillaban con una luz suave.
—Nunca había visto algo tan hermoso —dijo una de las Abejas, mirando hacia el cielo.
Mariposa descendió de nuevo, posándose cerca de sus amigas.
—Este es un lugar muy especial —dijo, sonriendo—. Y me alegra poder compartirlo con ustedes.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.