Cuentos de Amor

David y Jessica: Amor en el Bloque 60

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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En medio de la densa selva amazónica, donde los árboles se elevan como gigantes y el sonido de la naturaleza es constante, se encontraba el Bloque 60 de Petroecuador. Este era un lugar donde la naturaleza y la tecnología convivían en un equilibrio delicado. Aquí, en este rincón remoto del Ecuador, se desarrollaba una historia de amor que nadie esperaba, pero que cambiaría las vidas de dos jóvenes para siempre.

David, un joven de 25 años, había llegado al Bloque 60 con la esperanza de iniciar una carrera en la industria petrolera. Con su cabello castaño corto y sus ojos llenos de determinación, era conocido por su ética de trabajo y su habilidad para resolver problemas en situaciones complicadas. A pesar de estar rodeado por la belleza natural de la selva, David a menudo se sentía solo. Había dejado a su familia y amigos en la ciudad para seguir su sueño de trabajar en uno de los proyectos más importantes del país, pero no podía evitar sentir una cierta desconexión con todo lo que le rodeaba.

Jessica, por otro lado, era una joven de 23 años con un espíritu libre y una sonrisa que iluminaba cualquier lugar al que iba. Había sido contratada como ingeniera ambiental para supervisar que las operaciones en el Bloque 60 no dañaran el frágil ecosistema. Con su larga cabellera negra y su pasión por la naturaleza, Jessica era todo lo contrario a David. Mientras él se enfocaba en la eficiencia y la productividad, ella se preocupaba por el impacto de cada acción en el medio ambiente.

El primer encuentro entre David y Jessica fue, como muchos comienzos, accidental. Estaba lloviendo intensamente ese día, y el barro hacía que caminar por el campamento fuera una tarea difícil. David, concentrado en llegar a tiempo a su próxima reunión, no vio la gran roca en su camino y tropezó, cayendo en un charco de barro. Justo en ese momento, Jessica pasaba por allí y no pudo evitar soltar una carcajada al ver la situación.

David, cubierto de barro, levantó la vista y vio a Jessica riendo. En lugar de molestarse, comenzó a reír también. «Supongo que no fue mi mejor momento,» dijo David mientras intentaba limpiarse.

Jessica le ofreció una mano para ayudarlo a levantarse. «No te preocupes, a todos nos pasa. La selva puede ser implacable, pero también tiene su forma de enseñarnos a ser humildes.»

Ese fue el comienzo de una amistad inesperada. A partir de ese día, David y Jessica comenzaron a cruzarse con más frecuencia en el campamento. A pesar de sus diferencias, encontraron que disfrutaban de las conversaciones que surgían entre ellos. David admiraba la pasión de Jessica por proteger la naturaleza, mientras que Jessica apreciaba la dedicación de David a su trabajo y su capacidad para mantener la calma bajo presión.

Con el tiempo, su amistad comenzó a profundizarse. Pasaban horas hablando sobre sus vidas antes de llegar al Bloque 60, sobre sus sueños y aspiraciones. David se sorprendía de lo fácil que era hablar con Jessica, y Jessica encontraba en David a alguien que la escuchaba con atención y respeto.

Una tarde, mientras caminaban juntos por uno de los senderos cercanos al campamento, se encontraron con un árbol gigante que había caído debido a una tormenta reciente. Sus raíces, expuestas y enredadas, formaban una especie de laberinto natural. Jessica se acercó para examinarlo más de cerca, maravillada por la complejidad de la naturaleza.

«Es increíble cómo la naturaleza encuentra formas de adaptarse, incluso en situaciones difíciles,» comentó Jessica, tocando las raíces con suavidad.

David, que la observaba en silencio, se dio cuenta de que había algo más profundo en su relación con Jessica. No era solo admiración lo que sentía; era un cariño que crecía día a día, un deseo de estar cerca de ella, de protegerla y de compartir su vida con ella.

«Jessica,» dijo David de repente, con la voz un poco temblorosa, «creo que me estoy enamorando de ti.»

Jessica se volvió hacia él, sorprendida pero también con una sonrisa en el rostro. «David, yo también siento lo mismo.»

Ese momento bajo el cielo de la selva amazónica, rodeados por la majestuosidad de la naturaleza, fue el inicio de su relación. A partir de entonces, David y Jessica comenzaron a pasar más tiempo juntos, no solo como colegas, sino como una pareja que se apoyaba mutuamente. A pesar de los desafíos que enfrentaban en su trabajo, siempre encontraban consuelo el uno en el otro.

Sin embargo, como toda historia de amor, la de David y Jessica no estuvo exenta de obstáculos. Trabajar en el Bloque 60 significaba enfrentarse a condiciones duras, tanto físicas como emocionales. Había días en que las largas jornadas laborales y la presión de cumplir con los objetivos de la empresa ponían a prueba su relación. Pero en lugar de dejar que estos desafíos los separaran, David y Jessica aprendieron a superarlos juntos.

Una de las pruebas más difíciles llegó cuando una fuga de petróleo amenazó con contaminar un río cercano, un recurso vital para las comunidades locales y el ecosistema. Jessica estaba decidida a detener la fuga y proteger el medio ambiente, mientras que David sabía que la única forma de hacerlo era trabajar rápido y con precisión. Fue un momento tenso, en el que ambos sintieron la presión de sus responsabilidades.

Durante esas semanas, apenas tuvieron tiempo para estar juntos. Las horas de trabajo eran interminables, y la preocupación por el impacto de la fuga les quitaba el sueño. Pero a pesar del estrés, ambos sabían que podían contar el uno con el otro. David se esforzó por encontrar soluciones técnicas que contuvieran la fuga, mientras que Jessica trabajó en la implementación de medidas para mitigar los daños al entorno.

Finalmente, gracias a su colaboración y a la ayuda de sus compañeros, lograron controlar la situación. Fue un momento de alivio, pero también de reflexión. Se dieron cuenta de que, aunque sus trabajos a veces los separaban, su amor era lo que los mantenía fuertes y enfocados.

Con el tiempo, David y Jessica empezaron a hablar sobre su futuro juntos. Sabían que querían más que solo compartir el trabajo; querían compartir sus vidas. Empezaron a planear cómo sería su vida fuera del Bloque 60, cómo sería tener un hogar juntos, formar una familia, y continuar explorando el mundo a su manera.

Decidieron que, una vez que terminara su asignación en el Bloque 60, se mudarían a una pequeña casa en la ciudad, cerca de la naturaleza que tanto amaban. Hablaron de casarse en un claro del bosque, rodeados de amigos y familia, bajo el mismo cielo estrellado que había visto nacer su amor. Soñaron con viajar por el mundo, descubriendo nuevos paisajes y culturas, pero siempre volviendo a su hogar, un lugar donde la naturaleza y la tecnología se encontraran en armonía, tal como lo habían hecho ellos.

Así, David y Jessica construyeron no solo una relación, sino una vida llena de amor, comprensión y respeto. Aprendieron a enfrentar los desafíos juntos, a valorar las diferencias que los hacían únicos, y a encontrar la felicidad en las cosas simples, como una caminata por la selva o una conversación bajo las estrellas.

El Bloque 60, que alguna vez había sido solo un lugar de trabajo, se convirtió en el escenario de su historia de amor, un amor que resistió las pruebas del tiempo y las dificultades, y que, como las raíces de aquel árbol caído, se entrelazó profundamente, creando una base sólida para un futuro brillante y lleno de promesas.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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