Cuentos de Amor

El Viento en los Senderos del Corazón

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 5 minutos

Español

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Héctor había crecido en un pequeño pueblo donde el ruido de las máquinas de la ciudad nunca llegaba y donde las montañas tocaban el cielo en un abrazo eterno. Desde que tenía memoria, siempre había sentido una conexión especial con su entorno, pero había algo que lo inquietaba: el amor. Los años pasaban, pero nunca había encontrado a alguien que despertara en él esa chispa que todos decían que debía existir.

Un día, mientras paseaba por el parque central del pueblo, vio a Samara por primera vez. Ella estaba sentada en un banco, leyendo un libro de poesía, con el sol de la tarde iluminando su rostro. Héctor, que normalmente no era de acercarse a las personas con tanta facilidad, sintió una fuerza inexplicable que lo empujó hacia ella. No sabía qué hacer, pero cuando sus ojos se encontraron, algo dentro de él se encendió.

Samara era diferente. Su mirada era profunda, como si su alma hubiera recorrido muchos caminos. Era tranquila, pero su presencia tenía una energía que atraía a todos a su alrededor. Héctor, en un impulso, se acercó y le preguntó si podía sentarse a su lado. Ella, sin dudarlo, sonrió y le hizo espacio. El tiempo parecía haberse detenido. No necesitaban palabras para entender que algo especial estaba sucediendo entre ellos.

El parque era su refugio, y desde ese día, empezaron a encontrarse allí cada tarde. Héctor le contaba a Samara sobre sus sueños de ser escritor, de escribir historias que tocaran el alma, pero siempre con un toque de humor. Samara, a su vez, le hablaba de su pasión por la poesía y cómo las palabras podían crear mundos infinitos. Pronto, su amistad floreció en algo más. Los sentimientos empezaron a transformarse y, sin darse cuenta, el amor comenzó a nacer entre ellos.

Pero el amor, como siempre, tiene sus pruebas. Miguel, el mejor amigo de Héctor, veía la relación con preocupación. Miguel era un tipo extrovertido, lleno de energía, siempre buscando la próxima aventura. Él, que nunca había creído en el amor a primera vista, no estaba seguro de que esta relación fuera lo que Héctor realmente necesitaba. Por más que intentaba hablar con él sobre ello, Héctor siempre respondía con una sonrisa, diciendo que el corazón había hablado por sí solo.

Un día, mientras Héctor y Samara paseaban por el parque, se encontraron con Ramón, un antiguo compañero de la escuela que ahora trabajaba como fotógrafo en la ciudad. Ramón siempre había sido el tipo de persona que no tenía filtro y decía lo que pensaba sin pensar en las consecuencias. Su presencia siempre causaba un cierto malestar, y esa tarde no fue la excepción. Ramón, con su carácter directo, les preguntó:

— ¿Así que esto es lo que llamas amor, Héctor? ¿Una relación que surge de la nada, como un cuento de hadas?

Héctor lo miró fijamente, sintiendo que el comentario no solo era dirigido a él, sino también a Samara. Él siempre había sido protector con ella, y aunque no sabía cómo responderle a Ramón, algo dentro de él sabía que tenía que defender lo que sentía.

— El amor no siempre es predecible — respondió Héctor, mirando a Samara con una ternura que lo sorprendió a él mismo. — A veces, es algo que te llega sin que lo busques. No se trata de magia ni de historias inventadas, es simplemente lo que siento.

Samara, que había estado callada hasta ese momento, añadió con una suavidad en su voz:

— El amor no necesita ser perfecto para ser real.

Ramón, al ver que no iba a conseguir provocar una reacción, se encogió de hombros y se alejó. Sin embargo, las palabras de Ramón dejaron una semilla de duda en la mente de Héctor. ¿Era su amor tan real como pensaba? ¿O era solo una ilusión pasajera?

Esa noche, Héctor no pudo dormir. Pensaba en todo lo que Ramón había dicho y se preguntaba si realmente estaba preparado para las complicaciones que el amor traía consigo. Al día siguiente, se encontró con Rita, la hermana menor de Miguel, que siempre tenía una perspectiva fresca y honesta sobre las cosas. Rita era conocida por su capacidad para ver lo que los demás no podían ver.

— ¿Sabes, Héctor? — comenzó Rita, mientras caminaban juntos por la calle — el amor no siempre tiene que ser lógico. A veces, simplemente necesitas confiar en tus sentimientos y dejar que las cosas fluyan. La duda solo te alejará de lo que realmente importa.

Esas palabras resonaron en la mente de Héctor. El amor no era una cuestión de lógica, era una cuestión de sentir. Decidió que iba a hablar con Samara, de corazón a corazón, y compartir sus miedos y dudas.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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