Cuentos de Amor

Un regalo inesperado de la vida llena de sonrisas y aventuras inolvidables

Lectura para 10 años

Tiempo de lectura: 2 minutos

Español

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Era una mañana soleada en un pequeño pueblo lleno de colores, donde las flores bailaban al compás del viento y los árboles susurraban secretos a quienes se acercaban. En una de las casas más alegres, vivían Luciana y su mamá, una mujer llena de energía y amor. Luciana, de diez años, era una niña risueña, siempre dispuesta a explorar y descubrir cosas nuevas.

Luciana y su mamá compartían un vínculo muy especial. Cada semana, dedicaban un día a salir juntas en busca de aventuras. La mamá de Luciana, con su risa contagiosa y su espíritu aventurero, le enseñaba a ver la belleza en cada rincón del mundo. Un día, mientras paseaban por su barrio, Luciana se detuvo en una tienda de antigüedades, llamada «Tesoros del Pasado». Sus ojos brillaron al ver un pequeño carrusel de música en la vitrina. Al instante, sintió que debía tenerlo. Era un objeto encantador, cubierto de polvo y con una pequeña etiqueta que decía: «Para los soñadores».

“Mamá, ¿podemos entrar un momento?” preguntó Luciana, apuntando al carrusel.

“La curiosidad es el primer paso hacia nuevas aventuras, ¡vamos!” respondió su mamá con intensidad. Ambas entraron a la tienda, cuyo aire olía a madera envejecida y encantos olvidados. Luciana se acercó al carrusel y, al darle cuerda, comenzó a reproducir una melodía suave y melancólica. En ese instante, conocieron a un nuevo amigo. Era el anciano dueño de la tienda, el Sr. Mateo, un hombre de barba blanca y ojos llenos de sabiduría.

“Es un hermoso carrusel, ¿verdad? Cada figura que gira tiene su propia historia”, dijo el Sr. Mateo sonriendo.

Luciana lo observó con fascinación. “¡Me encantaría saber más sobre él!”

El Sr. Mateo se inclinó hacia Luciana y susurró: “Una vez, este carrusel llevó a muchos niños a un mundo mágico donde sus sueños se hacían realidad. Pero, sobre todo, les enseñó a compartir el amor y la amistad”.

Luciana, emocionada, no podía dejar de pensar en las historias que podrían aparecer en sus sueños si tuviera el carrusel. Su mamá notó su interés y decidió que, a pesar de que su presupuesto era limitado, harían lo posible por llevar el carrusel a casa.

“¿Cuánto cuesta el carrusel, Sr. Mateo?” preguntó su mamá con una mezcla de esperanza y nervios.

“El precio es bajo, pero a cambio necesito algo especial que solo ustedes pueden ofrecerme”, respondió el Sr. Mateo, dibujando una sonrisa en su rostro. “Quiero que compartan una historia con cada giro de la música. Eso lo hará más mágico”.

Luciana se miró con su mamá, entendiendo de inmediato que su amor por las historias era el verdadero tesoro que podían entregar. Así que, un par de minutos después, el carrusel estaba en sus manos, y las dos se fueron a casa llenas de ilusión.

Esa tarde, mientras la luz del sol se deslizaba por la ventana, Luciana e incluso su mamá se sentaron en la sala a escuchar la música que el carrusel ofrecía. A cada giro, contaban una pequeña historia. Narraban aventuras de piratas en mares lejanos, hadas que volaban por jardines de flores mágicas y héroes que luchaban por la justicia. Risas y sonrisas llenaron el ambiente, creando un lazo de conexión que las hacía sentirse más unidas.

A medida que pasaban los días, Luciana y su mamá comenzaron un nuevo ritual. Cada vez que giraban el carrusel, compartían no solo historias, sino también secretos, sueños y promesas. En una de esas sesiones, Luciana se dio cuenta de que había algo más en su corazón que solo el deseo de contar historias; quería hacer algo especial para sus amigos de la escuela.

Fue así como un día, mientras giraban el carrusel, Luciana tuvo una idea brillante. “Mamá, ¿y si hacemos una noche de cuentos en el parque? A todos les encantarán las historias del carrusel”, sugirió emocionada.

“¡Es una idea maravillosa! Podemos invitar a todos y compartir nuestro querido carrusel y nuestras historias”, respondió su mamá entusiasmada. Así que, tras varios días de planes y preparativos, llegó el gran día.

El parque estaba lleno de niños y sus familias, risas y música llenaban el aire. Luciana se sintió un poco nerviosa mientras colocaba el carrusel en el centro de la reunión. Su corazón latía fuerte como si fuera un tambor. Pero cuando empezó a girar el carrusel y la melodía comenzó a sonar, esa sensación de ansia se transformó en alegría.

Ella y su mamá se turnaron para contar historias mientras el carrusel giraba. La pasión y el entusiasmo entre sus amigos era contagioso. Cada niño que se acercaba al carrusel podía contribuir a la historia, creando un relato colectivo lleno de imaginación.

Entre los asistentes, estaba Pedro, un chico que siempre se mostraba un poco tímido. Luciana, al notar su rostro iluminado por la música, lo invitó a compartir una historia. Con un poco de nerviosismo, Pedro se acercó y comenzó a contar sobre un astronauta que viajaba a través del universo en busca de estrellas perdidas. Todos escuchaban atentamente, y cuando terminó, estallaron en aplausos. Eso le dio confianza, y se unió a la ronda continuando con más historias y alegría.

Con cada giro del carrusel, más sonrisas emergían y la amistad entre ellos se fortalecía. Lo que comenzó con una simple idea se convirtió en una noche mágica, donde comenzaron a comprender la belleza de la creatividad conjunta y el poder del amor y la amistad.

Esa noche, bajo un cielo estrellado, Luciana respiró hondo, sintiendo que el amor no era solo para contar historias, sino también para crear comunidad y amistad. Jamás olvidaría aquel regalo inesperado que, gracias al carrusel, les había enseñado a compartir el amor por las historias con los demás.

Y así, cada vez que giraban el carrusel, no solo celebraban el amor entre ellas, sino también el amor que brotaba de cada rincón del parque, fortaleciendo la idea de que el verdadero juego de la vida es vivirla llena de sonrisas y aventuras inolvidables.

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Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.

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