Cuentos de Amor

Amor en la Selva de Petroecuador

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En lo profundo de la selva amazónica ecuatoriana, donde los árboles se alzan como guardianes silenciosos de un mundo antiguo y el canto de los pájaros se mezcla con el murmullo de los ríos, se encontraba el Bloque 60 de Petroecuador. Este lugar, rodeado de una naturaleza exuberante, era el escenario de una historia de amor que pocos podrían haber imaginado.

David era un joven ingeniero recién graduado, lleno de sueños y ambiciones. Con solo 24 años, había conseguido su primer empleo en el Bloque 60, un sitio de extracción petrolera que operaba en una de las zonas más remotas del país. Su cabello castaño y su sonrisa fácil lo hacían popular entre sus compañeros, pero David no estaba allí para hacer amigos. Se había propuesto dar lo mejor de sí en su trabajo y demostrar que, a pesar de su juventud, era capaz de asumir grandes responsabilidades.

Por otro lado, Jessica, de 23 años, era una joven bióloga ambientalista, contratada para asegurar que las operaciones en el Bloque 60 se llevaran a cabo con el menor impacto posible sobre el medio ambiente. Jessica había crecido en una pequeña comunidad en la Amazonía, y su amor por la naturaleza era tan profundo como las raíces de los árboles que rodeaban el campamento. Con su larga melena negra y sus ojos brillantes, Jessica se movía con una energía y una pasión que eran difíciles de ignorar.

Desde el primer día en que se cruzaron en el campamento, David y Jessica parecían ser opuestos. David, con su enfoque en la eficiencia y los resultados, y Jessica, con su dedicación a la protección del entorno natural, chocaban constantemente en las reuniones de trabajo. Sin embargo, a pesar de sus diferencias, había algo en la forma en que se miraban que sugería que esos desacuerdos ocultaban un interés más profundo.

El primer verdadero encuentro entre ellos ocurrió una tarde lluviosa. El cielo, cargado de nubes oscuras, descargaba una tormenta tropical que había transformado el campamento en un mar de barro. David, tratando de llegar a una reunión, resbaló y cayó al suelo justo frente a Jessica, que, incapaz de contener la risa, se acercó para ayudarlo a levantarse.

«¿Siempre haces una entrada tan dramática?» bromeó Jessica mientras le ofrecía su mano.

David, aún con el orgullo herido pero riendo también, aceptó su ayuda. «No es mi mejor momento, lo admito,» respondió, intentando limpiar el barro de su uniforme.

Ese pequeño incidente rompió el hielo entre ellos. A partir de entonces, comenzaron a encontrarse con más frecuencia, ya fuera en el comedor del campamento, durante las inspecciones de rutina, o simplemente caminando por los senderos que rodeaban la base. Las conversaciones que comenzaron con bromas y pequeños debates sobre el trabajo, pronto se transformaron en charlas más profundas sobre sus vidas, sus sueños y sus preocupaciones.

David se sorprendió al descubrir que, detrás de la pasión casi obstinada de Jessica por la protección ambiental, había una persona llena de compasión y sensibilidad. Jessica, por su parte, empezó a ver más allá del joven ingeniero enfocado en su carrera, descubriendo a alguien con una gran capacidad para escuchar y un corazón dispuesto a ayudar.

Con el tiempo, lo que empezó como una amistad comenzó a transformarse en algo más. David se dio cuenta de que esperaba con ansias cada oportunidad de estar cerca de Jessica, de escuchar su risa o de discutir con ella sobre la mejor manera de equilibrar las necesidades del proyecto con la preservación del entorno. Jessica, por su parte, comenzó a notar cómo su corazón se aceleraba cada vez que veía a David acercarse, y cómo se sentía más segura y tranquila cuando él estaba cerca.

Una tarde, mientras inspeccionaban juntos una zona del bosque que estaba siendo afectada por las operaciones, David tomó el valor de hablar sobre sus sentimientos.

«Jessica,» dijo con la voz un poco nerviosa, «sé que hemos tenido nuestras diferencias, pero creo que eso es lo que me ha hecho darme cuenta de cuánto te admiro. Me importas más de lo que creía posible, y… creo que me estoy enamorando de ti.»

Jessica se quedó en silencio por un momento, sorprendida pero también emocionada. Había sentido lo mismo, pero nunca imaginó que David se atrevería a expresarlo. «David,» respondió finalmente, con una sonrisa cálida, «yo también siento lo mismo. Pero esto no va a ser fácil. Trabajamos juntos en un lugar donde las emociones pueden complicarlo todo, y no quiero que eso afecte lo que hemos construido.»

