En un pequeño pueblo donde las calles se llenaban de flores y la risa de los niños resonaba en el aire, vivían Jordina y Laura, dos jóvenes que habían encontrado en la otra la mitad de su corazón. Jordina, con su cabello castaño y ojos llenos de ternura, y Laura, de cabello rubio y sonrisa que iluminaba cada rincón, compartían un amor puro y sincero.
Era la víspera del cumpleaños de Laura, y Jordina había preparado una sorpresa que superaría cualquier expectativa. Había reservado algo especial: una noche en una burbuja transparente bajo las estrellas.
Cuando Laura abrió los ojos aquella mañana, lo primero que vio fue a Jordina con una sonrisa misteriosa. «Prepárate para una aventura», dijo Jordina, tomando su mano. Con el corazón lleno de emoción, Laura siguió a Jordina a través de un camino serpenteante que se adentraba en el bosque.
Al llegar a un claro iluminado por la suave luz del atardecer, Laura no pudo evitar un grito de sorpresa. Ante ellas, bajo la bóveda del cielo crepuscular, se alzaba una burbuja gigante, como sacada de un cuento de hadas. Dentro, una cama cómoda y una pequeña bañera esperaban para ofrecerles una noche de ensueño.
Jordina tomó la mano de Laura y juntas entraron en la burbuja. El interior era cálido y acogedor, decorado con luces suaves y cojines mullidos. Al caer la noche, el cielo se llenó de estrellas, creando un manto brillante sobre ellas.
La cena fue un festín de sabores, con platos preparados con cariño por Jordina. Compartieron risas y miradas llenas de amor, mientras las estrellas parecían bailar solo para ellas. Luego, disfrutaron de un masaje relajante, sintiendo cómo el mundo exterior se desvanecía, dejándolas solo a ellas y al cielo estrellado.
Conversaron sobre sueños y deseos, sobre sus miedos y alegrías. Cada palabra, cada caricia, fortalecía el vínculo que las unía. En la tranquilidad de la burbuja, rodeadas de la majestuosidad del universo, comprendieron que su amor era tan infinito como las estrellas sobre ellas.
A medida que la noche avanzaba, se sumergieron en la bañera, disfrutando de la calidez del agua y la frescura del aire nocturno. Las estrellas se reflejaban en el agua, creando un espectáculo mágico que parecía celebrar su unión.
Finalmente, se acurrucaron en la cama, envueltas en el suave abrazo de la otra. Mientras la luna vigilaba desde lo alto, Jordina y Laura se quedaron dormidas, soñando con futuros viajes, aventuras y una vida llena de amor compartido.
Al amanecer, despertaron con la luz del sol filtrándose a través de la burbuja. Laura miró a Jordina y, con lágrimas de felicidad en los ojos, susurró: «Este ha sido el mejor cumpleaños de mi vida».
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.