Cuentos de Amor

El Encanto del Primer Amor

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un cálido día de primavera en el pequeño pueblo de Valle Verde, donde las flores comenzaban a brotar y el aire olía a frescura. En una de las escuelas más queridas del lugar, los niños estaban emocionados porque era el día de la Feria de Primavera. Yesnelys, una niña de cabello largo y ondulado, con un hermoso vestido veraniego y una corona de flores en la cabeza, se encontraba en el patio de la escuela, rodeada de sus amigas. Sin embargo, su mente estaba en otro lugar.

Ese día, su corazón latía de manera diferente. Había algo en el aire, algo mágico, que la hacía sentir nerviosa. No era la feria ni los juegos que estaban a punto de comenzar, sino la presencia de un niño que había llegado recientemente a su escuela: Gerson. Él, con su cabello corto y su sonrisa encantadora, había capturado su atención desde el primer momento en que lo vio. Era diferente a los otros niños, y su sola presencia hacía que su corazón se acelerara.

Mientras Yesnelys ayudaba a decorar la mesa de dulces con su amiga Ana, no podía evitar robarle miradas a Gerson. Él estaba hablando animadamente con un grupo de niños, riendo y compartiendo historias. «¿Te gusta Gerson?» le preguntó Ana, mientras le guiñaba un ojo. Yesnelys se sonrojó. «No sé, creo que es simpático,» respondió, tratando de disimular su timidez.

La feria comenzó y los niños corrían de un lado a otro, disfrutando de los juegos, las golosinas y las atracciones. Yesnelys, con su corazón lleno de emoción, decidió que era el momento perfecto para acercarse a Gerson. «Tal vez debería preguntarle si quiere jugar conmigo,» pensó. Pero su valentía se desvanecía cada vez que lo miraba.

Justo en ese momento, Gerson se acercó a la mesa de dulces donde Yesnelys estaba trabajando. Con una sonrisa brillante, dijo: «¡Hola! Me encanta lo que han hecho aquí. Todo se ve delicioso.» Yesnelys sintió que sus mejillas se sonrojaban aún más. «Gracias,» respondió con una voz casi susurrante. «Hemos estado trabajando duro para que todo sea perfecto para la feria.»

Gerson tomó un dulce de la mesa y, en un impulso, le preguntó: «¿Quieres jugar en la rueda de la fortuna después? He escuchado que es muy divertida.» Yesnelys sintió que su corazón se iluminaba. «¡Sí! Me encantaría,» dijo, tratando de no sonreír demasiado.

Después de un rato, llegó el momento de subir a la rueda de la fortuna. Yesnelys se sintió nerviosa, pero al mismo tiempo emocionada. Mientras esperaban su turno, Gerson comenzó a contarle sobre sus aventuras en su antiguo pueblo. «Allí teníamos un lago donde podíamos pescar. Era genial,» dijo con nostalgia. Yesnelys escuchaba atentamente, encantada por su forma de contar historias.

Cuando finalmente fue su turno, se subieron a la cabina de la rueda de la fortuna. A medida que subían, Yesnelys sintió cómo la emoción la invadía. Mirando hacia abajo, pudo ver todo el pueblo, lleno de colores y risas. «¡Mira lo alto que estamos!» exclamó Gerson, sonriendo de oreja a oreja. «Esto es increíble.»

Yesnelys no podía dejar de reír. «¡Sí! Es hermoso desde aquí arriba.» Pero mientras disfrutaban de la vista, un pequeño viento comenzó a soplar, y la cabina se movió un poco. Gerson se dio cuenta de que Yesnelys se estaba poniendo un poco nerviosa. «No te preocupes, es seguro. Estoy aquí contigo,» le dijo, extendiendo su mano.

Al tomar su mano, Yesnelys sintió una calidez recorrer su cuerpo. «Gracias, Gerson,» murmuró, mirando sus ojos. En ese instante, algo mágico sucedió. Ambos se sonrieron y, por un momento, el mundo alrededor de ellos se desvaneció. Era como si fueran los únicos dos en el universo.

Cuando la rueda de la fortuna finalmente se detuvo, ambos bajaron, llenos de risas y emoción. «Eres muy valiente,» le dijo Gerson. «A veces, solo necesitamos un poco de ayuda para superar nuestros miedos.» Yesnelys asintió, sintiéndose afortunada de haberlo conocido. «Gracias por estar ahí. Me siento más segura contigo.»

La feria continuó, y a medida que pasaba el tiempo, Yesnelys y Gerson compartieron más momentos juntos: jugaron en las estaciones de juegos, se divirtieron en el castillo inflable y disfrutaron de golosinas que compraron juntos. Cada momento que pasaban hacía que Yesnelys se sintiera más cómoda y feliz a su lado.

Finalmente, cuando el sol comenzó a ponerse y el cielo se tiñó de colores anaranjados y rosados, Gerson sugirió que se sentaran en un banco a descansar. «Mira cómo cambia el cielo. Es hermoso, ¿no crees?» preguntó, mirando hacia arriba. «Sí, es impresionante,» respondió Yesnelys, sintiendo que la tarde se volvía aún más mágica.

«Sabes, estoy muy contento de haberte conocido hoy,» dijo Gerson, girando hacia ella. «Eres diferente a los demás. Eres especial.» Yesnelys sintió que su corazón daba un salto. «Yo también estoy feliz de conocerte. Ha sido un día increíble.»

Mientras charlaban, Yesnelys se dio cuenta de que sentía algo más que amistad por Gerson. Era un sentimiento nuevo, emocionante y un poco aterrador al mismo tiempo. En ese instante, se dio cuenta de que estaba experimentando algo que solo había leído en los cuentos: el amor a primera vista.

«Creo que… creo que me gustas, Gerson,» finalmente se atrevió a decir, sintiendo que su corazón latía más rápido. Gerson sonrió, y su rostro se iluminó. «A mí también me gustas, Yesnelys. Desde el primer momento en que te vi, supe que había algo especial en ti.»

El mundo a su alrededor parecía desvanecerse mientras compartían esa conexión. «¿Qué haremos ahora?» preguntó Yesnelys, un poco insegura. Gerson pensó por un momento y luego dijo: «Podemos seguir siendo amigos y ver a dónde nos lleva esto. No hay prisa, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti.»

Esa fue la promesa que ambos hicieron en ese hermoso atardecer. Con el tiempo, su amistad floreció y se convirtió en algo más. Juntos enfrentaron las aventuras de la vida, siempre recordando ese mágico día en la feria, donde todo comenzó. Cada risa compartida y cada secreto contado los unió más, y su amor creció a lo largo de los años, convirtiéndose en un lazo irrompible.

Conclusión:

El primer amor de Yesnelys y Gerson no solo fue una historia de inocencia y alegría, sino también una lección sobre la importancia de la amistad, la confianza y el crecimiento personal. Aprendieron que los sentimientos pueden surgir de los lugares más inesperados y que, a veces, solo se necesita un momento para que todo cambie. Y así, en el pequeño pueblo de Valle Verde, donde el amor floreció en un día de primavera, Yesnelys y Gerson aprendieron que el amor verdadero siempre comienza con una hermosa amistad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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