Cuentos de Amistad

Un Día de Amistad y Sopa Mágica

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 7 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y campos de flores, vivía una niña llamada Lucía. Lucía tenía el cabello castaño que brillaba bajo el sol del mediodía y unos ojos tan grandes y expresivos que parecían capturar la belleza del mundo que la rodeaba. Ella tenía cuatro amigos inseparables: Gia, con su cabello rubio y su siempre presente sonrisa; Adriel, el niño de los ingeniosos inventos y el pelo negro como la noche; Abel, el más valiente y deportista de todos, con su pelo corto y moreno; y Nuria, la artista del grupo, quien podía crear mundos de colores con solo unos pinceles y su imaginación, destacada por su largo cabello negro.

Un día, mientras Lucía paseaba por el parque del pueblo, se encontró con Abel, quien llevaba en sus manos una canasta cubierta por un paño a cuadros. Con una sonrisa, Abel le contó sobre su abuela, quien había preparado una sopa especial para él y sus amigos. Decidieron que sería una excelente idea compartir la sopa en el parque, disfrutando de la naturaleza y la compañía del otro. Pronto, se unieron Gia, Adriel y Nuria, cada uno aportando su propia chispa de alegría al grupo.

Colocaron una manta en el suelo, cerca de un banco bajo la sombra de un gran árbol, y Abel destapó la canasta, revelando una olla humeante con una sopa que desprendía un aroma delicioso y acogedor. La sopa brillaba con colores que parecían danzar en el caldo; rojos, verdes, amarillos y naranjas se mezclaban en un espectáculo de colores que cautivaba los sentidos.

Mientras saboreaban la sopa, Lucía notó que algo mágico comenzaba a suceder. Con cada cucharada, los árboles parecían crecer más verdes y altos, el cielo se teñía de los colores más vivos y hasta el aire parecía llenarse de risas y música. Pronto, los amigos descubrieron que no era una sopa común; era una Sopa de la Amistad, un antiguo plato que, según las leyendas del pueblo, tenía el poder de fortalecer los lazos entre quienes la compartían.

Animados por este descubrimiento, decidieron que cada uno aportaría un ingrediente especial a la sopa, algo que representara su esencia y su amistad. Gia trajo pétalos de rosa azul, símbolo de su lealtad; Adriel, un pequeño invento que burbujeaba con luces de colores, representando su creatividad; Abel, una hoja de roble, símbolo de su fuerza y coraje; y Nuria, un poco de polvo de estrellas, reflejo de sus sueños y su arte.

Al mezclar estos ingredientes en la sopa, el efecto fue aún más maravilloso. Una luz suave envolvió el parque, y por un momento, todo pareció posible. Los amigos pasaron el resto del día jugando, riendo y soñando bajo el cielo azul, rodeados de la magia de su amistad fortalecida.

Cuando el sol comenzó a ponerse, se prometieron que, sin importar hacia dónde los llevaran sus caminos, siempre encontrarían el tiempo para compartir una sopa de la amistad, recordando ese día en que el amor y la magia llenaron sus corazones.

Y así, cada año, Lucía, Gia, Adriel, Abel y Nuria se reunían en el mismo parque, bajo el mismo árbol, para compartir una sopa mágica y celebrar la amistad que los unía, recordándoles que, en un mundo lleno de aventuras y misterios, el vínculo de la amistad era el más mágico de todos.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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