David asintió, entendiendo perfectamente las preocupaciones de Jessica. «Lo sé, y no quiero que nada ponga en peligro lo que tenemos aquí. Pero creo que podemos encontrar un equilibrio, igual que en nuestro trabajo. No será fácil, pero estoy dispuesto a intentarlo si tú también lo estás.»

Así comenzó su relación, no sin desafíos. Trabajar juntos en un entorno tan exigente significaba que cada día traía nuevas pruebas, tanto personales como profesionales. Había momentos en que las decisiones difíciles que debían tomar en sus respectivos roles creaban tensiones entre ellos, pero con el tiempo aprendieron a confiar en la fortaleza de su relación y a apoyarse mutuamente en lugar de permitir que las dificultades los separaran.

Uno de los mayores desafíos que enfrentaron llegó cuando se detectó una fuga en una de las tuberías de petróleo que amenazaba con contaminar una reserva natural cercana. Jessica, comprometida con la protección del entorno, estaba decidida a hacer todo lo posible para detener el daño, mientras que David, encargado de coordinar la respuesta técnica, sabía que cada segundo contaba para evitar un desastre mayor.

Durante esos días, ambos trabajaron incansablemente, casi sin tiempo para estar juntos, pero con la certeza de que, al final, se tendrían el uno al otro para apoyarse. Fue una prueba de fuego para su relación, pero también una oportunidad para ver hasta dónde estaban dispuestos a llegar por proteger lo que ambos amaban: el medio ambiente y su relación.

Gracias a su colaboración y al esfuerzo conjunto de todo el equipo, lograron contener la fuga y evitar un daño mayor. Al final de ese día agotador, mientras el sol se ponía sobre la selva y la tranquilidad volvía al campamento, David y Jessica se encontraron a solas, sentados en una roca cerca del río.

«Lo logramos,» dijo Jessica, con una mezcla de alivio y cansancio en su voz.

«Sí,» respondió David, tomando su mano, «y lo hicimos juntos.»

Ese momento, bajo el cielo naranja del atardecer, fue un punto de inflexión en su relación. Se dieron cuenta de que, a pesar de los desafíos, su amor era lo suficientemente fuerte como para soportar cualquier cosa que el trabajo y la vida les lanzara.

A partir de entonces, comenzaron a hablar más seriamente sobre su futuro juntos. Sabían que su tiempo en el Bloque 60 no duraría para siempre, y que algún día tendrían que tomar decisiones sobre hacia dónde querían ir y qué querían hacer con sus vidas. Hablaron de sus sueños, de las cosas que querían lograr, y de cómo podían hacer que sus caminos siguieran entrelazados.

Eventualmente, decidieron que, una vez que sus contratos en el Bloque 60 terminaran, se mudarían juntos a una pequeña ciudad cerca de la selva, donde podrían estar cerca de la naturaleza que ambos amaban. Allí, planeaban casarse, formar una familia, y seguir trabajando en lo que les apasionaba: David, en proyectos que equilibraran el desarrollo y la tecnología con el respeto por el medio ambiente; y Jessica, en la protección y conservación de los ecosistemas que tanto significaban para ella.

Soñaban con construir una casa sencilla pero acogedora, con grandes ventanales que permitieran la entrada de la luz del sol y desde donde pudieran ver la majestuosidad de la selva que los había unido. También querían viajar, explorar otros lugares del mundo donde la naturaleza fuera igual de impresionante, pero siempre con la intención de regresar a su hogar, el lugar donde habían aprendido a amarse y a construir algo juntos.

Y así, después de muchos meses de trabajar codo a codo, de aprender a confiar el uno en el otro y de superar los obstáculos que la vida les puso, David y Jessica finalmente pudieron realizar sus sueños. Se casaron en una ceremonia íntima, rodeados por amigos cercanos y la naturaleza que tanto amaban, y comenzaron su nueva vida juntos, sabiendo que, aunque la vida no siempre sería fácil, siempre tendrían el amor que los había unido en aquel remoto rincón del mundo.

A lo largo de los años, su amor creció y se fortaleció, y juntos lograron crear una vida plena y satisfactoria. Su historia se convirtió en un ejemplo para aquellos que los conocieron, demostrando que, con amor, respeto y determinación, es posible superar cualquier desafío y construir una relación que dure para siempre.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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