Cuentos de Amistad

Las Amigas y el Gran Cambio

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En la pequeña escuela del barrio, había un grupo de cinco amigas que siempre estaban juntas: Rebeca, Ariana, Ana Paula, Nicol y Luana. Ellas eran inseparables y compartían todo, desde juegos hasta secretos. Pero había algo que también compartían y no era tan bueno: a todas les encantaba comer comida chatarra.

Todos los días, durante el recreo, las niñas se reunían en su rincón favorito del patio. Allí, sacaban de sus mochilas bolsas de papas fritas, galletas dulces y refrescos. Aunque disfrutaban mucho esos momentos, cada vez se sentían más cansadas y sin energía para jugar después.

Un día, la maestra Clara, que siempre se preocupaba por el bienestar de sus alumnos, decidió hablar con ellas. Durante la clase, les mostró un colorido cartel sobre la importancia de comer saludable. El cartel tenía imágenes de frutas, verduras y otros alimentos nutritivos que ayudaban a los niños a crecer fuertes y sanos.

—Niñas, hoy vamos a hablar sobre la alimentación saludable —dijo la maestra Clara—. ¿Saben por qué es importante comer bien?

Las cinco amigas se miraron entre sí, un poco confundidas. Rebeca levantó la mano y preguntó:

—¿Comer papas fritas no es saludable, maestra?

La maestra Clara sonrió con amabilidad y respondió:

—Las papas fritas pueden ser deliciosas, pero no son algo que debamos comer todos los días. Nuestro cuerpo necesita vitaminas y nutrientes que se encuentran en otros alimentos, como las frutas y las verduras.

Ariana frunció el ceño y dijo:

—Pero a nosotras nos gustan las galletas y los refrescos. ¿No podemos seguir comiéndolos?

—Claro que sí, Ariana —dijo la maestra Clara—, pero con moderación. Es importante equilibrar nuestra dieta con alimentos saludables. Comer frutas y verduras nos da la energía que necesitamos para jugar y aprender.

Después de la charla, las amigas comenzaron a pensar en lo que la maestra había dicho. Esa misma tarde, decidieron reunirse en casa de Rebeca para hablar del tema. Se sentaron alrededor de la mesa del comedor, que estaba llena de diferentes tipos de comida: había manzanas, zanahorias, galletas y refrescos.

—Creo que la maestra Clara tiene razón —dijo Rebeca—. A veces me siento muy cansada después de comer tantas papas fritas.

—A mí también me pasa —añadió Ana Paula—. Quizás deberíamos intentar comer más saludable.

—Podríamos hacer un trato —sugirió Nicol—. Podemos comer comida chatarra solo una vez a la semana y el resto del tiempo, comer alimentos saludables.

Luana, que siempre estaba dispuesta a apoyar a sus amigas, asintió con entusiasmo.

—¡Me parece una idea genial! Además, podemos hacerlo divertido. Cada una puede traer una fruta o verdura diferente para compartir.

Las niñas estuvieron de acuerdo y decidieron empezar su nuevo plan al día siguiente. En el recreo, en lugar de sacar bolsas de papas fritas, cada una sacó una fruta de su mochila. Rebeca trajo manzanas, Ariana tenía plátanos, Ana Paula llevaba uvas, Nicol sacó zanahorias y Luana tenía fresas.

Al principio, fue un poco extraño para ellas, pero pronto comenzaron a disfrutar de los sabores frescos y dulces de las frutas. Además, se dieron cuenta de que tenían mucha más energía para correr y jugar. La maestra Clara notó el cambio y las felicitó por su decisión.

—Estoy muy orgullosa de ustedes, niñas —les dijo—. Han tomado una decisión muy inteligente al cuidar de su salud.

Con el tiempo, las cinco amigas descubrieron que había muchas maneras divertidas de comer saludable. Inventaron recetas nuevas, como brochetas de frutas y ensaladas coloridas. También comenzaron a llevar almuerzos saludables a la escuela, inspirando a otros niños a hacer lo mismo.

Una tarde, mientras disfrutaban de una merienda de frutas en el parque, Rebeca dijo:

—Nunca pensé que comer saludable podría ser tan divertido. ¡Y además me siento mucho mejor!

—Yo también —dijo Ariana—. ¡Y tenemos más energía para jugar!

Ana Paula, que siempre era muy creativa, sugirió:

—¿Y si organizamos un día de comida saludable en la escuela? Podríamos invitar a todos a traer sus frutas y verduras favoritas.

A todas les encantó la idea, y con la ayuda de la maestra Clara, organizaron el «Día de la Comida Saludable». Decoraron el aula con carteles y dibujos sobre la importancia de una buena alimentación, y cada niño trajo un plato saludable para compartir.

El día del evento, la escuela se llenó de colores y sabores. Había tantas frutas y verduras diferentes que parecía un festival. Los niños probaron cosas nuevas y aprendieron mucho sobre cómo cuidar de su salud. La maestra Clara estaba encantada de ver cómo todos disfrutaban y participaban.

—Hoy hemos aprendido una lección muy importante —dijo la maestra Clara al final del día—. La salud es un tesoro que debemos cuidar, y hacerlo con amigos es aún mejor.

Las cinco amigas, Rebeca, Ariana, Ana Paula, Nicol y Luana, se sintieron muy orgullosas de lo que habían logrado. Habían demostrado que con un poco de esfuerzo y trabajo en equipo, podían hacer grandes cambios en sus vidas y en la de sus compañeros.

Desde ese día, continuaron comiendo saludable y disfrutando de sus meriendas de frutas. Aprendieron que una buena alimentación no solo les daba energía, sino que también fortalecía su amistad. Y así, en la pequeña escuela del barrio, las niñas demostraron que cuidar de la salud y de los amigos es la mejor aventura de todas.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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