Cuentos de Amistad

La melodía de la noche eterna: un canto de identidad y liberación

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

Puntuación:

4.5
(2)
 

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En una pequeña aldea rodeada de montañas y bosques, vivía una niña llamada Vanya. Ella era una niña soñadora con una sonrisa encantadora que iluminaba incluso los días más nublados. Tenía el cabello rizado como una nube y unos ojos color avellana que brillaban con curiosidad. Vanya amaba explorar el mundo que la rodeaba, y su mayor deseo era tener muchos amigos con quienes compartir sus aventuras.

Un día, mientras jugaba cerca de un arroyo, Vanya se encontró con un pequeño ciervo que parecía perdido. Tenía un pelaje suave y un par de ojos grandes y asustados. «Hola, pequeño amigo», dijo Vanya, agachándose para mirarlo mejor. «¿Estás perdido? No te preocupes, te ayudaré a encontrar a tu familia.»

El ciervo, que se llamaba Lino, sintió la calidez y amabilidad en la voz de Vanya. Se acercó lentamente y, para su sorpresa, no sentía miedo. «Soy Lino», dijo el ciervo, «me he alejado demasiado de mi mamá y mis hermanos. ¿Puedes ayudarme a encontrarlos?»

Vanya sonrió y asintió. «Claro que sí, Lino. ¡Vamos a buscar a tu familia juntos!» Así, la niña y el ciervo se pusieron en marcha. Caminaban por el bosque, cruzaban pequeños puentes de madera y disfrutaban de los hermosos colores de las flores y las mariposas que danzaban a su alrededor.

Mientras caminaban, Vanya le contaba a Lino sobre sus sueños y sus deseos. “Quiero conocer el mundo entero”, decía con emoción. “Y, sobre todo, quiero tener un grupo de amigos con quienes compartirlo.” Lino escuchaba atentamente, sintiéndose feliz de tener una amiga como Vanya.

Después de un rato de búsqueda, se encontraron con una tortuga llamada Tula. Era sabio y siempre tenía un consejo útil para dar. Vanya y Lino se acercaron a ella. “Hola, Tula. ¿Has visto a un grupo de ciervos por aquí? Lino se ha perdido y necesita encontrar a su familia”, preguntó Vanya con esperanza.

Tula sonrió y respondió con su voz pausada: “Lo he visto en la ladera del monte, cerca de la gran roca. Muchas veces, los ciervos se reúnen allí al atardecer.” Vanya se sintió aliviada y agradeció a Tula por la información. “Vamos, Lino, ¡estamos más cerca de encontrar a tu familia!”, exclamó Vanya, repleta de alegría.

Siguiendo las indicaciones de Tula, Vanya y Lino avanzaron por senderos que los llevaban hacia la ladera del monte. Mientras caminaban, Vanya pensaba en lo feliz que sería si lograra ayudar a Lino. “Tú serás mi primer gran amigo”, pensaba, sintiendo en su corazón el deseo de que su amistad creciera.

Finalmente, llegaron a la gran roca, y ante sus ojos se extendía un hermoso claro donde varios ciervos pastaban tranquilamente. “¡Mira, Lino! ¡Ahí está tu familia!”, gritó Vanya emocionada. Lino se llenó de alegría y corrió hacia ellos, agradeciendo a Vanya con un salto juguetón.

Los ciervos habían estado muy preocupados por su pequeño Lino, y cuando lo vieron regresar, corrieron a su encuentro. “¡Lino, te extrañamos tanto!”, dijeron. Vanya, observando la escena, sintió una extraña mezcla de alegría y tristeza. Se alegraba por Lino, pero también deseaba tener una familia así, que la esperara con tanto amor.

Mientras los ciervos se reunían, un grupo de aves voló sobre ellos y comenzaron a cantar una melodía hermosa. Vanya cerró los ojos y dejó que la música envolviera su corazón. “Ojalá algún día tenga una canción que me hable de la amistad”, pensó.

Cuando los ciervos se tranquilizaron, Vanya se acercó a Lino y le dijo: “Estoy tan feliz de que hayas encontrado a tu familia. Pero, ahora que tienes a tus amigos, ¿me dejarías ser parte de tu vida también?” Lino miró a Vanya y sonrió. “¡Claro que sí! Siempre serás mi amiga, Vanya. Me gustaría que vinieras a jugar aquí todos los días.”

Vanya se sintió aliviada y agradecida. Su corazón latía de emoción al saber que, a partir de ese día, no estaba sola. Se despidió de la familia de Lino, prometiendo regresar al día siguiente.

Los días pasaron y Vanya se convirtió en parte del grupo de amigos del bosque. Lino, Tula y las aves se unieron a ella en juegos y aventuras. Juntos exploraban cuevas misteriosas, saltaban sobre arroyos y contaban historias juntos bajo el cálido sol.

Un día, mientras estaban reunidos cerca de un claro, Lino compartió un secreto que había estado guardando. “He oído que hay una melodía mágica que puede unir a todos los amigos y hacer más fuerte la amistad”, dijo con los ojos brillantes. “Dicen que se puede escuchar en la cima de la montaña más alta”.

Vanya se sintió intrigada. “¡Podemos ir a buscar esa melodía juntos!”, sugirió. Todos estuvieron de acuerdo y prepararon una expedición hacia la cima de la montaña. Tula, con su sabiduría, guiaría al grupo con seguridad.

El camino fue empinado y lleno de desafíos, pero Vanya nunca se dio por vencida. Juntos, superaron obstáculos y se ayudaron mutuamente. Tula recordaba siempre que la amistad es un viaje, no un destino, y compartía palabras de aliento mientras avanzaban.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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