Cuentos de Amor

El regreso de papá

Lectura para 6 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, dos hermanos llamados Lucas y Simón. Lucas era un niño con el pelo rizado y ojos brillantes que siempre reflejaban su curiosidad por el mundo. Su hermano menor, Simón, tenía una sonrisa que podía iluminar el día más gris y el pelo corto que siempre estaba alborotado de tanto jugar.

Vivían con su madre en una casita acogedora, llena de amor y risas. Sin embargo, había algo que faltaba en sus vidas. Su papá había tenido que irse a trabajar lejos hacía mucho tiempo, y aunque los llamaba de vez en cuando, no era lo mismo que tenerlo en casa. Lucas recordaba las historias que su papá solía contarles antes de dormir y los juegos que inventaba en el jardín. Simón, siendo más pequeño, apenas tenía recuerdos claros, pero siempre escuchaba con atención cuando su madre y Lucas hablaban de él.

Un día, mientras jugaban en el jardín, su madre les llamó desde la puerta de la casa. Sus ojos estaban llenos de emoción, y Lucas y Simón corrieron hacia ella, curiosos por saber qué ocurría.

—Niños, tengo una sorpresa muy especial para ustedes —dijo su madre con una gran sonrisa.

Lucas y Simón se miraron intrigados, y antes de que pudieran preguntar, un hombre apareció detrás de su madre. Era su papá. Lucas se quedó paralizado por un momento, pero luego corrió hacia él con los brazos abiertos, seguido de cerca por Simón.

—¡Papá, papá! —gritaron al unísono mientras se abrazaban fuertemente.

El papá de Lucas y Simón, con ojos llenos de amor, los levantó en un gran abrazo, sintiendo la calidez y el amor que había extrañado tanto. Pasaron el resto del día hablando, riendo y compartiendo historias. Lucas y Simón no podían creer que finalmente tenían a su papá en casa de nuevo.

A medida que pasaron los días, la familia se fue adaptando a esta nueva vida juntos. El papá de Lucas y Simón traía consigo nuevas historias y juegos que pronto se convirtieron en la parte favorita del día de los niños. Una tarde, decidió llevarlos a dar un paseo por el bosque cercano, un lugar que solía visitar cuando era niño.

—Hay un lugar muy especial que quiero mostrarles —les dijo mientras caminaban entre los árboles altos y frondosos.

Después de un rato, llegaron a un claro en el bosque donde un arroyo cristalino corría suavemente. Había un pequeño puente de madera que cruzaba el arroyo, y junto a él, una vieja cabaña abandonada.

—Esta cabaña perteneció a mi abuelo —dijo su papá—. Solía venir aquí de niño y pasar horas explorando el bosque y jugando en el arroyo.

Lucas y Simón miraron la cabaña con fascinación. Aunque estaba un poco deteriorada por el tiempo, aún conservaba un aire de magia y aventura.

—¿Podemos entrar? —preguntó Lucas, lleno de entusiasmo.

—Claro que sí —respondió su papá—. Pero primero, tenemos que asegurarnos de que esté segura.

Juntos, limpiaron el área alrededor de la cabaña y arreglaron la puerta que estaba un poco atascada. Una vez dentro, encontraron antiguos juguetes de madera, libros polvorientos y una caja llena de herramientas.

—Podemos restaurar esta cabaña y convertirla en nuestro lugar especial —dijo su papá—. Será un proyecto familiar.

Lucas y Simón estaban emocionados. Pasaron los siguientes fines de semana trabajando en la cabaña junto a su papá. Aprendieron a usar herramientas, a construir muebles simples y a cuidar el entorno del bosque. Cada día de trabajo terminaba con una historia junto al arroyo y una promesa de nuevas aventuras.

Una tarde, mientras descansaban junto al arroyo después de un día de trabajo, Simón preguntó:

—Papá, ¿por qué tuviste que irte por tanto tiempo?

El papá de Lucas y Simón suspiró y los miró con ternura.

—Tuve que irme a trabajar lejos para poder cuidar de ustedes y asegurarme de que tuvieran todo lo que necesitaban. Fue muy difícil estar lejos, pero siempre pensé en ustedes y en el día en que podría volver a casa.

Lucas y Simón entendieron entonces el sacrificio que su papá había hecho por ellos. Sentían un profundo agradecimiento y amor por él. Decidieron que harían todo lo posible por aprovechar cada momento juntos.

Con el tiempo, la cabaña se convirtió en un lugar maravilloso. Plantaron flores alrededor, hicieron un pequeño jardín y decoraron el interior con dibujos y manualidades que hacían en casa. Los fines de semana en la cabaña se convirtieron en una tradición familiar, un tiempo sagrado para estar juntos y disfrutar del amor que compartían.

Un día, mientras caminaban por el bosque, encontraron a un pajarito que había caído de su nido. Estaba asustado y herido. Lucas, con su corazón compasivo, lo recogió con cuidado.

—Papá, ¿podemos ayudarlo? —preguntó con esperanza en sus ojos.

—Claro que sí, hijo. Vamos a llevarlo a casa y cuidarlo hasta que esté mejor.

En casa, crearon un pequeño nido con una caja y algunos trapos suaves. Cuidaron del pajarito, alimentándolo y manteniéndolo caliente. Día a día, el pajarito fue recuperando sus fuerzas, y pronto estuvo lo suficientemente fuerte para volar de nuevo.

—Es hora de dejarlo ir —dijo su papá—. Siempre es importante ayudar a los demás, pero también saber cuándo es momento de dejarlos seguir su camino.

Lucas y Simón, aunque tristes por despedirse del pajarito, entendieron la lección. Lo llevaron al jardín y lo vieron volar alto en el cielo, libres y felices.

La vida continuó llena de amor y aventuras. La familia estaba más unida que nunca, y cada día traía nuevas alegrías y aprendizajes. Lucas y Simón sabían que, sin importar lo que pasara, siempre tendrían el amor de su papá y su mamá para guiarlos y protegerlos.

Una noche, mientras se preparaban para dormir, Lucas se acercó a su papá y le dijo:

—Papá, gracias por todo lo que haces por nosotros. Te queremos mucho.

Su papá, conmovido, los abrazó a ambos y les respondió:

—Yo también los quiero mucho, hijos. Ustedes son mi mayor tesoro y siempre haré todo lo posible por hacerlos felices.

Y así, en esa pequeña casa llena de amor, Lucas, Simón y sus padres vivieron felices, sabiendo que el verdadero valor de la vida se encuentra en el amor y la familia. Porque al final del día, no importaba dónde estuvieran o qué desafíos enfrentaran, siempre tendrían el uno al otro.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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