Había una vez, en una gran ciudad llena de luces brillantes, altos edificios y calles bulliciosas, una mujer llamada Loretta Swan. Ella tenía 30 años y era hermosa, no solo por su aspecto, sino también por su corazón bondadoso. Una tarde, Loretta decidió ir a la biblioteca de la ciudad para estudiar. Le encantaba perderse entre los libros, esos mundos mágicos donde podía viajar sin salir del lugar.
Al llegar, eligió un libro brillante con letras doradas en la portada. Mientras abría sus páginas, notó que un hombre la observaba desde el otro lado de la sala. Sus miradas se cruzaron y él sonrió con una amabilidad que hizo que su corazón se acelerara. Él se acercó y se sentó a su lado, presentándose como Evan Harrison. Evan tenía un aire misterioso, pero sus ojos reflejaban confianza y paz. Desde ese momento, entre ellos surgió una conexión muy especial, como si se hubieran conocido antes, en otro lugar o tiempo.
Evan le confesó algo que dejó a Loretta sorprendida pero no asustada. Ella escuchó atentamente mientras él le contaba que no era un hombre común; era un ser divino, un ser especial que habitaba entre la luz y la sombra. Evan tenía un secreto muy particular: en realidad, escondía el cuerpo de un Oni, una criatura poderosa del mundo antiguo, con ojos rojos que brillaban como fuego de demonio. Sin embargo, en lugar de ser temible, Evan era dulce y protector.
A pesar de su naturaleza extraña, Loretta no sintió miedo, sino una profunda comprensión. Decidió guardar su secreto y apoyarlo en silencio, sin contarle a nadie. Juntos, empezaron a pasar más tiempo, compartiendo risas, sueños y silencios llenos de una magia sutil.
Un día, después de un año de haber comenzado su relación, Evan y Loretta se casaron. La ceremonia fue sencilla, pero llena de amor, rodeados solo por sus compañeros más cercanos, y por la luz brillante que parecía envolverlos, como si el mundo mismo celebrara su unión.
Meses después, nació su hija, una pequeña y maravillosa bebé que llamaron Onari Swan Harrison. Onari tenía algo especial ya desde su llegada: sus ojos brillaban con un intenso destello rojo, parecido al fuego que evoca la leyenda de los Oni. Desde ese momento, Loretta y Evan supieron que su hija no era una niña común, sino un ser único, mitad humana y mitad demonio, llena de magia y misterios por descubrir.
Onari creció rápidamente, y a los tres años ya mostraba su encanto y ternura. Era una niña fantástica, con una sonrisa que iluminaba cualquier cuarto. Siempre llevaba consigo a su osito de peluche favorito, llamado Gus, que parecía su compañero inseparable y guardián invisible. Aunque Onari era muy cariñosa, en ocasiones podía ser un poco dependiente, especialmente con su mamá, a quien extrañaba cada vez que tenía que irse por algún motivo.
Conforme pasaron los años, la pequeña comenzó a descubrir la naturaleza especial que llevaba dentro. Cuando cumplió siete años, algo inesperado sucedió: una fuerza demoníaca emergió sin aviso en su corazón, como si un poder antiguo se hubiera apoderado de ella. Onari era fuerte, pero también sabia. Aunque el fuego interior quería salir, ella aprendió a controlar su mente para no hacer daño a nadie.
Era un don y, al mismo tiempo, un reto. A veces, podía hacer que las personas a su alrededor sintieran calma profunda, como si una suave melodía los envolviera. Con el tiempo, Onari comprendió que su poder podía usarse para proteger y sanar, y no para herir.
Cuando llegó su noveno cumpleaños, Onari ya era una niña genial y llena de confianza. Sabía quién era y qué podía hacer con su poder. Pero, más importante aún, entendió sobre el amor verdadero y el valor de aceptarse a uno mismo, incluso si eras diferente.
Loretta y Evan seguían estando muy orgullosos de su hija. Ella no solo era su hija, sino también una luz que iluminaba su camino, el resultado del amor que había vencido todo miedo y oscuridad.
Un día, mientras Onari jugaba en el jardín con Gus, pensó en cómo su vida había sido diferente desde que nació. Ella sabía que tenía un mundo interior lleno de magia, tanto de luz como de sombra, pero siempre sintió que su familia la amaba por completo, sin importar lo que hubiera dentro de ella.
Fue así como entendió que el amor, el verdadero amor, va más allá de lo que se ve. No importa si tus ojos brillan como el fuego o si tienes secretos ocultos en tu corazón. Lo más importante es aceptar quién eres y amar con valor.
Con el paso del tiempo, Onari aprendió a usar sus poderes para ayudar a los demás, y, junto a su familia, mostró al mundo que no hay límites para el amor que nace en el corazón cuando se ha vencido al miedo.
La historia de Onari, la hija del fuego y la luz, nos recuerda que todos tenemos dentro un valor especial. Que a veces, lo diferente es lo que nos hace únicos, y que el amor más fuerte es aquel que une la luz con la sombra, para crear algo verdaderamente maravilloso y eterno. Así, en aquella gran ciudad, entre sus luces y sombras, se vivió una historia que enseñó a niños y grandes que el amor puede brillar incluso en los lugares más inesperados, y que nunca debemos temer ser nosotros mismos.
Y así, con un futuro lleno de esperanza y magia, Onari, Loretta y Evan siguieron viviendo, amando y creciendo juntos, demostrando que el corazón humano puede gobernar el fuego y la oscuridad con valentía y ternura. Porque al final, el amor es la fuerza más poderosa que existe en el universo.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.