Cuentos de Amor

El Amor en las Montañas de Coropuna

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño y pintoresco pueblo llamado Coropuna, situado en lo alto de las montañas, vivían Ernesto y Anddy, una pareja de ancianos que habían pasado toda su vida juntos. Ernesto era un hombre fuerte y sabio, con cabello canoso y una barba blanca que reflejaba sus años de experiencia. Anddy, por su parte, era una mujer cariñosa y dulce, con ojos brillantes y una sonrisa que iluminaba cualquier lugar. Juntos, llevaban una vida tranquila y apacible en su modesta casa de piedra, rodeados de hermosos paisajes y el aire fresco de la sierra.

Ernesto y Anddy tenían un hijo llamado María, que había heredado el espíritu aventurero de su padre y la bondad de su madre. María había crecido jugando en los campos y explorando las montañas, pero a medida que crecía, empezó a soñar con un futuro lejos de la sierra. No le gustaba la vida tranquila y apartada de Coropuna; anhelaba la emoción y las oportunidades de la ciudad.

A pesar del amor que sentía por sus padres, María decidió que cuando fuera mayor se mudaría a la ciudad. Ernesto y Anddy, aunque tristes por su decisión, entendieron sus deseos y le dieron su bendición. Sabían que el amor verdadero no se trataba de retener a alguien, sino de dejarlo volar libremente.

María se fue a la ciudad y allí construyó una nueva vida. Se casó con Rosita, una mujer encantadora y llena de energía, y juntos tuvieron una hija llamada Luciana. La vida en la ciudad era todo lo que María había soñado: llena de oportunidades, movimiento y gente interesante. Sin embargo, con el paso del tiempo, comenzó a añorar la tranquilidad y la belleza de su hogar en Coropuna.

Un verano, María decidió llevar a su familia a visitar a sus padres en Coropuna. Quería que Rosita y Luciana conocieran el lugar donde había crecido y experimentaran la vida en la sierra. Al llegar, fueron recibidos con abrazos cálidos y sonrisas sinceras. Ernesto y Anddy estaban encantados de ver a su hijo y conocer a su familia.

Luciana, que nunca había estado en la sierra, quedó maravillada con el entorno. Los verdes campos, los cielos despejados y las majestuosas montañas la dejaron sin aliento. Rosita también quedó encantada con la belleza y la paz del lugar. Pasaron los días explorando, caminando por senderos y disfrutando de la compañía de Ernesto y Anddy.

Una tarde, mientras estaban sentados alrededor de una fogata, Ernesto comenzó a contar historias de su juventud. Habló de las aventuras que había vivido en las montañas, de cómo había conocido a Anddy y de los desafíos que habían superado juntos. María, Rosita y Luciana escuchaban con atención, fascinados por las historias llenas de amor y coraje.

Ernesto miró a María y le dijo: «Hija, sé que siempre soñaste con una vida diferente y te apoyamos en tus decisiones. Pero recuerda que la verdadera felicidad no está en el lugar donde vives, sino en las personas con las que compartes tu vida.»

María sintió una profunda conexión con las palabras de su padre. Aunque amaba la vida en la ciudad, se dio cuenta de que había algo especial en la vida sencilla y llena de amor en Coropuna. Luciana, que había estado jugando con unas flores cerca de la fogata, se acercó a su abuelo y le dijo: «Abuelo Ernesto, ¿puedes enseñarme a vivir en las montañas como tú?»

Ernesto sonrió y asintió. «Claro que sí, pequeña. Hay mucho que aprender y mucho que disfrutar aquí.»

Los días pasaron rápidamente y la familia disfrutó de cada momento juntos. Rosita aprendió a cocinar platos tradicionales de la sierra con la ayuda de Anddy, mientras que Luciana seguía a su abuelo por los campos, aprendiendo sobre las plantas y los animales que vivían allí.

Antes de darse cuenta, llegó el momento de regresar a la ciudad. María, Rosita y Luciana se despidieron de Ernesto y Anddy con abrazos y lágrimas. Prometieron volver pronto y mantener el contacto, sin importar la distancia.

De vuelta en la ciudad, María no podía dejar de pensar en su hogar en Coropuna. Las palabras de su padre resonaban en su mente y el deseo de volver a la sierra se hacía más fuerte cada día. Finalmente, después de hablarlo con Rosita, decidieron mudarse a Coropuna y comenzar una nueva vida allí.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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