R y A habían decidido dar un gran paso en su relación: mudarse juntos. Después de meses de buscar el lugar perfecto, finalmente encontraron un pequeño y acogedor departamento que los enamoró a primera vista. Hoy era el día de la mudanza, y ambos estaban emocionados por comenzar esta nueva etapa juntos.
—¡No puedo creer que finalmente estemos viviendo juntos! —exclamó A, mientras desempacaba una caja llena de libros.
R sonrió y se acercó a ayudarle.
—Sí, es increíble. Estoy muy emocionado por todo lo que nos espera —dijo R, sacando un libro y colocándolo en la estantería—. Me encanta este departamento, es perfecto para nosotros.
A y R habían pasado toda la mañana moviendo cajas, organizando muebles y desempacando sus cosas. La sala estaba llena de cajas abiertas y objetos dispersos, pero la sensación de estar construyendo un hogar juntos hacía que todo el esfuerzo valiera la pena.
—¿Dónde quieres que pongamos esta planta? —preguntó R, sosteniendo una maceta con una planta de interior.
—Creo que se vería genial junto a la ventana —respondió A—. Le dará un toque verde y fresco al espacio.
R colocó la planta junto a la ventana y ambos dieron un paso atrás para admirar su trabajo.
—Perfecto —dijo R, sonriendo—. Está quedando muy bien.
A se acercó a R y le dio un abrazo.
—Gracias por ayudarme con todo esto. No podría haberlo hecho sin ti —dijo A.
—Para eso estoy aquí —respondió R, devolviéndole el abrazo—. Somos un equipo.
Después de un rato, decidieron tomar un descanso. Se sentaron en el sofá, rodeados de cajas, y se miraron con cariño.
—¿Sabes qué me encanta de todo esto? —preguntó A.
—¿Qué? —respondió R, curioso.
—Que estamos construyendo algo juntos. Este lugar es solo el comienzo de todas las cosas increíbles que vamos a vivir —dijo A, con una sonrisa.
R tomó la mano de A y la sostuvo con ternura.
—Sí, es solo el comienzo. Y estoy muy feliz de estar viviendo esto contigo —dijo R.
Decidieron que era hora de hacer una pausa para comer. Habían planeado salir a un restaurante de sushi que les encantaba, así que se prepararon y salieron de casa. El aire fresco de la tarde y la caminata hacia el restaurante les dieron la oportunidad de hablar y relajarse después de un día ajetreado.
—Me encanta este lugar —dijo A mientras entraban al restaurante y se sentaban en una mesa junto a la ventana—. Es perfecto para celebrar nuestro primer día en el nuevo departamento.
R sonrió y asintió.
—Sí, es uno de mis favoritos. Y qué mejor manera de celebrar que con buen sushi —dijo R, tomando el menú.
Mientras esperaban su comida, comenzaron a hablar sobre sus planes para el futuro.
—¿Qué es lo que más te emociona de vivir juntos? —preguntó A.
R pensó por un momento y luego respondió.
—Creo que lo que más me emociona es la posibilidad de compartir cada día contigo. Despertar juntos, cocinar, ver películas, y simplemente estar ahí el uno para el otro. Es algo que siempre he querido —dijo R, mirándola a los ojos.
A sonrió y asintió.
—Yo también siento lo mismo. Me encanta la idea de tener nuestro propio espacio y de poder construir recuerdos juntos. Este es solo el comienzo de muchas aventuras —dijo A.
La comida llegó y disfrutaron de cada bocado, hablando y riendo juntos. La conexión entre ellos era palpable, y ambos sabían que estaban construyendo algo especial.
Después de la cena, regresaron a su nuevo hogar. La noche estaba tranquila y el departamento comenzaba a sentirse más como un hogar. Decidieron seguir desempacando algunas cosas antes de acostarse.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.