En un rincón olvidado del mundo, donde las flores susurran secretos antiguos y los árboles danzan al compás del viento, vivía una niña llamada Marron. Su cabello, largo y brillante como los rayos del sol al atardecer, enmarcaba una cara amable que nunca perdía la sonrisa, a pesar de las sombras que a veces nublaban su vida. Marron vivía en una pequeña casa al borde de la selva con su padre, un hombre de pocas palabras pero de un amor profundo y silencioso.
La vida de Marron cambió el día que conoció a Trunsk, un niño de su edad, cuyo espíritu aventurero era tan inmenso como el océano. Trunsk, con su cabello corto y erizado, y una mirada que parecía ver más allá de lo visible, se enamoró instantáneamente de la bondad y la luz que Marron irradiaba. Juntos, comenzaron a explorar los secretos de la selva, riendo y soñando bajo la copa de árboles centenarios.
Sin embargo, no todo era luz en la vida de Marron. Mai, una niña que había sido amiga de Trunsk, movida por celos y envidia, amenazó a Marron, diciéndole que se alejara de Trunsk. Atormentada y con el corazón pesado, Marron decidió huir hacia lo más profundo de la selva, buscando consuelo en su tío Pares, el guardián de los secretos del bosque.
Pares era un hombre anciano, con una barba larga y blanca que parecía guardar historias de mil inviernos. Sus ojos, profundos y sabios, brillaban con la luz de las estrellas cuando contaba a Marron historias de la selva y sus criaturas mágicas. Con él, Marron aprendió a entender el lenguaje de la naturaleza y descubrió que cada criatura, desde el más pequeño insecto hasta el más grande de los felinos, tenía su lugar y su importancia en el corazón del bosque.
Mientras tanto, Trunsk, desesperado por encontrar a Marron, se adentró en la selva con la ayuda de sus amigos, Goten y Videl. Goten, siempre alegre y con rizos rebeldes, llevaba consigo una risa que podía iluminar las sombras más oscuras. Videl, valiente y astuta, con trenzas que bailaban con cada paso, era la estratega del grupo. Juntos, se enfrentaron a desafíos que ponían a prueba su ingenio y su valor.
Después de días de búsqueda, el destino quiso que Trunsk y sus amigos encontraran el refugio de Pares. El reencuentro fue emotivo, lleno de lágrimas y risas. Marron, al ver a Trunsk, supo que su corazón siempre había pertenecido a aquel niño que soñaba con aventuras sin fin.
Decididos a no dejar que nada ni nadie los separara de nuevo, Marron y Trunsk, junto con Goten, Videl y Pares, formaron un pacto de amistad y protección. Se prometieron cuidar los unos de los otros y de la selva que ahora consideraban su hogar.
El tiempo pasó, y aunque ocasionalmente surgían sombras y amenazas, la unión y el amor entre los cinco amigos siempre prevalecían. La selva, agradecida por la protección y el respeto que estos jóvenes le brindaban, florecía de maneras que nadie podría haber imaginado, llenando sus días de magia, color y vida.
Así, en un rincón del mundo olvidado por muchos pero guardado en los corazones de aquellos que verdaderamente importaban, Marron y sus amigos vivieron días llenos de aventuras, aprendizajes y, sobre todo, un amor inquebrantable que los acompañaría a lo largo de sus vidas, siempre juntos, siempre unidos por la magia de la amistad y el amor que habían forjado en el corazón de la selva.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.