En el pintoresco pueblo de Vallesol, donde las casas parecían pintadas con los tonos del atardecer y los campos de girasoles se extendían hasta donde alcanzaba la vista, vivían Rossy y Tomy, dos jóvenes cuya amistad estaba destinada a convertirse en algo más profundo.
Rossy era conocida en el pueblo por su alegría contagiosa y su habilidad para hacer florecer cualquier planta que tocara, un regalo mágico heredado de su abuela. Tomy, por otro lado, era el pensador, siempre con un libro bajo el brazo y un sueño en el corazón de escribir su propia novela que algún día tocaría el corazón de quienes la leyeran.
La historia de Rossy y Tomy comenzó una tarde de primavera bajo el viejo roble del centro del pueblo, donde se habían citado para compartir historias y sueños. Mientras Rossy relataba cómo había logrado hacer florecer el rosal más viejo del jardín de su abuela, Tomy no podía dejar de mirarla, dándose cuenta de que su corazón latía al ritmo de las sonrisas de ella.
Fue entonces cuando Tomy, impulsado por un momento de coraje, decidió declarar su amor. Sin embargo, justo cuando las palabras estaban a punto de escapar de sus labios, el cielo se oscureció abruptamente. Un eclipse no anunciado cubrió el sol, y con él, una antigua leyenda del pueblo parecía cobrar vida.
La leyenda hablaba de dos amantes separados por un hechizo durante un eclipse, condenados a vagar por diferentes dimensiones hasta que su amor verdadero los reuniera nuevamente bajo el mismo sol. Alarmados pero incrédulos, Rossy y Tomy decidieron investigar la leyenda, pensando que podría ser la inspiración perfecta para la novela de Tomy.
Armados con mapas antiguos y libros de leyendas locales, se dirigieron a la biblioteca del pueblo. Allí, entre polvorientos tomos de historia, encontraron la referencia a una pareja, los fundadores del pueblo, que habían sido víctimas de aquel hechizo. Según los textos, solo un acto de amor puro en medio de un eclipse podría romper el encantamiento.
Decididos a probar su amor y a la vez romper el hechizo, Rossy y Tomy planearon un ritual en el próximo eclipse, que, según los cálculos de Tomy, ocurriría en solo tres días. Durante esos días, prepararon todo lo necesario: un círculo de girasoles, el símbolo del pueblo, y un colgante que había pertenecido a la amada del fundador, encontrado en el desván de la abuela de Rossy.
El día del eclipse, con el pueblo reunido alrededor para ver el evento, Rossy y Tomy se tomaron de las manos en el centro del círculo de girasoles. Mientras la sombra de la luna cubría el sol, ambos pronunciaron votos de amor y fidelidad, no solo el uno al otro, sino a sus sueños compartidos.
En el momento en que el sol comenzó a reaparecer, una luz brillante envolvió a la pareja. Los girasoles alrededor del círculo se inclinaron hacia ellos, como si estuvieran presenciando un milagro. Cuando la luz se disipó, Rossy y Tomy seguían allí, sonriendo y más enamorados que nunca. El pueblo entero aplaudió, y muchos juraron haber visto las figuras de los fundadores sonriendo desde las sombras del roble.
Desde ese día, el amor de Rossy y Tomy se volvió una historia de leyenda en Vallesol. No solo habían confirmado que su amor era verdadero, sino que habían roto un hechizo antiguo, uniendo su destino al mismo sol bajo el cual se habían conocido.
Años después, Tomy publicó su novela, titulada «Un Amor en el Tiempo de los Girasoles», que se convirtió en un bestseller no solo en Vallesol sino en muchas partes del mundo. Rossy, por su parte, inauguró un vivero que se especializaba en girasoles, cada uno cultivado con amor y un toque de magia.
Y así, en un pequeño pueblo donde los atardeceres pintaban las casas y los campos de girasoles se mecían al viento, Rossy y Tomy vivieron su amor, recordando siempre que, a veces, los cuentos de hadas pueden ser tan reales como los corazones que los sueñan.
Después del eclipse que selló su amor y rompió la antigua maldición, Rossy y Tomy no solo se convirtieron en el corazón de muchas conversaciones en el pueblo, sino también en el símbolo de un amor que trascendía leyendas y tiempo. Pero su historia estaba lejos de terminar; nuevos desafíos esperaban a la pareja, desafíos que pondrían a prueba su unión y su compromiso con sus sueños.
Con la fama de la novela de Tomy, «Un Amor en el Tiempo de los Girasoles», personas de todo el mundo comenzaron a visitar Vallesol, atraídas por la historia de amor y el místico pueblo de los girasoles. Esto trajo prosperidad al pueblo, pero también desafíos inesperados. El aumento del turismo perturbó la tranquila vida del pueblo y los extensos campos de girasoles empezaron a verse amenazados por el desarrollo comercial.
Rossy, quien siempre había sentido una conexión especial con la tierra y sus girasoles, se encontró en medio de un dilema. Por un lado, el éxito de Tomy y el interés en su historia traían beneficios económicos a su comunidad; por otro, veía cómo el lugar que tanto amaba comenzaba a perder su esencia.
Movidos por su amor no solo el uno al otro sino también a su hogar, Rossy y Tomy decidieron actuar. Organizaron reuniones con los habitantes del pueblo y los nuevos visitantes, explicando la importancia de preservar la belleza y la tranquilidad de Vallesol. Tomy, con su habilidad para las palabras, escribió artículos y folletos que relataban no solo su historia de amor, sino también la historia del pueblo y la necesidad de conservar su patrimonio natural y cultural.
Inspirados por los esfuerzos de la pareja, los residentes de Vallesol y muchos visitantes comenzaron a participar en iniciativas de conservación. Se establecieron reglas para proteger los campos de girasoles y se crearon senderos designados para los turistas, asegurando que la naturaleza no fuera perturbada más de lo necesario.
Mientras tanto, el amor entre Rossy y Tomy continuaba floreciendo. Con cada desafío que enfrentaban juntos, su vínculo se fortalecía más y más. Rossy decidió expandir su vivero para incluir un centro educativo donde enseñaba a niños y adultos sobre botánica y la importancia de cuidar el medio ambiente. Tomy, por su parte, comenzó a trabajar en una secuela de su novela, inspirado por las nuevas historias y personajes que surgían en su vida cotidiana en Vallesol.
Un día, mientras caminaban por uno de los senderos recién inaugurados en el campo de girasoles, Rossy y Tomy encontraron un antiguo diario enterrado al pie de un viejo girasol. El diario pertenecía a uno de los fundadores del pueblo, y en sus páginas contenía secretos y hechizos antiguos de la época en que Vallesol fue fundado. Emocionados por el descubrimiento, decidieron utilizar esta sabiduría antigua para enriquecer aún más la cultura del pueblo y asegurarse de que las futuras generaciones comprendieran y valoraran su herencia.
Así, a través de los años, Rossy y Tomy no solo mantuvieron vivo su amor, sino que también ayudaron a su comunidad a prosperar. Se convirtieron en guardianes de la tradición y la naturaleza, siempre recordando y enseñando que el verdadero amor se extiende más allá de uno mismo para abrazar a la comunidad y el mundo que los rodea.
Y en Vallesol, entre el oro de los campos de girasoles y los susurros del viento, la historia de Rossy y Tomy pasó de ser una simple leyenda a convertirse en un legado eterno de amor, respeto y comunidad.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.