En un bosque lleno de colores y canciones, vivían dos pequeños amigos que, a pesar de sus diferencias, compartían muchas aventuras juntos. Alarillo era una ardilla amarilla, esponjosa y siempre llena de energía, siempre saltando de un árbol a otro. Iluti, por su parte, era un pájaro azul, pequeño y alegre, que amaba cantar desde las ramas más altas del bosque.
Aunque eran muy buenos amigos, Alarillo e Iluti tenían un pequeño problema: discutían por casi cualquier cosa. Si Alarillo quería jugar en el río, Iluti quería volar hacia las colinas. Si Iluti encontraba unas bayas deliciosas, Alarillo quería guardar algunas para el invierno. A veces, estas peleas terminaban en un silencio incómodo, pero siempre volvían a ser amigos al final del día porque se querían mucho.
Un día, mientras discutían sobre cuál camino tomar para explorar una parte nueva del bosque, no se dieron cuenta de que alguien los observaba desde la sombra de los árboles. Era un lobo grande y gris, con ojos astutos y hambrientos. El lobo había estado siguiendo el ruido de su discusión, pensando que podrían ser un bocado fácil para su almuerzo.
Mientras Alarillo e Iluti seguían discutiendo, el lobo se acercó sigilosamente. Justo cuando estaba a punto de saltar sobre ellos, un ruido fuerte en el bosque lo detuvo. Era Berenice, la osa mayor del bosque, que venía a investigar todo el ruido que hacían Alarillo e Iluti.
Al ver al lobo, Berenice rugió tan fuerte que el lobo se asustó y huyó corriendo sin mirar atrás. Alarillo e Iluti, asustados pero a salvo, agradecieron a Berenice por salvarlos. La osa, con una sonrisa, les dio un pequeño sermón sobre la importancia de cuidarse el uno al otro y no pelear, especialmente cuando hay peligros al acecho.
Después de ese día, Alarillo e Iluti aprendieron una valiosa lección. Decidieron que, en lugar de discutir por sus diferencias, celebrarían lo que cada uno aportaba a su amistad. Iluti enseñó a Alarillo algunas canciones de pájaros, y Alarillo mostró a Iluti cómo encontrar las mejores nueces en el bosque.
Con el tiempo, su amistad se volvió aún más fuerte. Exploraron nuevos lugares del bosque juntos, siempre cuidándose el uno al otro y asegurándose de que el lobo nunca los sorprendería de nuevo. Y en las noches, cuando el sol se ponía detrás de las colinas y las estrellas comenzaban a brillar, Alarillo e Iluti se sentaban juntos en su árbol favorito, recordando el día en que Berenice los había salvado y cómo eso les enseñó el verdadero significado de la amistad.
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Autor del Cuento
Soy Francisco J., apasionado de las historias y, lo más importante, padre de un pequeño. Durante el emocionante viaje de enseñar a mi hijo a leer, descubrí un pequeño secreto: cuando las historias incluyen a amigos, familiares o lugares conocidos, la magia realmente sucede. La conexión emocional con el cuento motiva a los niños a sumergirse más profundamente en las palabras y a descubrir el maravilloso mundo de la lectura. Saber más de mí.