Cuentos de Amistad

Sóbrela Vida y sus Batallas

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Bolívar y Páez eran dos amigos inseparables que vivían en un pequeño pueblo rodeado de montañas y un hermoso río. Desde muy pequeños, habían compartido innumerables aventuras, explorando cada rincón del bosque, escalando montañas y nadando en el río. La amistad entre ellos era fuerte, como la raíz de un árbol antiguo que se afianza en la tierra.

Un día soleado, mientras jugaban en la orilla del río, decidieron hacer algo diferente. “¿Por qué no exploramos más allá de las colinas? Quizás descubramos algo increíble”, sugirió Bolívar con una sonrisa llena de emoción. Páez, siempre dispuesto a la aventura, asintió. “¡Eso suena genial! ¡Vamos ya!” Y así, con una mochila llena de meriendas y un mapa en la mano, comenzaron su jornada.

Mientras subían por la ladera de la montaña, los amigos se encontraron con un pequeño claro lleno de flores de todos los colores. Bolívar se emocionó. “¡Mira cuántas flores! Esto es hermoso. Deberíamos recoger algunas para llevar a casa.” Páez, que siempre había sido más cuidadoso, respondió: “Debemos tener cuidado de no dañar las plantas. Este lugar es especial y debemos respetarlo.” Bolívar entendió y ambos decidieron solo admirar las flores, dejando que crecieran libres.

Después de un rato de caminar, se encontraron con un pequeño arroyo que cruzaba su camino. El sonido del agua era relajante, y Bolivar, lleno de energía, propuso construir un pequeño puente con las ramas que habían encontrado por el camino. Páez miró a su amigo, un poco escéptico. “No sé si eso sea seguro. Mejor busquemos un lugar más fácil para cruzar.” Pero la emoción de Bolívar fue más fuerte, y tras unos minutos de discusión, Páez accedió a ayudarlo.

Trabajaron juntos, apilando ramas y colocando piedras para crear un pequeño puente. Cuando finalmente lo terminaron, Bolívar estaba tan emocionado que empezó a probar su propia creación. Corrió hacia el puente, pero en el último segundo, resbaló y cayó al agua. Páez, que había estado observando con preocupación, se lanzó rápidamente al arroyo y ayudó a su amigo a salir. “¡Estás empapado!” exclamó Páez, tratando de contener la risa. Bolívar, aún con el agua escurriendo de su cabello, comenzó a reírse también. “Bueno, al menos ahora estoy fresco.”

Continuaron su camino, riendo y compartiendo historias. Sin embargo, a medida que comenzaron a acercarse a la cima de la montaña, se dieron cuenta de que estaba oscureciendo. “Tal vez deberíamos regresar”, dijo Páez, sintiendo que el tiempo se les estaba escapando. Pero Bolívar, con su espíritu aventurero, respondió: “¡Solo un poco más! Prometo que será divertido.” Convencido por su entusiasmo, Páez decidió seguir adelante.

De repente, se encontraron con un gran roble en la cima de la colina. Era tan enorme que parecía tocar el cielo, y sus ramas se extendían como una sombrilla natural. Bajo el árbol, había una pequeña puerta tallada en el tronco que los dos amigos nunca habían visto. “¿Te imaginas qué hay dentro?” preguntó Bolívar con sus ojos llenos de curiosidad. “Quizás es una casa mágica o un escondite de duendes.” Páez, un poco más cauto, dudó. “No deberíamos abrirla. Podría ser peligroso.”

La curiosidad de Bolívar era demasiado fuerte. Se acercó y, para su sorpresa, la puerta se abrió con un suave chirrido. Dentro, encontraron un mundo maravilloso que parecía sacado de un cuento de hadas. Había criaturas fantásticas, árboles de caramelos y ríos de miel. Pero lo que más les llamó la atención fue a un pequeño ser que parecía un hada, que volaba alrededor de ellos.

“¡Hola, amigos!” dijo el hada con una voz melodiosa. “Soy Lumina. Bienvenidos a mi hogar. He estado esperando a dos valientes como ustedes.” Bolívar, lleno de emoción, le preguntó: “¿Qué está pasando aquí? ¡Es tan hermoso!” Lumina sonrió. “Este lugar es un refugio donde los sueños se hacen realidad, pero solo aquellos que valoran la amistad pueden permanecer aquí.”

Páez, intrigado, miró a Bolívar y luego a Lumina. “¿Qué tienes que hacer para quedarte aquí?” “Debes ayudarme a resolver un acertijo,” explicó Lumina. “El acertijo habla sobre la amistad y la unión. Si lo logran, podrán disfrutar de este mágico lugar por siempre.” Los dos amigos se miraron, conscientes de que su amistad estaba a prueba, pero también llenos de determinación.

Lumina dijo el acertijo: “En el cielo siempre brillan, pero no son estrellas. Cuando están juntos, dan luz, pero solos no valen nada. ¿Qué son?” Bolívar pensó por un momento y luego dijo: “¡Las luciérnagas!” Pero Lumina sacudió la cabeza con una sonrisa. “Cerca, pero no. Recuerden, son más poderosas en grupo.” Páez, que había estado meditando, de repente gritó: “¡Las antorchas! Siempre brillan más cuando están juntas.” Lumina aplaudió emocionada. “¡Correcto! La amistad es como una antorcha: brilla más cuando estamos juntos.”

Con eso, Lumina les otorgó la oportunidad de explorar su mágico reino, pero los amigos se dieron cuenta de que, aunque era un lugar maravilloso, su hogar también era especial. “Tal vez deberíamos regresar”, sugirió Bolívar. Luz en los ojos, Lumina asintió. “Ahora saben que su amistad es la verdadera magia.”

Cuando regresaron a su pueblo, el sol ya se estaba poniendo. Miraron hacia atrás a la montaña, sabiendo que su aventura había fortalecido su vínculo. Aquel día habían aprendido que la amistad no solo se trata de pasar momentos divertidos o de aventuras, sino de estar juntos en cualquier situación. Con una sonrisa en sus rostros, decidieron que siempre se apoyarían mutuamente, sin importar las dificultades que enfrentaran en el futuro. Así, al volver a casa, sintieron que la verdadera belleza de la vida radica en los lazos que se crean con los amigos, que son un tesoro invaluable.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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