Cuentos de Amor

Amor en Tiempos de Guerra, Un Corazón que Late con Miedo y Esperanza

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo rodeado de colinas y ríos cristalinos, vivía una joven llamada Abigail. Tenía once años, una sonrisa radiante que iluminaba cualquier lugar, y unos ojos marrones que reflejaban su curiosidad infinita. Abigail adoraba explorar la naturaleza, correr por los campos de flores y soñar con aventuras. Pero, en tiempos difíciles, su corazón también latía con miedo, pues su pueblo estaba en medio de un conflicto que había traído desolación y tristeza.

Un día, mientras paseaba por el bosque, Abigail conoció a Liam, un niño de su edad que había llegado recientemente al pueblo. Tenía el cabello rizado y desordenado, y una risa contagiosa que al instante conquistó a Abigail. Liam había vivido en varias partes debido a los lugares donde sus padres, quienes eran soldados, lo llevaban. Era un niño valiente que a pesar de la guerra, mantenía la esperanza en su corazón y soñaba con días mejores.

Desde su primer encuentro, ambos se hicieron inseparables. Exploraban el bosque juntos, compartían historias e intercambiaban sueños. Liam contaba sobre sus aventuras pasadas, mientras que Abigail compartía sueños de futuro, dibujando con su dedo en el suelo mandalas de colores imaginarios. A veces, solían sentarse en la cima de una pequeña montaña que dominaba el paisaje y observar el horizonte. Allí crearon un refugio secreto, un lugar solo de ellos, donde podían alejarse del caos del mundo.

Un día, mientras jugaban a construir un pequeño fuerte con ramas y hojas secas, escucharon un ruido a lo lejos. Era el sonido de la guerra, un estruendo aterrador que retumbaba en la distancia. Liam, al escuchar los ruidos de las explosiones, sintió un escalofrío recorrer su espalda. Abigail, intentando ser valiente, tomó la mano de Liam y le dijo: “No importa lo que pase, siempre estaremos juntos. El amor y la amistad son más fuertes que el miedo”.

A medida que las semanas pasaban, el conflicto se hacía más intenso. La tensión en el pueblo creció, y muchas familias comenzaron a dejar sus hogares. Sin embargo, Abel, un amigo de la infancia de Abigail, decidió quedarse para ayudar a su familia. Abel era un chico inteligente y decidido, que siempre había soñado con ser como sus héroes en los cuentos de aventuras. Pero también estaba preocupado por sus amigos, especialmente por Abigail y Liam.

Una tarde, mientras el sol comenzaba a ocultarse tras las montañas, Liam y Abigail decidieron visitar a Abel para compartir un rato juntos. Al llegar a su casa, encontraron a Abel, sentado en el ventanal con una expresión pensativa. Cuando vieron su rostro serio, Abigail preguntó: “¿Qué te pasa, Abel?”.

Abel miró a sus amigos y, después de un largo suspiro, respondió: “He escuchado cosas. Algunas personas están diciendo que pronto tendrán que irse del pueblo, y yo…” Su voz se quebró un poco. “No quiero dejarlo todo atrás sin luchar”.

Abigail y Liam intercambiaron una mirada preocupada, pero Liam, siempre el optimista, dijo: “Tal vez podríamos hacer algo. Podríamos organizar una reunión en el centro del pueblo y hablar con todos. Si nos unimos, podríamos encontrar una manera de ayudar y luchar por nuestro hogar”.

Los tres amigos se pusieron a trabajar. Pasaron toda la tarde dibujando carteles y hablando con otros niños del pueblo. Se dieron cuenta de que había muchos que compartían su deseo de hacer algo por su hogar, y juntos decidieron llevar a cabo una reunión en la plaza central para hablar de la situación y encontrar soluciones.

El día de la reunión, el pueblo estaba lleno de una mezcla de tensión y esperanza. Abigail, Liam y Abel estaban nerviosos, pero decididos a hacer que sus voces fueran escuchadas. “Estamos aquí porque amamos este lugar”, comenzó Abigail, tomándose la mano de sus amigos. “No solo por sus casas y sus árboles, sino por todas las memorias que hemos creado juntos. Si unimos fuerzas, podemos enfrentar cualquier dificultad”.

La multitud de niños y adultos los escuchaba con atención. Poco a poco, más personas se unieron a su llamado, y la energía creció en el aire. Los amigos comenzaron a compartir ideas sobre cómo podían ayudar a sus padres, crear niveles de organización para estar más seguros y buscar maneras de cuidar a los que se sentían perdidos. Juntos, trazaron un plan con pequeños actos de valentía y bondad, convencidos de que el amor podría ser un escudo contra el miedo.

Con el paso del tiempo, Abigail, Liam y Abel vieron cómo su pueblo se unía. Con el esfuerzo conjunto, los habitantes comenzaron a trabajar por su comunidad. Organizaron jornadas de limpieza, plantaron un jardín comunitario y ofrecieron ayuda a las familias más afectadas por la guerra. A pesar del miedo, el amor y la solidaridad florecieron.

Un día, mientras los tres amigos estaban en su refugio secreto, Abel exclamó: “Nunca hubiera imaginado que podíamos hacer tanto”. Abigail sonrió y le respondió: “Todo es posible cuando tenemos fe y nos unimos”.

Aunque los tiempos seguían difíciles, los niños habían aprendido que el amor es un poderoso luminario en medio de la oscuridad. Al final, lo que había comenzado como una pequeña amistad entre Abigail y Liam había crecido, iluminando el corazón del pueblo y creando un ambiente de esperanza y determinación.

En la vida, hay momentos en que el miedo parece abrumador, pero el verdadero amor, ese que nace de la amistad y la unidad, siempre encuentra la manera de brillar y guiar el camino hacia un futuro brillante. Y así, en su pequeño pueblo, los corazones de Abigail, Liam y Abel latían fuertemente, llenos de esperanza y amor en tiempos de guerra.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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