En un rincón soleado y alegre del bosque, donde los árboles cantaban con el viento y las flores bailaban con la brisa, vivían dos amigos muy especiales: Jonas y Jazmín. Ellos compartían muy bonitos momentos, de risas y aventuras, pero había un pequeño vacío en sus corazones, un lugar que una vez ocupó su querida amiga Ash, quien había partir hacia un nuevo lugar, buscando su propio sol.
Jonas era un conejito de suaves orejitas y un pelaje blanco como la nieve. Le encantaba brincar por el bosque, explorar cada rincón y charlar con las estrellas cuando caía la noche. Jazmín, por otro lado, era una preciosa mariposa de colores vibrantes. Su vuelo era alegre y ligero, y siempre sabía cómo hacer reír a Jonas con sus travesuras.
Un día, mientras exploraban, Jazmín y Jonas decidieron hacer un viaje a la parte más profunda del bosque. «Hoy encontraremos algo especial, como un tesoro», dijo Jazmín emocionada. «Sí, algo que nos haga sonreír como lo hacía Ash», añadió Jonas, tomando a Jazmín con la patita. Así, se adentraron entre los árboles altos y frondosos, donde los rayos del sol se filtraban creando un espectáculo de luces en el suelo.
De repente, escucharon un suave murmullo. «¿Qué será eso?», preguntó Jazmín, moviendo sus alas curiosa. «Vamos a ver», respondió Jonas con su espíritu aventurero. Se acercaron al sonido y para su sorpresa, encontraron un pequeño arroyo de agua cristalina. Pero, lo más sorprendente fue lo que vieron al borde del arroyo: una pequeña criatura que nunca antes habían visto.
Era una adorable cachorrita de colores brillantes, con orejas largas y mirada dulce. «Hola, soy Ashira», dijo la perrita con una voz suave y melodiosa. «Estaba buscando un lugar especial para jugar y descansar. Me perdí un poco». Jazmín y Jonas se miraron emocionados. ¿Podría ser esta pequeña perra el nuevo sol que iluminaría sus corazones?
«¡Nos alegra conocerte, Ashira!», exclamó Jazmín revoloteando alrededor de ella. «Estamos buscando algo especial también. ¿Quieres unirte a nosotros?”. Ashira movió su colita con alegría. «¡Claro! Me encantaría tener amigos con quienes jugar». Así comenzó una nueva aventura en el bosque.
Los tres se divirtieron explorando nuevos senderos, saltando sobre troncos caídos y jugando a las escondidas. Ashira era muy traviesa, corría de un lado a otro y hacía reír a Jonas con sus cariñosos brincos. Jazmín volaba alrededor de ellos, llenando el aire de colores y risas.
Mientras el día avanzaba, decidieron hacer un picnic a la sombra de un gran árbol. Sacaron sus deliciosos bocadillos: zanahorias crujientes y néctar de flores frescas que Jazmín había traído. Mientra comían, comenzaron a compartir historias sobre lo que más les gustaba hacer y los sueños que tenían. Ashira habló de su deseo de ser la mejor atleta del bosque, saltando más alto y corriendo más rápido que cualquier animal. Jonas, con su carácter alegre, soñaba con viajar a otros bosques lejanos y Jazmín quería conocer a todas las mariposas del mundo.
En medio de sus pláticas, Jazmín recordó a Ash. «Nuestra amiga Ash siempre nos decía que un amigo trae luz a nuestros días, ¿verdad?», dijo. Jonas asintió con la cabeza y miró a Ashira. «Tú has traído una nueva alegría a nuestras vidas», dijo con sinceridad. «Nos haces sentir que el sol ha vuelto a brillar».
Ashira sonrió con ternura. «A veces, cuando uno pierde algo, lo bueno es que puede encontrar a alguien más para compartir esas cosas bonitas. Aunque no podré reemplazar a Ash, prometo ser una buena amiga y que juntos crearemos nuevos recuerdos».
Al caer la tarde, decidieron que era momento de regresar a casa, pero no antes sin un último juego cerca del arroyo. Los tres corrían, reían y disfrutaban de la compañía. Al mirar el cielo, veían cómo el sol se escondía despidiendo rayos dorados, como si estuviera saludando a sus nuevos amigos.
Con el tiempo, la amistad entre Jonas, Jazmín y Ashira se fue haciendo más fuerte. Cada día jugaban juntos y cada rayo de sol brillante recordaba a Ash, no como una ausencia, sino como una luz que seguía viva en sus corazones. Aprendieron a valorar los nuevos comienzos y a celebrar la amistad.
Así fue como Jonas y Jazmín comprendieron que, aunque a veces las cosas no salen como uno espera, siempre hay nuevos caminos que explorar y nuevas amistades que hacer. Ashira, por su parte, se sintió muy afortunada de haber encontrado tan buenos amigos que le enseñaron que el amor y la amistad son un regalo del cielo. Lo importante no es cuánto tiempo compartamos con quienes amamos, sino cómo llenamos esos momentos de alegría y risas.
Así, en su rincón del bosque, donde florecieron nuevas aventuras, Jonas, Jazmín y Ashira vivieron muchos días llenos de amor y alegría, y con cada rayo de sol que caía sobre ellos, sabían que habían encontrado un nuevo sol en sus corazones. Y con la brisa suave del bosque, el recuerdo de Ash siempre estaría presente, iluminando su camino hacia nuevas historias y momentos mágicos. Así que nunca olvidemos que, aunque algunas cosas cambien, siempre podemos encontrar nuevos amigos que llenan nuestras vidas de luz. Fin.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.