Cuentos de Amor

Un Amor que Viaja en el Tiempo

Lectura para 8 años

Tiempo de lectura: 4 minutos

Español

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En un pequeño pueblo lleno de calles empedradas y casas de colores, vivía un niño llamado José. José tenía el cabello castaño y siempre llevaba puesta una sonrisa. Su familia era humilde, pero muy unida y trabajadora. Desde muy pequeño, José aprendió el valor del trabajo y la importancia de la amistad. Ayudaba a su padre en la carpintería y a su madre en la pequeña huerta que tenían en el patio de su casa. Aunque no tenían mucho dinero, José siempre encontraba la manera de divertirse, ya fuera jugando con sus amigos en el parque o inventando historias fantásticas.

Mientras tanto, en otra ciudad un poco más grande y ruidosa, a seis meses de distancia en edad, nació una niña llamada Marolyn. Ella tenía el cabello rubio y unos ojos curiosos que parecían brillar con cada nueva aventura. Su madre, debido a circunstancias familiares, decidió mudarse a esta ciudad buscando una nueva vida y mejores oportunidades. Aunque al principio Marolyn extrañaba su antiguo hogar, pronto se adaptó a su nuevo entorno, encontrando amigos y descubriendo lugares emocionantes donde jugar.

Los años pasaron, y tanto José como Marolyn crecieron rodeados de amor y enseñanzas. José, ya un adolescente, trabajaba en varios lugares de la ciudad. Se convirtió en un chico muy habilidoso, aprendiendo de todo un poco: desde arreglar cosas hasta tratar con diferentes personas. Su vida era una mezcla de trabajo y diversión, siempre encontrando un momento para disfrutar con sus amigos y compartir historias.

Marolyn, por su parte, desarrolló una gran pasión por la lectura y la naturaleza. Le encantaba explorar los parques y las bibliotecas de su nueva ciudad, siempre con un libro bajo el brazo. Su curiosidad la llevaba a descubrir cosas nuevas cada día, desde plantas raras hasta historias fascinantes sobre lugares lejanos.

Un día, el destino decidió que era momento de que estos dos jóvenes cruzaran sus caminos. La madre de Marolyn consiguió un trabajo en la ciudad de José, lo que significó otra mudanza para Marolyn. Aunque al principio estaba nerviosa por dejar atrás sus nuevos amigos y lugares favoritos, también estaba emocionada por la idea de conocer una nueva ciudad y vivir nuevas aventuras.

La mudanza ocurrió sin contratiempos, y pronto Marolyn se encontraba explorando su nuevo entorno. Un día, mientras paseaba por el parque central, vio a un chico arreglando una banca rota. Ese chico era José. Intrigada por su habilidad y su sonrisa amigable, Marolyn se acercó a él.

—Hola, me llamo Marolyn —dijo con una sonrisa tímida—. ¿Necesitas ayuda?

José levantó la mirada y vio a Marolyn. Su corazón dio un pequeño salto, pues algo en ella le resultaba especial.

—Hola, Marolyn. Soy José. Claro, siempre es bueno tener ayuda —respondió, devolviéndole la sonrisa.

Desde ese momento, se volvieron amigos inseparables. Marolyn acompañaba a José en sus trabajos y José le mostraba los rincones más encantadores de la ciudad. Pasaban horas conversando sobre sus vidas, sus sueños y sus intereses. La conexión entre ellos era innegable y, con el tiempo, esa amistad se transformó en algo más profundo.

Un día, mientras paseaban por el parque bajo un cielo estrellado, José tomó la mano de Marolyn.

—Marolyn, desde que llegaste a mi vida, todo ha sido más brillante y emocionante. Me he dado cuenta de que te quiero mucho más que como una amiga. ¿Te gustaría ser mi novia?

Marolyn sintió su corazón latir con fuerza. Miró a José a los ojos y vio en ellos sinceridad y cariño.

—Sí, José, me encantaría ser tu novia —respondió con una gran sonrisa.

Y así comenzó una hermosa historia de amor. José y Marolyn compartieron momentos inolvidables, desde paseos en bicicleta hasta noches de cuentos bajo las estrellas. Aprendieron juntos, rieron juntos y enfrentaron los retos de la vida, siempre apoyándose el uno al otro.

Pasaron los años, y su amor solo se fortaleció. Un día, decidieron que era el momento de dar un paso más grande en su relación. Bajo un árbol lleno de flores, en el mismo parque donde se conocieron, José se arrodilló y sacó un pequeño anillo.

—Marolyn, te amo más de lo que las palabras pueden expresar. Quiero pasar el resto de mi vida contigo. ¿Quieres casarte conmigo?

Marolyn, con lágrimas de felicidad en los ojos, respondió sin dudar:

—Sí, José, quiero casarme contigo.

Su boda fue un hermoso evento lleno de amor y alegría. Familiares y amigos se reunieron para celebrar la unión de estos dos corazones que, a pesar de las distancias y las circunstancias, se encontraron y decidieron caminar juntos por la vida.

Poco después de casarse, Marolyn y José recibieron una bendición aún mayor: el nacimiento de su primer hijo, José FVM. José FVM era un niño lleno de energía y curiosidad, siempre dispuesto a explorar el mundo que lo rodeaba. Dos años después, la familia creció nuevamente con la llegada de Yamile, una niña alegre y juguetona que llenó sus vidas de risas y amor.

La familia vivía feliz, disfrutando cada momento juntos. José y Marolyn les enseñaron a sus hijos el valor de la amistad, el amor y el trabajo duro. Cada día era una nueva aventura, ya fuera explorando la ciudad, leyendo historias juntos o simplemente disfrutando del tiempo en familia.

José FVM y Yamile crecieron rodeados de amor y enseñanzas, aprendiendo de sus padres a valorar las cosas simples de la vida. Les encantaba escuchar las historias de cómo sus padres se conocieron y se enamoraron, y soñaban con vivir sus propias aventuras algún día.

Con el paso del tiempo, José y Marolyn vieron a sus hijos convertirse en personas maravillosas, llenas de bondad y curiosidad. Su amor seguía siendo fuerte, una prueba de que el verdadero amor puede superar cualquier obstáculo y durar para siempre.

La vida de José y Marolyn fue una historia de amor que inspiró a todos los que los conocieron. Desde sus humildes comienzos hasta formar una hermosa familia, demostraron que con amor, perseverancia y un poco de magia del destino, todo es posible.

Fin.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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