Cuentos de Amor

Mi corazón late por ellas siempre

Lectura para 2 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era un día soleado en el pequeño pueblo de colores brillantes, donde todo era alegría y risas. En una acogedora casita, vivía una familia muy especial: Papá, Majito y Mafer. Papá era un hombre cariñoso que siempre sabía cómo hacer reír a sus hijos. Majito, el mayor, era un niño curioso que amaba explorar y descubrir cosas nuevas. Mafer, la pequeña, tenía un corazón lleno de amor y dulzura, siempre estaba lista para abrazar.

Un día, mientras jugaban en el jardín, Papá decidió llevar a los niños a una aventura sorprendente. “¡Vamos a buscar la Flor del Amor!” les dijo con una sonrisa brillante. Majito y Mafer aplaudieron emocionados. “¿Qué es esa flor?” preguntó Majito. “La Flor del Amor es una flor mágica que crece en el bosque. Se dice que quien la encuentre tendrá siempre en su corazón un canto de amor”, explicó Papá, llenando los ojos de sus hijos de asombro.

Los tres se prepararon, llevando consigo algo de comida y su amor por la aventura. Al llegar al bosque, los árboles altos parecían abrazarlos mientras paseaban entre sus hojas. Majito corrió adelante, buscando pistas, mientras Mafer, tomando la mano de Papá, miraba alrededor con ojos brillantes. El sol se filtraba a través de las ramas, creando un espectáculo de luces que hacía que todo se viera aún más mágico.

Después de caminar un buen rato, encontraron un pequeño claro. “¡Miren!” gritó Majito. Allí, en el centro, había un hermoso lago. El agua reflejaba el cielo azul y en la orilla, había una piedra llena de flores que parecían brillar. “¡Quizás allí esté la Flor del Amor!” dijo Mafer, corriendo hacia las flores. Papá sonrió, siguiendo a sus hijos.

Al acercarse, se dieron cuenta de que había una flor diferente de las demás. Era una flor enorme, de colores vibrantes: rojo, rosa, amarillo y azul. Bajo su pétalo había un pequeño duende llamado Lirio, que se ocultó al verlos. “Hola, soy Lirio”, dijo tímidamente, “¿han venido a buscar la Flor del Amor?”. Majito, emocionado, dijo: “¡Sí! Queremos tener un canto de amor en nuestros corazones”.

Lirio sonrió. “La Flor del Amor no es solo un regalo, también requiere algo muy especial. Deben mostrar su amor en sus acciones y en sus corazones. Solo así la flor les dará lo que buscan”. Papá, Majito y Mafer intercambiaron miradas entendiendo que el amor implica hacer cosas buenas y cuidar a los demás.

“¿Cómo podemos demostrar nuestro amor?” preguntó Mafer, su voz suave como un susurro. “Hay muchas maneras”, respondió Lirio. “Pueden ayudar a otros que lo necesiten, jugar juntos y compartir su alegría. Cada acto de amor suma para que la Flor del Amor crezca más”.

Decididos, Papá, Majito y Mafer empezaron su camino de amor. La primera misión fue ayudar a una tortuga que parecía perdida. La tortuga se llamaba Gloria y su caparazón era de un verde brillante. “¿Pueden ayudarme? No encuentro mi camino de regreso a casa”, dijo con tristeza. “¡Sí, claro que sí!” exclamó Majito. Juntos caminaron, guiando a Gloria hasta su hogar, un pequeño estanque lleno de flores. La tortuga estaba tan feliz que les agradeció con una gran sonrisa.

Siguieron su aventura haciendo feliz a otros en el bosque. Ayudaron a un pájaro a encontrar su nido y recogieron flores para que unos cangrejos pudieran decorar su casa. A cada acto de bondad, sentían que su corazón se llenaba de alegría y amor.

Cuando regresaron al claro donde estaba la Flor del Amor, Lirio los estaba esperando. “¿Cómo les fue en su camino de amor?” preguntó. “¡Fabuloso! Ayudamos a muchos amigos”, respondió Mafer, con una gran sonrisa en su rostro. Lirio sonrió de nuevo y les dijo: “Han mostrado su amor en acciones. Ahora, miren hacia la Flor del Amor”.

Papá, Majito y Mafer miraron con atención hacia la hermosa flor. Los pétalos comenzaron a brillar intensamente, iluminando todo el claro con colores hermosos. De pronto, la flor abrió sus pétalos y del medio salió una brillante luz que se convirtió en un hermoso canto. Era la melodía más dulce que jamás habían oído, llena de risas y amor.

“Este canto es para ustedes, un regalo por su bondad”, dijo Lirio. “Siempre que escuchen esta melodía, recordarán el amor que hay en sus corazones”. Papá tomó a sus hijos de la mano y se sintieron más unidos que nunca. Habían aprendido que el amor no solo se recibe, sino que se da, en cada pequeño gesto.

De camino a casa, el canto de la flor resonaba en el aire como un bello recuerdo. Majito y Mafer cantaban en coro con su Papá, llenos de alegría. “Mi corazón late por ellas siempre”, decía Papá mientras miraba a sus hijos con amor. “No solo por ustedes, sino por cada amigo que hemos ayudado”.

Al llegar a casa, el cielo se llenó de estrellas. Papá, Majito y Mafer se abrazaron, sintiendo el calor de su amor en sus corazones. “Este día fue mágico”, dijo Majito, mientras Mafer asentía, con los ojos llenos de felicidad. Y así, cada noche, el canto de la Flor del Amor seguía sonando en sus corazones, recordándoles lo importante que es el amor y la bondad en sus vidas.

Y así fue como Papá, Majito y Mafer aprendieron que el amor se vive con cada acción, con cada abrazo, y que cuando se comparte, se multiplica. Cada día se volvieron un poco más grandes, un poco más amorosos, y siempre recordaron que en su corazón, el amor es lo más hermoso que pueden tener.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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