Había una vez en un pequeño pueblo rodeado de altas montañas, dos niños llamados Nahuel y Aldana.
Nahuel era un chico aventurero, con ojos brillantes y cabello oscuro como la noche. Aldana, por su parte, era una niña llena de sueños, con cabello dorado y una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor.
Un día, mientras Nahuel exploraba los bosques cercanos, descubrió una montaña oculta entre la niebla que nunca antes había visto. La curiosidad lo llevó a la puerta de Aldana, su mejor amiga, para compartir su descubrimiento.
Aldana, igual de emocionada, aceptó el desafío de explorar la misteriosa montaña con Nahuel. Juntos, prepararon sus mochilas y partieron al amanecer, prometiéndose cuidar el uno al otro durante su aventura.
El camino era empinado y lleno de desafíos. Cruzaron ríos, escalaron rocas y atravesaron espesos bosques. Nahuel siempre iba adelante, asegurándose de que Aldana estuviera segura, mientras ella, con su optimismo, animaba a Nahuel cuando el cansancio se hacía sentir.
Al llegar a la cima, se encontraron con una sorpresa maravillosa: un corazón gigante de piedra, brillando con una luz mágica. Era conocido como el «Corazón de la Montaña», un antiguo tesoro del pueblo que, según la leyenda, cumplía los deseos de aquellos que lo encontraban.
Nahuel y Aldana, emocionados, se tomaron de las manos y cerraron los ojos para pedir un deseo. Pero en lugar de pedir algo para sí mismos, cada uno pidió lo mejor para el otro. Nahuel deseó que Aldana siempre encontrara felicidad en sus sueños, mientras que Aldana deseó que Nahuel siempre tuviera aventuras emocionantes en su vida.
Cuando abrieron los ojos, el corazón de piedra brilló aún más fuerte, y una calidez especial llenó sus corazones. Entendieron entonces que el verdadero tesoro era la amistad y el amor que se tenían el uno al otro.
Desde ese día, la amistad de Nahuel y Aldana se volvió más fuerte. Compartieron muchas más aventuras y sueños, siempre cuidando y apoyando al otro. La montaña se convirtió en su lugar especial, un recordatorio de su increíble viaje y el mágico deseo que compartieron.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.