Cuentos de Amor

El Amor de Triana y los Reyes Magos

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño y colorido pueblo, una niña llamada Triana. Triana era una niña de cuatro años, llena de energía y curiosidad. Tenía unos rizos dorados que brillaban al sol y unos ojos grandes que reflejaban la maravilla del mundo que la rodeaba. A veces, Triana se portaba muy bien, ayudando a su mamá Sara a recoger sus juguetes o a hacer galletas en la cocina. Pero otras veces, podía ser un poco traviesa, haciendo travesuras que a su madre le costaba mucho trabajo corregir. Sin embargo, a pesar de sus altibajos, siempre había amor en su hogar.

Sara, su mamá, era una mujer cariñosa que siempre hablaba con una voz suave y tranquila. Ella sabía que a su pequeña le gustaba soñar con los Reyes Magos que llegaban cada año a traer regalos. En la época de Navidad, Triana siempre escribía su carta, deseando juguetes, muñecas y dulces. Y cada vez que veía a su madre, su rostro se iluminaba, sabiendo que su amor era más grande que cualquier regalo que pudiera recibir.

Una noche, mientras Triana y su mamá estaban sentadas en el sofá, la niña miró por la ventana, viendo cómo caían las estrellas del cielo. «Mamá, ¿crees que los Reyes Magos están viendo lo que hago?», preguntó con curiosidad.

«Claro que sí, mi amor. Los reyes Melchor, Gaspar y Baltasar siempre nos observan para saber si hemos sido buenos», respondió Sara con una sonrisa. «Ellos vienen de muy lejos para traer regalos a los niños que se portan bien».

Triana pensó en esto y sintió una mezcla de emoción y nervios. «¿Crees que me traerán todo lo que he pedido este año?», preguntó.

Sara asintió. «Si te esfuerzas por ser buena y muestras amor, estoy segura de que lo harán», dijo mientras acariciaba el cabello de su hija.

Desde ese día, Triana decidió esforzarse por ser una buena niña. Se propuso ayudar más a su mamá y ser amable con sus amigos. Sin embargo, como cualquier niño, a veces se olvidaba de sus promesas y volvía a hacer travesuras. Pero en su corazón, siempre intentaba hacer lo correcto.

Los Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, observaban desde lejos. Ellos eran sabios y mágicos, con el poder de ver los corazones de los niños. Sabían que Triana era una niña especial, con un gran potencial para el amor y la bondad. A menudo se reunían en su palacio en el desierto, rodeados de estrellas y magia, para hablar sobre los niños que habían estado observando.

Una noche, mientras miraban las estrellas, Melchor dijo: «Triana es una niña encantadora, pero a veces es traviesa. ¿Creen que debería recibir todos los regalos que ha pedido?».

Gaspar respondió: «Creo que es importante que entendamos el significado del amor. Los regalos son hermosos, pero lo más importante es el esfuerzo que hace por ser mejor».

Baltasar, con su sabiduría, añadió: «De acuerdo. Debemos llevarle algo que no solo la haga feliz, sino que también le enseñe el verdadero valor del amor y la bondad».

Así que, los tres reyes decidieron que llevarían a Triana un regalo especial que simbolizara su esfuerzo por ser mejor. Ellos querían asegurarse de que la niña comprendiera que el amor no solo se trata de recibir, sino de dar también.

Mientras tanto, en el pueblo, el día de la llegada de los reyes se acercaba. La emoción llenaba el aire. Todos los niños estaban preparando sus cartas y sus zapatos para recibir los regalos. Triana, por su parte, se sentía un poco nerviosa, pero también emocionada. Hizo una lista de sus deseos y se la mostró a su mamá.

«¿Mamá, crees que si me porto bien, recibiré todo lo que he pedido?», preguntó Triana con una sonrisa tímida.

«Lo importante es que sigas siendo amorosa y bondadosa. Eso es lo que realmente cuenta», respondió Sara.

El día de la llegada de los reyes, Triana se despertó muy temprano. Su corazón latía con fuerza mientras corría a ver si había algún regalo. Corrió hacia la sala y encontró tres cajas brillantes junto a su zapato. Los ojos de Triana se llenaron de asombro. «¡Mira, mamá! ¡Los Reyes Magos han venido!», gritó con alegría.

Sara se unió a su hija y juntas comenzaron a abrir los regalos. Cada caja contenía un regalo especial. La primera caja tenía una hermosa muñeca con un vestido de colores vibrantes. La segunda contenía un juego de construcción que hacía volar su imaginación. Pero cuando abrieron la tercera caja, encontraron un libro sobre el amor y la bondad, lleno de hermosas historias y lecciones.

Triana miró a su madre con confusión. «¿Es solo un libro? ¿No hay más juguetes?», preguntó, un poco decepcionada.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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