Cuentos de Amor

Gema y el Corazón del Instituto

Lectura para 11 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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En un instituto lleno de risas, sueños y desafíos, trabajaba una mujer muy especial llamada Gema. Gema era la orientadora del instituto, y todos la conocían por su gran corazón y su capacidad para ayudar a los estudiantes con sus problemas. Tenía el cabello castaño corto, usaba gafas y siempre llevaba una bufanda colorida que iluminaba aún más su cálida presencia.

Cada mañana, Gema llegaba temprano al instituto para estar lista para los estudiantes que necesitaban su ayuda. Su oficina siempre estaba abierta y decorada con colores brillantes, carteles motivadores y plantas verdes que ella cuidaba con esmero. Los estudiantes sabían que podían confiar en ella para cualquier cosa, desde problemas académicos hasta cuestiones personales.

Uno de los estudiantes que Gema había ayudado era Juan, un joven con dificultades para concentrarse en clase y que se sentía muy inseguro. Gracias a las sesiones de orientación con Gema, Juan había aprendido técnicas de estudio y había ganado confianza en sí mismo. Sus notas mejoraron y, lo más importante, se sintió valorado y comprendido.

También estaba Ana, una chica que había perdido a su madre recientemente y se sentía sola y triste. Gema le ofreció un espacio seguro para hablar sobre sus sentimientos y la conectó con un grupo de apoyo en el instituto. Poco a poco, Ana comenzó a sonreír de nuevo y encontró consuelo en la compañía de sus nuevos amigos.

Gema no solo ayudaba a los estudiantes con problemas graves, sino que también estaba allí para aquellos que necesitaban un pequeño empujón o una palabra amable. Como Roberto, que tenía miedo de hablar en público. Gema le enseñó técnicas de respiración y lo animó a practicar sus presentaciones frente a ella hasta que se sintiera seguro. Roberto, gracias a Gema, pudo dar su discurso final con valentía y recibió un gran aplauso de sus compañeros.

Los días en el instituto pasaban rápido, y Gema siempre estaba ocupada ayudando a uno u otro estudiante. Pero, a pesar de su dedicación y amor por su trabajo, Gema sabía que también necesitaba cuidarse a sí misma. Con el tiempo, comenzó a sentir que era hora de un cambio, un tiempo para descansar y recargar energías.

Un día, Gema reunió a los profesores y al director del instituto para anunciar su decisión. Todos quedaron sorprendidos y tristes al escuchar que Gema se iba, pero también comprendieron que necesitaba cuidarse. Decidieron organizar una despedida especial para mostrarle cuánto la apreciaban y cuánto la iban a extrañar.

El día de la despedida, el instituto estaba lleno de alegría y gratitud. Los estudiantes habían preparado tarjetas de agradecimiento, dibujos y pequeños regalos para Gema. En el patio principal, decoraron con globos y flores, y colocaron un gran cartel que decía: «¡Gracias, Gema, por todo tu amor y dedicación!»

Gema llegó ese día sin saber lo que la esperaba. Al ver las decoraciones y a todos los estudiantes reunidos, sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción. Los estudiantes la rodearon, entregándole las tarjetas y los regalos, y cada uno compartió una pequeña anécdota sobre cómo Gema había impactado sus vidas.

—Gema, nunca olvidaré cómo me ayudaste a superar mi miedo a hablar en público. Gracias a ti, ahora puedo hacerlo sin temor —dijo Roberto, entregándole una tarjeta con un dibujo de un micrófono.

—Gracias, Gema, por estar ahí cuando más te necesitaba. Siempre te llevaré en mi corazón —dijo Ana, dándole un collar con un pequeño corazón.

Juan también se acercó y, con una gran sonrisa, le dio una planta en una maceta decorada por él mismo.

—Para que siempre recuerdes cuidar de ti misma como cuidaste de nosotros —dijo Juan.

Gema, conmovida, abrazó a cada uno de sus estudiantes y les agradeció por todas las muestras de cariño. Sabía que se llevaría con ella todos esos recuerdos y el amor de los estudiantes a donde fuera.

El director del instituto también tomó la palabra.

—Gema, has sido el corazón de este instituto. Gracias a ti, muchos de nuestros estudiantes han encontrado su camino y han superado sus dificultades. Te estaremos siempre agradecidos y te deseamos lo mejor en esta nueva etapa de tu vida.

Gema, con una mezcla de tristeza y gratitud, tomó el micrófono.

—Gracias a todos ustedes por estas hermosas palabras y por permitirme ser parte de sus vidas. Cada uno de ustedes ha sido una inspiración para mí, y siempre llevaré sus historias en mi corazón. Recuerden siempre que son valiosos y capaces de lograr cualquier cosa que se propongan. Cuídense y cuiden de los demás, así como lo hemos hecho juntos.

Después de la despedida, Gema se tomó un tiempo para descansar y reflexionar sobre su próxima etapa. Sabía que el instituto seguiría siendo un lugar especial, lleno de jóvenes con grandes sueños y el potencial para lograrlos. Y aunque no estaría allí todos los días, confiaba en que había dejado una huella positiva y duradera en sus corazones.

A medida que pasaban los días, los estudiantes continuaron aplicando las lecciones y el apoyo que Gema les había brindado. Juan siguió mejorando en sus estudios, Ana se convirtió en una líder en el grupo de apoyo, y Roberto ayudaba a otros estudiantes con sus presentaciones. La influencia de Gema permanecía viva en el instituto, como un recordatorio constante de que el amor y la dedicación pueden transformar vidas.

Gema, por su parte, encontró nuevas formas de seguir ayudando a los demás y se involucró en proyectos comunitarios y de voluntariado. Su pasión por ayudar a los jóvenes y hacer una diferencia en el mundo seguía siendo su guía.

Y así, la historia de Gema, la orientadora con el corazón más grande, se convirtió en una leyenda en el instituto. Los estudiantes, los profesores y todos los que la conocieron la recordaban con cariño y gratitud, sabiendo que su amor y dedicación habían dejado una marca indeleble en sus vidas.

Gema siempre llevaría consigo el amor y las historias de sus estudiantes, sabiendo que había cumplido su misión de ser una luz en sus vidas. Y aunque su camino la llevara por nuevos rumbos, siempre tendría un lugar especial en su corazón para el instituto y todos los jóvenes a los que había ayudado.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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