Había una vez, en un pequeño y colorido pueblo, una niña llamada Idania. Idania tenía 1 año y 10 meses, y era conocida por todos por su sonrisa contagiosa y su espíritu travieso y coqueto. Aunque era pequeña, su inteligencia brillaba como una estrella en el cielo nocturno.
Un día, mientras jugaba en el jardín de su abuela, Idania encontró un objeto misterioso escondido entre las flores. Era una pequeña llave dorada que brillaba bajo el sol. Idania, con su curiosidad natural, decidió averiguar para qué servía esa llave.
Empezó a buscar por todo el jardín un lugar donde pudiera encajar la llave. Después de mucho buscar, descubrió una pequeña puerta oculta en el tronco de un árbol viejo. Con una sonrisa de emoción, Idania colocó la llave en la cerradura y giró. ¡Click! La puerta se abrió, revelando un túnel lleno de luces brillantes y colores vibrantes.
Con un corazón lleno de aventura, Idania entró en el túnel. A medida que avanzaba, las luces danzaban a su alrededor, creando figuras y formas que la hacían reír. De repente, se encontró en un mundo mágico, un lugar donde los sueños se hacían realidad y la imaginación no tenía límites.
En este mundo mágico, Idania conoció a varios amigos peculiares. Primero, se encontró con un conejo parlante que llevaba un reloj y siempre parecía tener prisa. Luego, se encontró con un gato sonriente que aparecía y desaparecía a voluntad, dejando solo su sonrisa flotando en el aire.
Mientras exploraba este mundo de maravillas, Idania aprendió muchas cosas. Aprendió el valor de la amistad, la importancia de ser valiente y la alegría de descubrir cosas nuevas.
Pero lo más importante que aprendió fue el amor incondicional que sentía por su abuela. En cada rincón de este mundo mágico, veía reflejado el amor y los cuidados que su abuela le había dado desde que era un bebé. Las flores recordaban a su abuela plantando en el jardín, las estrellas brillaban como los ojos de su abuela cuando le contaba historias antes de dormir.
En este mundo mágico, cada día era una aventura para Idania. Un día, ayudó a unas mariposas a encontrar su camino de regreso a casa. Otra vez, resolvió un misterioso acertijo que un sabio búho le presentó. Con cada desafío que enfrentaba, Idania se sentía más valiente y segura de sí misma.
Pero pronto, empezó a extrañar a su abuela. Aunque se divertía mucho en este mundo de fantasía, el amor y el cariño de su abuela le hacían falta. Fue entonces cuando decidió que era hora de regresar a casa.
Idania buscó el camino de regreso, pero no era tan fácil como había pensado. Cada sendero parecía llevarla a un lugar nuevo y desconocido. Estaba a punto de sentirse perdida y asustada, cuando recordó las palabras de su abuela: «Siempre que te sientas perdida, cierra los ojos, piensa en tu corazón y él te mostrará el camino».
Siguiendo el consejo de su abuela, Idania cerró los ojos y se concentró. Cuando los abrió, vio un camino luminoso que no había estado allí antes. Con esperanza en su corazón, siguió el camino y, para su sorpresa, llevaba directamente a la pequeña puerta en el árbol del jardín de su abuela.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.