Cuentos de Amor

El Sueño de Nerea

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un pequeño pueblo, donde las casas eran de colores vivos y los jardines siempre estaban llenos de flores, vivía una niña llamada Nerea. Con sus cinco años, Nerea era la alegría de la casa. Tenía una sonrisa que iluminaba todo a su alrededor y unos ojos grandes y curiosos que reflejaban su amor por la vida.

Nerea tenía un sueño: quería ser médico. Cada día, jugaba con su estetoscopio de juguete, escuchando los latidos del corazón de sus muñecas y curando a sus ositos de peluche. Su mamá y su papá siempre la veían jugar y sonreían, sabiendo que su pequeña tenía un gran corazón.

La mamá de Nerea era su mejor amiga. Pasaban horas juntas, jugando, leyendo cuentos y riendo. La mamá le enseñaba a Nerea lo importante que era cuidar de los demás y compartir amor. El papá de Nerea era su héroe. Fuerte y cariñoso, siempre estaba allí para levantarla cuando se caía y enseñarle cosas nuevas.

Cada verano, la familia viajaba a un pequeño pueblo cerca del mar para pasar las vacaciones. Nerea amaba esos viajes. El pueblo estaba lleno de aventuras: largos paseos por la playa, juegos en el parque y visitas al mercado local, donde Nerea siempre elegía las frutas más dulces y jugosas.

Un día, mientras jugaba en la playa, Nerea encontró un pequeño cangrejo atrapado entre unas rocas. Con cuidado, lo liberó y lo devolvió al mar. «¡Eres una gran salvadora!», exclamó su mamá. Nerea sonrió, sintiendo una felicidad inmensa. En ese momento, supo que quería ayudar a todos los seres vivos.

Al volver del viaje, Nerea comenzó a organizar juegos en el parque para enseñar a sus amigos cómo cuidar de los animales y plantas. Creó un pequeño jardín donde plantaban flores y cuidaban de pequeños insectos. Todos en el pueblo empezaron a notar el gran corazón de Nerea y su amor por la vida.

Un día, una vecina anciana se cayó en su jardín. Nerea fue la primera en llegar, corriendo con su estetoscopio de juguete. Aunque era solo un juego, su presencia calmó a la anciana hasta que llegó la ayuda. «Gracias, doctora Nerea», dijo la señora con una sonrisa.

La mamá y el papá de Nerea estaban muy orgullosos. Veían cómo su pequeña crecía con amor y compasión, siempre dispuesta a ayudar a los demás. «Eres especial, Nerea», le decían, «tu corazón es grande y generoso, y eso es lo más importante».

Los años pasaron y Nerea creció. Nunca olvidó su sueño de ser médico. Estudió mucho y siempre recordaba las enseñanzas de su infancia. Se convirtió en una doctora excepcional, no solo por su conocimiento, sino también por su gran corazón.

Nerea siempre recordaba aquellos días de juego, las vacaciones en el pueblo, y las lecciones de amor y cuidado de sus padres. Sabía que cada acto de bondad, por pequeño que fuera, tenía el poder de cambiar el mundo.

Y así, Nerea siguió su camino, llevando alegría y esperanza a todos los que la rodeaban, demostrando que los sueños, cuando se persiguen con amor y dedicación, siempre pueden hacerse realidad.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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