Cuentos de Amor

La Clase de las Rosas

Lectura para 4 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Había una vez en una pequeña escuela, una clase muy especial llamada la Clase de las Rosas. Esta clase estaba formada por un grupo de niños y niñas muy unidos, que habían estado juntos durante tres cursos. La profesora de esta clase tan especial era la amable y cariñosa profesora Sonia.

Los alumnos de la Clase de las Rosas eran David, un niño alegre con cabello castaño; Rosie, una niña feliz con cabello rojo; Marianella, una niña de rizos rubios y una gran sonrisa; Álvaro, un niño con cabello negro y gafas; y, por supuesto, la querida profesora Sonia, con su largo cabello castaño.

La clase siempre estaba decorada con dibujos coloridos y un gran cartel que decía «Clase de las Rosas». Todos los días, los niños se sentaban en un círculo con la profesora Sonia, compartiendo historias, riendo y aprendiendo juntos.

Durante esos tres cursos, la Clase de las Rosas vivió muchas aventuras y experiencias que les enseñaron cosas nuevas, pero lo más importante de todo fue el vínculo tan especial que crearon entre todos. Eran como una gran familia.

Un día, la profesora Sonia les propuso una actividad especial. «Hoy vamos a hacer una caja del amor,» dijo con una sonrisa. «Cada uno de ustedes va a escribir o dibujar algo especial que les guste de sus amigos de la clase.»

David fue el primero en tomar su hoja de papel y su lápiz de colores. «Voy a dibujar a Rosie,» dijo. «Me gusta mucho cómo siempre me hace reír.» Y así, David dibujó a Rosie con su gran sonrisa.

Rosie, a su vez, decidió escribir algo para Marianella. «Marianella siempre me ayuda cuando no entiendo algo,» escribió con letras grandes y coloridas.

Marianella, emocionada por la actividad, dibujó a Álvaro con sus gafas. «Álvaro es muy inteligente y siempre tiene una buena idea,» dijo mientras coloreaba su dibujo.

Álvaro pensó en David y decidió escribir sobre él. «David es muy bueno jugando al fútbol y siempre me pasa el balón,» escribió con mucho cuidado.

Cuando todos terminaron, colocaron sus dibujos y notas en la caja del amor. La profesora Sonia, con los ojos brillando de alegría, dijo: «Ahora, vamos a abrir la caja y ver todas las cosas bonitas que hemos dicho y dibujado sobre nuestros amigos.»

La caja se abrió, y uno por uno, fueron leyendo y mostrando los dibujos y notas. Todos se sintieron muy felices al ver cuánto se querían y se apreciaban. La profesora Sonia les recordó que lo más importante era siempre ser amables y cuidar unos de otros.

En otra ocasión, la Clase de las Rosas decidió hacer una obra de teatro para la fiesta de fin de curso. Todos se emocionaron mucho con la idea y empezaron a planear juntos. David decidió ser el director, Rosie quería ser la princesa, Marianella sería el hada mágica, Álvaro el valiente caballero y la profesora Sonia, por supuesto, sería la narradora.

Trabajaron muy duro ensayando sus papeles y preparando los disfraces. La profesora Sonia les ayudó a hacer las alas del hada con cartulina y purpurina, y a coser la capa del caballero con tela brillante.

El día de la función, todos estaban un poco nerviosos, pero muy emocionados. Los padres y amigos de la escuela se sentaron en la sala, esperando ver la gran actuación. Cuando comenzó la obra, David dio la señal, y Rosie, Marianella y Álvaro entraron en escena.

La obra fue un gran éxito. Rosie, como la princesa, era muy graciosa y encantadora; Marianella, como el hada mágica, hacía brillar su varita y decía palabras mágicas; Álvaro, como el caballero, luchaba valientemente contra los dragones imaginarios; y la profesora Sonia, con su voz suave, narraba la historia de manera maravillosa.

Al final de la obra, todos aplaudieron y vitorearon. La Clase de las Rosas hizo una gran reverencia, y la profesora Sonia les abrazó a todos, sintiéndose muy orgullosa de sus pequeños actores.

El tiempo pasó, y los niños de la Clase de las Rosas siguieron creciendo y aprendiendo juntos. Siempre recordaban con cariño todas las aventuras que vivieron y lo mucho que se querían. Cada vez que alguien nuevo llegaba a la clase, le daban la bienvenida con una gran sonrisa y le contaban todas las cosas bonitas que habían aprendido sobre la amistad y el amor.

Cuando llegó el último día de clase del tercer curso, todos se sintieron un poco tristes al pensar que ya no estarían todos juntos en la misma clase el próximo año. La profesora Sonia les reunió en un círculo y les dijo: «Aunque no estemos todos en la misma clase el próximo curso, siempre llevaremos en nuestros corazones los recuerdos de la Clase de las Rosas y la amistad que hemos compartido.»

David, Rosie, Marianella y Álvaro se abrazaron y prometieron seguir siendo amigos siempre. La profesora Sonia les dio a cada uno una rosa, como símbolo de su cariño y los recuerdos compartidos.

Y así, la Clase de las Rosas terminó su último día juntos, con el corazón lleno de amor y amistad, sabiendo que siempre serían una gran familia, sin importar dónde estuvieran.

Desde entonces, cada vez que se encontraban en los pasillos de la escuela, se sonreían y se abrazaban, recordando las risas y las aventuras que vivieron juntos en la Clase de las Rosas. Y así, la historia de su amistad se convirtió en una leyenda en la escuela, inspirando a otros niños a ser amables, cariñosos y a valorar la amistad sobre todas las cosas.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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